Capítulo 3

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Desperté de golpe, había tenido una horrible pesadilla. El reloj marcaba las dos de la mañana. Di algunas vueltas en la cama, y comprendí que me sería imposible volver a dormir. Suspiré y me vestí.

Salí a caminar hasta que llegué a un parque. Como era de esperar, estaba desierto. Sólo la luna iluminaba el espacio, y una leve brisa balanceaba los columpios, haciendo que las cadenas que los sostenían chirriaran.

Me acosté en el césped y cerré los ojos. Los grillos cantaban y el clima era perfecto. No hacía calor ni tampoco frío.

Si que supiera exactamente por qué, lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Estaba acostumbrado a esto. Pude desahogarme con libertad, sabía que nadie me oiría.

Estuve así alrededor de veinte minutos. A decir verdad, me sentí mejor. Mi vida apesta...Es decir, siempre lo hizo.

Hasta que conocí a Mo.

Es la chica más linda y dulce que he conocido. ¡Y ella me escogió a mí! Eso me da motivos para seguir adelante, saber que le importo a alguien.
Aunque no vivamos juntos, ya que ella dice que prefiere tener su propio espacio, nos vemos a menudo. Hace poco me dio una gran noticia, la cual hizo que desde entonces mis pensamientos se desviaran de la depresión y las posibilidades de suicidio, y se centraran en pequeños calcetines azules o rosados, pañales y biberones...

Seguro adivinaron, pero lo diré de todos modos. ¡Voy a ser padre!

Estoy tan emocionado, no puedo esperar para pedirle que se case conmigo. No encontré el momento indicado aún, pero siempre cargo la caja con el anillo, por si acaso.

De pronto una idea cruzó mente: ¿Por qué no hacerlo ahora

Me levanté de un salto y corrí hacia su casa. Pensé que sería más romántico si entraba por la ventana que da a su habitación, como Romeo y Julieta. Así que tome una escalera que había y la acerqué a la ventana. Comencé a subir soltando pequeñas risitas, me sentía como un niño feliz otra vez.

Pero al mirar dentro del cuarto, todo en mi interior se derrumbó otra vez.

Maureen estaba en la cama con otro hombre, y por la ropa tirada en el suelo, no tardé en atar los cabos sueltos. Debí hacer ruido o algo parecido, ya que ambos voltearon a verme. La cara de Maureen se deformó en una re pánico, y la de él en una de confusión. Bajé lo más rápido que pude y salté desde el tercer escalón, torciéndome el tobillo al caer al suelo. El dolor de esa parte de mi cuerpo era insignificante en comparación al dolor de mi corazón. Corrí hacia la casa que compartía con los chicos, y tratando de hacer el mínimo ruido posible, me dirigí al baño y cerré la puerta. Me vi en el espejo y noté cómo las lágrimas fluían por mis mejillas, una tras otra. Quité el espejo y vi el escondite donde guardaba mis cuchillas. Tomé una de aproximadamente cinco centímetros de largo y tres de ancho, que brilló cuando la luz le llegó directamente. Me quité la camisa y pasé la cuchilla por mi brazo izquierdo rápidamente. Por unos segundos no pasó nada, pero pronto se formaron lineas que seguían el recorrido del filo, y pequeños globos rojos afloraron en mi piel. Después de pasarlo por el mismo lugar varias veces, la sangre comenzó a desbordar. Corté mis muñecas, mis antebrazos, mi estómago, mis piernas...

Iba a hacer el corte que terminaría con todo, el anhelado corte vertical en la muñeca, pero ya estaba algo mareado por la pérdida de sangre y la cuchilla cayó de mis manos. Caí al suelo con un golpe sordo.

Lo último que vi antes de desmayarme fue a George, quien se acercó corriendo y me vio horrorizado, mientras repetía mi nombre incansablemente.

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No me gustó este capitulo ;-; ¿Y a ustedes?

With A Little Help From My FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora