Capítulo 15

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—...Pero no sé. Realmente no sé lo que siento por él, y no quisiera darle falsas esperanzas.

—Bueno, hemos hecho un avance. Podríamos decir que uno de los factores de su depresión es que no sabe qué siente por su mejor amigo.

—Tal vez.

—Dejemos aquí hoy ¿le parece?

—Vale, hasta la próxima, doc.

Caminé por el pasillo haciendo caras raras a los pacientes que me miraban. ¿Que acaso por ser un beatle no puedo necesitar ayuda? ¡Soy un ser humano normal!

Millonario y extremadamente talentoso, pero normal.

Espera ¿qué hace aquí? Tan despeinado y desarreglado... ¿de dónde viene? Se ve desorientado, no lo entiendo.

—Oye ¿estás bien?

—¡Oh, John, fue increíble!

—¿De qué hablas?

—Al principio no me gustó porque era muy amargo...Pero luego llegaron los unicornios que reían...eran tan graciosos—expresó entre carcajadas—Luego Melissa me besó...y cuando se sacó la blusa ¡tenía cinco senos!

—¡No te entiendo, Paul!

—Me duele la cabeza y tengo hambre ¿vamos a comer algo?

—Me das miedo.

—No le digas a John que probé la marihuana sin él, no quiero que se enoje conmigo.

—¡¿Probaste la marihuana!?

—¡Shh!

La gente nos miraba raro porque él puso su índice en mis labios. Lo aparté de un empujón, y él, con una pícara sonrisa me llevó a rastras a nuestro cuarto.

—Paul, sigues drogado.

—No, para nada.

—Claro que sí. Tienes que descansar y esperar a que se te pase, si algún doctor te ve en este estado...

—Si ilguín dictir ti vi in isti istidi...Qué aburrido. ¿Qué pasó con el John divertido, el rebelde? ¿Acaso Brian lo dominó?

—Brian nunca podrá dominarme...

—¡Ya te dominó! ¡Te hizo su perra obediente!

—¡Eso no es cierto!

—Sí lo es.

—No lo es.

—Sí.

—No.

—Sí.

—No.

—Sí.

—¡Que no!

—¡Que sí!

—Agh, ya cállate.

—No quiero.

—Te dejaría solo, pero eres capaz de tirarte por la ventana.

Rió. Nunca había reparado en su risa. Era bonita.

De golpe comenzó a temblar y sudar. Ahora, en su rostro la sonrisa se había esfumado, dejando en su lugar una mueca de profundo terror. Llevó ambas manos a su cuello y tomó pequeñas y cortas bocanadas de aire. No comprendía qué le estaba sucediendo, pero sin duda no era bueno. Le pregunté qué le pasaba, pero lo único que obtuve como respuesta fueron unos sollozos y gimoteos. Paul estaba llorando.

Debí ir a pedir ayuda, pero en lugar de eso me quedé sentado en la cama a su lado, abrazándolo. Su respiración era pesada, y los latidos de su corazón cada vez más acelerados. Nunca había visto algo así, no sabía cuánto duraría ni qué cuál era la causa, lo cual aumentaba mi preocupación.

Pareció haber pasado una eternidad hasta que Paul se calmó, pero al mirar el reloj que colgaba de la pared noté que sólo habían pasado diez minutos. Yo estaba sentado como indio, y él estaba hecho bolita en el espacio de mis piernas, con mis brazos rodeando su espalda y su pecho. Su cabeza reposaba en mi hombro, ambos mirábamos hacia adelante.

—¿Estás bien?—Dije en voz baja. Temía que si hablaba muy fuerte rompería la pequeña paz que había logrado conseguir mi mejor amigo.

—Eso...eso fue horrible...—Susurró. Aún brotaban algunas lágrimas de sus ojos.

—Lo sé...

Giró su cuerpo, haciendo que nuestros rostros quedaran a escasos centímetros de distancia. Sentí sus piernas cerrarse alrededor de mi cintura y entré en pánico. Yo aquí dudando de mi orientación sexual y él hace esto ¿es en serio? No es justo.

—Paul...

Él no contestó. Había cerrado los ojos y fruncido los labios como si...esperara...un... ¿beso?

Salí unos minutos después del cuarto, Paul había caído dormido. Me apresuré a buscar la oficina de mi psicólogo, y entré sin tocar la puerta. Tenía demasiada adrenalina dentro mío como para pensar en modales.

—John ¿qué haces aquí? Tu próximo turno es el jueves.

—Lo sé, pero necesito decirle algo urgentemente.

—¿De qué se trata?

—Acabo de besar a mi mejor amigo.

With A Little Help From My FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora