V. Determinación

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Malfoy marcaba el ritmo con sus labios; yo simplemente me dejaba hacer, respondiendo su arrebato, tratando de igualar su rabia. Su lengua sabia a alcohol, un leve dejo de whisky. Sencillamente delicioso. Embriagada por la sensacion de sus labios sobre los mios, deje de notar mi entorno, sus manos o siquiera la voz en mi cabeza que gritaba peligro.

Sus manos acariciaban mi espalda, bajo la camisa; las mias recorrian su pecho. El hambre era voraz, y se demostraba en la lucha de besos y mordiscos, con las caricias bruscas, dominantes, determinantes y posesivas. Habia furia en cada movimiento, en la danza de nuestras bocas, en la lucha de nuestras lenguas.

Sus manos se colaron bajo mi short, abarcando con ellas la curva de mi trasero, apretandolo; apretandome contra si. Su ereccion golpeaba contra mi vientre, y el fuego corrio por mis venas. Pero entonces, en un instante de lucidez espontanea; me separe de su boca, de sus manos. Camine hacia atras, hasta que mi espalda choco la puerta. Era demasiado intimo, era demasiado personal. No podia, no podia dejarme llevar. Mis escudos personales estaban debiles, su cercania me obnublinaba el juicio. Debia salir de alli, debia alejarme y esconderme. Mi respiracion era agitada, pero la de él aun más. No se movio de alli, y sus ojos plateados brillaban en la penumbra; habia rabia en ellos, rabia, confusion y una determinacion animal.

-No.. No puedo hacer esto- dije en un murmullo ahogado. No espere su respuesta; acomode mi ropa, y abri la puerta; me aleje por el pasillo con la musica opacando los fuertes latidos de mi corazón que tronaban en mis oidos.

Ni siquiera me despedi del barman, de mi jefa o mis compañeras; ni siquiera recorde mi abrigo ni mi bolso. Sali de alli, dejando que el frio viento calmaran el ardor en mi piel, la lava que recorria mis venas. No tenia dinero encima, no tenia nada. Camine, dejando atras los sonidos, manteniendo mi cerebro adormecido; pero con la fiera determinacion de alejarme. Me sentia abrumada, me sentia ahogada; como si todo el aire del mundo fuera demasiado denso para mis pulmones, como si respirara por primera vez.

El camino a casa se me desdibujo, y solo fui consciente de que habia llegado cuando me desplome hecha un ovillo sobre el sillon de mi living. Cerre mis ojos apretandolos con fuerza; mis labios aun picaban por los besos, mi boca aun sabia a la suya. Mi corazón latia lentamente, pesado, denso. La angustia era latente, era abrazadora, era asfixiante. Que estupida; que imprudente. Habia estado a un suspiro de cruzar una linea que jamás se habia atrevido a cruzar. Y no con cualquier hombre. No. Estuve a nada de cometer un error irreparable y con nadie mas que Draco Lucius Malfoy; que si bien parecia otro no dejaba de ser aquel joven que habia hecho miserable mi vida escolar.

Se abrazo a si misma, conteniendose de largar el mar de lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos. Ansiaba la llegada de Morfeo, ansiaba entregarse al mundo onirico y alejarse cuanto pudiera de la realidad, de este dolor, de esta angustia que le nublaba el pensamiento y la hundia hondamente en un pozo oscuro.

Pero para Hermione Jane Granger, si las cosas pueden empeorar, empeoraran. Y evidencia de aquello fueron los fuertes golpes en la puerta.

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Rayos. Rayos y centellas. Demonios. ¿Qué demonios acaba de suceder? De un segundo a otro tenia a Granger entre mis brazos, mi boca devoraba la suya, sus manos me acariciaban al tiempo que las mias tanteaban la piel bajo su short. Y de la nada, se desprende de mi, se aleja y huye. Tarde unos instantes en reaccionar, tarde un poco mas en aclarar mi mente; pero cuando lo hice, simplemente me desapareci de aquel cuartucho rumbo a la casa de la ex leona. El cielo estaba nublado, una tormenta se acercaba, mientras otra crecia en mi.

La determinacion latia punzante con tanta fuerza como el bulto en mis pantalones; no dejaria que esto quedara asi. No permitiria que ella me dejara asi, no le permitiria dejar esto asi. No señor. Aporree la puerta de su casa, golpee y llame a su puerta hasta que senti mis nudillos arder en carne viva por los golpes.

30 escalones al ParaisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora