Capítulo 1

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Despertó confundido, se suponía que tal cantidad de pastillas era mortal. Sentía un agudo dolor en sus brazos, y al descubrirlos vio los pequeños rayones. Suspiró y volvió a cubrirse. Tomó la carta de despedida que había dejado en la mesa de noche y la rompió. ¿Cuándo se había convertido en depresivo? ¿Cuándo había dejado de ser ese joven ambicioso que soñaba con convertirse en Elvis y pasado a ser un músico muy importante con un oscuro secreto?

Los nombres de sus progenitores llegaron a su mente. Sus peleas, la ida de su padre, el haber vivido en distintas casas...Todo le había afectado, y terminó de destruirlo a la edad de veinticuatro años. Su esposa se desesperaba por saber qué le ocurría, pero él simplemente negaba cada vez que ella preguntaba.

Sentía que no tenia motivos para vivir, que era inútil y que nada cambiaría si desapareciera.

Lo que no sabía era que sus amigos pasaban algo similar, y uno en específico, exactamente lo mismo.

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Se levantó y miró en el espejo. Ahí estaba él, con sus horribles mejillas regordetas, ese cabello grasiento y asqueroso, esa nariz pequeña y desagradable y esos ojos de color indefinido que tanto odiaban. ¿Eran verdes o marrones? No lo sabía y eso le molestaba.

Había lidiado con eso desde la secundaria, y ahora, con veintidós años, sabía que no debía preocuparse porque alguien se enterara. Nadie lo haría. Ni siquiera su novia.

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Llevaba veinte minutos en la balanza, mirando la pequeña pantalla que marcaba cuarenta kg. Negó con la cabeza y maldijo entre dientes. Su mente le hacía creer que la cifra era setenta y cinco y eso le daba ira. Él se esforzaba tanto por no subir de peso...

Todo había empezado hacía siete años por ella.

Layla Benson, su primer amor.

¿Cómo puede ser que una chica lo convirtiera en esto?

La verdad es que ella nunca lo había tomado en cuenta, y él, desesperado por conquistarla, buscó cambiar para gustarle. La oyó decir que le gustaban los chicos flacos, y decidió deshacerse de esa barriga mediana que poseía.

Pasó un año, pero cuando se decidió a confesarle su sentir y mostrarle su "versión mejorada", su mundo se vino abajo cuando supo que ella se había mudado lejos.

La tristeza le impidió comer, y cuando lo superó, devolvía la comida que ingresaba a su organismo. Ahora, con veintiún años, lo único que lo mantenía vivo era su pasión por la música.

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Preparaba su desayuno, cuando vio una imagen en la tostadora. Un hombre le devolvía la mirada. Tenia el cabello enmarañado, grandes bolsas bajo sus ojos, y éstos hinchados por ¿llanto?

Supo entonces que se trataba de él mismo. Hacía mucho que había dejado de usar espejos, y rara vez de daba cuenta de su estado. Suspiró con pesar y recordó cómo era su vida antes de todo aquello. Siempre le habían dicho que era muy alegre, cosa que era verdad. Él era capaz de sacarle una sonrisa a todo aquel que tuviera un mal día.

Pero ahora parecía haber absorbido todos los problemas ajenos, y esa energía que lo caracterizaba se había esfumado.

Recordó con recelo a su padre, quien los había abandonado a su madre y a él a la edad de tres años. Pensó que tal vez, si él hubiera estado a su lado, esto no le habría pasado. Sin embargo, el novio de su madre lo apoyo cuando lo necesitaba.

Sí, pero no era lo mismo.

Ya había olvidado exactamente qué causaba su depresión. ¿Sería su complejo de inferioridad? ¿El hecho de ser burlado por sus amigos? Aunque se riera con ellos y supiera que era broma, en el fondo eso lo lastimaba.

Se sentía ahogado, sin salida. Daría lo que fuera por volver a ser ese chico simpático y que sus ojos zarcos brillaran como antes.

Hasta que eso pasara, si es que pasaba, actuaría naturalmente.

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Espero que les guste esta historia.

With A Little Help From My FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora