XX. Luna

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Los ojos, son las ventanas al alma. Son aberturas que dejan el alma expuesta; vulnerable. Los ojos son quienes demuestran si mentimos, o si somos honesto. Los hay de distintos colores y matices. No hay dos pares de ojos iguales, no existen. Son únicos e irrepetibles. Podemos tener los ojos parecidos a nuestra madre, a nuestro padre; quizás nos digan que tenemos los ojos del abuelo o la mirada de la tia. Pero no; eso es improbable. Cada par de ojos es único...porque cada alma es única.

Los ojos de Hermione brillaban con tintes ambarinos, cuando la felicidad inundaba su mirada; cuando cierto blondo sonreia. Mientras que los ojos de él; los ojos de él eran como las nubes, cambiando con el clima, oscureciendose con las tormentas y la ira; o aclarandose con el deseo y la pasión. O brillaban incandecentes como el sol del mediodia, cuando una idea se metia en su cabeza.

Y en esta ocasión, en particular; sus ojos lucian peligrosamente brillantes. Miles de ideas cruzaban su rubio cabello, miles de planes y momentos. Hacia dos dias habia recibido el alta medica, y aunque su cuerpo aun no estaba del todo en orden; su mente calculadora si lo estaba. Y debia actuar. La maldita castaña que le robaba el aliento habia estado lo que se dice... escurridiza con él esos últimos dias; evitando quedarse mucho tiempo a solas con él, y parloteando sobre la boda de Luna y Theo.

Él simplemente asentia, fijando sus ojos en ella; tramando y puliendo el plan que llevaria a cabo. Y suerte para él y para el plan que tenia en mente; contaba con el total e incondicional apoyo de Theo y su futura esposa. Sólo necesitaba que el momento llegara y aquel momento solo estaba a dos semanas de distancia.

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Bien, quizás evitarlo no era lo que se dice una idea muy brillante para a quien bautizaron como la bruja más brillante de su generación. Pero es que aún no encontraba un modo correcto de confesarle que ya tenia el anillo en su dedo, que ya habia aceptado ser su esposa y obviamente no se retractaria de retarlo sobre su ego y arrogancia. No señor; Malfoy necesitaba aprender un poco de modestia. Si no, cualquier tipo de relación entre ellos seria un total fiasco. Bastante era ya que ambos fueran tercos y testarudos como para agregar su arrogancia.

Aparte la boda de Luna la tenia bastante emocionada como para preocuparse tanto por su futuro. Eventualmente, algún dia se casarian; era un hecho. Pero hasta que aquel dia llegara ella queria disfrutar de todas las alegrias que por tonta y herida se perdio los últimos años.

Evidencia de aquello, fue que luego de qué Draco la recordara; afianzo aún más los hilillos que quedaban de su amistad con Ginny, Harry y Ron. Ginny solia visitarla en su casa con su pequeño bebé; y Harry la habia invitado a tomar un café en algunas ocaciones. Todos se habian quedado en Canada desde la desaparición de Draco; ayudando y auxiliandola en cualquier cosa que necesitara. Y ella apreciaba aquello, era un detalle que aunque no sanaba su herida por la traición de ellos; al menos mermaba un poco el sentimiento de herida. Ron era el único que la trataba lo menos posible; probablemente porque la confesión de Lavender resulto en su divorcio. Hermione sentia pena por ella, pena por lo qué hizo. Pero era lo unico que podia sentir por la rubia. Y no la hacia sentir culpable aquello.

Sabia que ya no era tiempo de sentir dolor; que las heridas del pasado debian cicatrizar y el mundo seguiria girando sin pararse a contemplar como ella se relamia las marcas. Así que luego de recuperar a Draco en todo sentido; tomo la determinación de no dejar que nada la derrumbara por siempre. Ella debia ser la leona que la caracterizaba; y lo seria. Le planto cara a Harry cuando este le pregunto si le veia futuro a su relación con Draco; le plantaria la cara y daria pelea por esta relación tan inestable como un balancin hasta el último de sus alientos. Incluso si aquello significaba mantenerse esquiva sobre él.

30 escalones al ParaisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora