Cuando uno vive momentos agradables, el tiempo vuela. Dejan de importar los minutos aunque se atesoren celosamente, dejan de contar las horas, aunque marquen capitulos nuevos. Los dias vuelan, como hojas de un almanaque. Pero por el contrario, si la vida se empeña en golpearte y dejarte piedras o pozos a lo largo del camino, cada segundo es un martirio, cada dia es simplemente una agonia de horas que pasan lentamente pisando fuertemente tu espalda con cada minuto.
Por eso, al padre tiempo hay que aprovecharlo, hay que exprimirlo y adorarlo cuanto más se pueda. Porque el tiempo lo marcamos nosotros, aprovechando las oportunidades para atesorar o sufrir los instantes de nuestras vidas. Porque depende de nosotros, que sepamos aprovechar los segundos que corren sean buenos o malos, porque de algún modo u otro no volveran.
El tiempo a su ritmo caprichoso, marca capitulos importantes en nuestras vidas; por pequeños segundos que duren, ocupan un lugar enorme en las memorias. Asi que aqui me encuentro, frente al espejo, varita en mano.
Estos segundos, que se transmutan en minutos rapidamente, probablemente queden en mi mente por el resto de mi vida. La imagen que me devuelve el espejo, no se podra borrar jamás de mi memoria. Mis ojos grises, opacados por el miedo, recorrian la imagen del espejo, buscando, memorizando, aprendiendo. Aquel que me devolvia la mirada no era yo, no. Aquel que me miraba asustado, era mi pasado, eran los segundos que corrieron en camara lenta y marcaron mi vida. Aquel cuerpo delgado no era mi cuerpo, aquella marca quemada en mi piel era mi pecado. Aquel cabello rubio, tan familiar antaño, me era totalmente ajeno. Y no podia evitar sentir lastima por aquel muchacho asustado que me miraba y estudiaba.
Senti sus manos rodear mi cintura; la habia sentido apenas puso un pie en la habitación. Podria reconocer su aroma en cualquier lugar, aquel aroma a miel y vainilla inundaba mis sentidos. Sus brazos se tensaron a mi alrededor, y comprendi su turbación. Habiamos hablado incontables veces sobre esto, y ella aun no estaba convencida.
-Pero es que no entiendo.- dijo una de esas veces mientras desayunabamos en mi cama.
-¿Qué es lo qué no entiendes?- suspire, habia oido esa frase infinidad de veces en las últimas dos semanas luego de mi declaración.
-¿Por qué tienes que hacerlo? Estas bien así, estamos bien así. - habia reproche en sus ojos.
-Porque ya me oculte lo suficiente, ya vivi clandestinamente bastante. Tengo una razón para enfrentarme a todo, y si lo voy a hacer, lo haré a mi modo, y mi modo es volviendo a mi antigua apariencia.- sentencie. La realidad es que al finalizar la guerra, nadie veia con buenos ojos mis negocios, por eso debia cambiar mi apariencia, mi apellido. Pero estaba harto, estaba harto de esconderme tras un disfraz; y tenia planes en mente que no podia llevar a cabo como Draco Black, si no que debian ser producidos por Draco Malfoy.
-Pero me gusta mas así- dijiste queriendo convencerme; y es que aun no lo comprendias.
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-No me gusta- susurre contra tu espalda desnuda. Aunque lo habiamos hablado muchas veces, no lograbas entender porque mi reticencia, porque me negaba. Pero al fin y al cabo lo habias hecho.
-Lo sé; pero ambos sabemos que es lo mejor.- y sonabas convencido, sonabas perfectamente seguro. Y yo no pude morder mi lengua a tiempo, cuando las palabras escaparon de mi boca.
-¿Volveras a ser como él?- Tomaste mis manos fuertemente, y me obligaste a salir de refugio de tu cuerpo, girandome completamente para que mi espalda chocara tu pecho y mis ojos se clavaran en el espejo.
-No- dijiste con tus manos en mis hombros, obligandome a mirarte.- Yo no soy él, ya no lo soy.
-No puedes estar seguro de eso- dije con tristeza. Y era cierto, volver a ser quien fue, no significaba que seguiria siendo quien es. Porque para ser quien es tuvo que destruirse y volver a nacer, para ser de quién me enamore, tuvo que cambiar; y ahora yo no estaba tan segura de qué pudiera seguir amandolo. Y él lo sabia.
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30 escalones al Paraiso
RomanceHermione abandona el mundo magico despues de la guerra para buscar a sus padres; lamentablemente llega tarde y se aleja completamente del mundo magico. Estudia y trabaja en la ciudad de Vancouver donde vivian sus padres. Pero una noche, en su trabaj...