XXX. Final

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El portazo que dio su marido enfrió totalmente la furia que bullía en sus venas. Algunas cosas simplemente jamás cambiaban. Eso era por supuesto, como de dos pasos que daban hacia al futuro... retrocedían cinco. Aun sentía las mejillas arreboladas por la reciente discusión, no podría creer que tamaña idiotez lograra que la felicidad matrimonial se viera sumamente afectado ¡Por Merlín! Estaban hablando de pinturas, no estaban siquiera discutiendo algo trascendental como la crianza de Scorpius o sobre los derechos de las criaturas mágicas. No entendía porque su marido era tan cabezota, le había dicho que hiciera lo que quisiera, entonces ella, para llegar a un punto en común había cometido el error de preguntarle si tal color estaría bien; pero evidentemente el amarillo pálido mate sintético no era el color que más le gustaba a Draco como para la cocina. Entonces, entre confusa y tensa le había preguntado si finalmente no sería mejor idea traer a un decorador para que se encargara de hacer lo que ella evidentemente no lograría, complacer los estúpidos gustos elitistas de su estúpido y elitista marido. Solo fue capaz de procesar que aquello no fue tan inteligente de decir, cuando sin ningún tipo de delicadeza Malfoy le había gritado que le parecía fantástico que a la primera oportunidad de estar sola en casa con Scorpius ella decidiera traer otro hombre. Lo cual era absurdo, podría ser una mujer la decoradora, y había sospesado el decírselo, pero la estúpida acusación le calo hondo y simplemente siguieron disparándose frases hirientes a posta solo para ver quien se rendía primero. Y por eso, Draco había huido a su habitación a terminar de armar las maletas dando un portazo más que sonoro solo para demostrar lo cabreado que estaba.

El llanto de Scorpius la saco de sus amargados pensamientos y camino lentamente hasta el pasillo y luego subió las escaleras, el llanto se incrementaba con cada paso que daba, probablemente el portazo de Draco había interrumpido la siesta del bebe. Murmuro un par de insultos poco elegantes para su esposo, y otro par para cierto moreno que como regalo de boda y venganza por haber usado un vestido durante la ceremonia, le había obsequiado a la nueva familia Malfoy una casa, aun a sabiendas de que eso la enfurecería. Cuando llego al rellano, viro rumbo al pasillo de las habitaciones, era una casa asquerosamente grande, con la evidente falta de ocupación en los últimos... ¿100 años? Se preguntó mirando con desagrado la ostentosa araña que brillaba trémula sobre el alto techo del pasillo. Definitivamente necesitaban un decorador, o alguien que pudiera ser lo suficientemente cuerdo como para apaciguar al Basilisco de su esposo.

Entro en la habitación que Draco había elegido para Scorp, era una habitación lúgubre, con una ventana no muy grande pero paredes horriblemente cubiertas por un papel tapiz verde viejo, realmente la casa necesitaba un poco de color, no tanto verde y azul oscuro impregnando la estancia, ni mucho menos tantas arañas y candelabros de bronce bruñido, hacía falta color, suavidad, un poco de toque femenino. Era una lástima que ella no tuviera la capacidad humana de poder decorarla, considerando que solía no ser tan femenina y que era más bien pragmática respecto a las tareas superfluas de las féminas promedio.

Tomo al bebé en brazos, acunándolo suavemente y meciéndolo ausente mientras su mente seguía vagando muy lejos de allí. Sabía que Draco estaba furioso, pues ella también estaba furiosa por la manera en que la trato, y también sabía que este viaje a Inglaterra solo lo tenía alterado respecto a las razones que lo llevaban a viajar. Tendría una reunión con Marcus Greengrass, con quien Lucius tenía mucho antes de nacer Draco, planes de concretar un matrimonio arreglado con la menor de las Greengrass; detalle que no le había sentado bien a Hermione, pero que según palabras de Draco, era todo puramente profesional y era simplemente una junta de negocios para dar por finalizado el vínculo empresarial entre ambas familias pues Marcus después de la guerra había hecho un par de malas inversiones que al día de hoy habían mermado considerablemente su capital y llevado a la quiebra a dos de las tres empresas que compartía con los Malfoy.

30 escalones al ParaisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora