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El jueves y el viernes habían pasado tranquilos. No había podido hablar con Alan aunque nos habíamos cruzado un par de veces en los pasillos de su facultad.

Tal como lo había dicho Bryan, Alan es una persona realmente extraña con las chicas. Había visto a un par de ellas coquetear con él pero no había respuesta por su parte, solo las pasaba de largo y ya. Incluso, una de las veces en las que me encontré con él en el pasillo, le sonreí pero fui ignorada por completo.

― Diana, necesitas limpiar este cuarto ―dijo mi mamá asomándose por la puerta.

― Tal vez lo considere ―murmuré y giré sobre la cama.

― ¿Qué?

― Que sí. Lo haré ―bufé.

― Ah, muy bien ―dijo y se fue.

Abrí los ojos y me recosté boca arriba. Quité la cobija con brusquedad y junté fuerzas para levantarme.

Observé a mí alrededor y en efecto, mi cuarto era un campo minado. Había ropa por aquí y por allá. Libros mal acomodados y el escritorio que usaba para hacer las tareas estaba completamente desordenado.

¿Cómo es que puedo llamarme chica con tremendo desorden?

Comencé por tender mi cama y luego continué recogiendo la ropa sucia del piso y echándola a un cesto que tenía exclusivamente para la ropa sucia.

Caminé hacia el cuarto de lavado y dejé el cesto de ropa.

Estaba entrando nuevamente a mi habitación cuando escuché mi teléfono sonar.

Era un mensaje de Bry.

Bryan M

Mer 9:29 A.M

Mer 9:29 A.M

Mer 9:29 A.M

Mer 9:30 A.M

Mer 9:30 A.M

Mer 9:30 A.M

No es necesario el spam. ¿Qué pasó? 9:30 A.M

¡Uuuuuy! Alguien está limpiando su habitación. 9:31 A.M

Si :( 9:31 A.M

¿Qué planes tienes para hoy? 9:32 A.M

Ninguno ¿a dónde vas a llevarme? 9:32 A.M

No sé, vamos a andar en bici o algo. 9:33 A.M

No tengo bici. 9:33 A.M

No te preocupes. 9:33 A.M

Ok ¿a qué hora te veo? 9:33 A.M

Paso por ti a las 12. 9:34 A.M

Bloqueé el teléfono y lo aventé sobre la cama. Tenía que apurarme a ordenar mi habitación o mi mamá no me daría permiso.

+ + +

― Hola, Bryan. Pasa ―escuché a mi madre. ― Ahora le digo que baje.

― Sí, gracias Beatriz.

Los pasos de mi mamá se escucharon por las escaleras y luego cada vez más cerca de mi habitación.

― Bryan está aquí ―anunció colocándose debajo del marco de la puerta.

― Gracias ―sonreí y agarré mi mochila en donde llevaba mi teléfono, el iPod y un par de cosas de primeros auxilios como vendas, banditas, mertheolate y cosas así por si acaso.

No Angel | Alan Navarro |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora