XVII. Hielo

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Como el cuento muggle, cuando el reloj marco las 12 el hechizo se rompio.

Hecha un ovillo, con su vestido azul arrugado y el maquillaje corrido por el llanto; el sueño vencio a Jane, cuando ya la espera se hizo eterna. No habia logrado comunicarse con Draco, él jamás respondio a sus llamados o mensajes. Como si la tierra se lo hubiera tragado. Espero paciente, las primeras dos horas, pero luego la desesperanza la arrastro, sumiendola en un mar de dudas, de temores. ¿Y si él se arrepintio? ¿Y si, decidio que ella no valia la pena? ¿Y si...?

Cuando el sol caldeo su rostro, y la mañana de un nuevo dia se hizo patente en su habitación; abrio sus hinchados ojos. Habia determinacion en su mirada, este dia seria un nuevo dia. Habia pasado gran parte de la noche con pesadillas, atocigada por el miedo y su cobardia.

Hoy comenzaba su vida nuevamente. Hoy renaceria Hermione Jane Granger, y la primer persona a la cual le plantaria cara como antaño era a cierto hurón oxigenado. Tomo su varita olvidada, y limpio su rostro. La varita en su mano temblaba, por la rabia y la determinación; por su orgullo herido. Se cambio la ropa, y una vez arreglada y elegante; se desaparecio.

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Sentia el cuerpo pesado. Mis extremidades adoloridas. La última vez que habia recibido tantos Cruciatus aún estabamos en la guerra. Oh el bendito dolor de las maldiciones. Flexione los dedos de mis manos, pero los sentia totalmente agarrotados, como si cada nervio de mis manos estuvieran desconectados. Trate de abrir los ojos, con la poca fuerza que me quedaba, mis parpados pesaban como dos yunques y me tarde mas de lo que esperaba en lograr abrir los ojos. Pero no habia nada que ver, aparentemente estaba en una sala oscura, podia oler la humedad y sentir el frio del suelo. Un calabozo.

Comence a desesperarme, preguntandome qué tenian en mente mis padres para actuar de tal modo. ¿Tanto los habia cabreado mi decisión que habian decidido secuestrarme? Era absurdo. Pero el dolor en mi cuerpo me recordo, que por más absurdo que resultara, no era imposible.

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Cuando apareci en la casa de Draco, la sensación de valentia, la determinación y la rabia se esfumaron, dando paso a una terrible desazón. La sala, siempre pulcra y ordenada, estaba totalmente irreconocible, habia un pequeño charco de sangre, muebles volcados. Y el panico se apodero de mi totalmente. Cada ¿Y si...? se hizo material como un puñal, atravesando mi corazón. No lo dude, ni lo pensé; le envie un Patronus a Theo, depositando en él toda la urgencia que sentia.

En menos de 5 minutos Theo se aparecio frente a mi con Luna a su lado. No pude decir palabra, el nudo que apretaba mi garganta me impidio hablar, y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Luna me abrazo y Theo comenzo a investigar la casa. Pero tal y como lo presentia, no habia rastro de Draco. Luna me consolaba, mientras Theo decia que iria por Aurores, pero no estaba seguro de como actuarian los aurores canadienses con un ex Mortifago desaparecido.

-Busca... a Harry... y a Ron- le dije entre hipidos.- Ellos... Ellos me lo deben- finalice, sintiendome demasiado cansada, apoye el peso de mi cuerpo contra Luna, sentia que era demasiada tristeza para soportar. Sintiendome nuevamente, sola en el mundo. Le rogaba a Merlin que Draco estuviera bien.

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Cuando capturaron a Lucius y Narcissa Mafoy, ambos lucian tranquilos, serios y con una extraña paz emanando de ellos. Algo extraño si consideramos que ellos eran los unicos sospechosos. Harry como jefe de Aurores lidero por semana la busqueda y la investigación. Pero no habia rastros de Draco, y lo unico que lograban sacar de los interrogatorios con los Malfoy era que jamás lo encontrarian. Y la esperanza que nacio en un primer momento, comenzo a desvanecerse. Escarchandose de hielo, la pequeña llama comenzo a extinguirse.

30 escalones al ParaisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora