Capítulo 8

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—Necesitamos fuego—Dijo después de un rato de silencio.

—¿Para qué?

—Estamos en el medio de la nada y está lloviendo. Necesitamos calor.

—Ah...Usemos algunos de los muebles.

—Buena idea. Hay un escritorio en el otro cuarto.

—Vamos.

Entre los dos lo transportamos hasta la sala y partimos las patas. No fue difícil, puesto que la madera estaba seca. Juntamos algunas rocas de afuera y formamos un círculo, donde pusimos los trozos de madera. El problema era encontrar la forma de hacer fuego.

—Y pensar que nuestros antepasados podían hacerlo tan fácilmente.—Expresó con pesar golpeando una roca con otra intentando formar una chispa.

—Sigue intentando, George.

—No puedo. ¿Seguro que no tienes fósforos o un encendedor?

—No, se me debió haber caído cuando corrimos.

—Yo no me fijé, espera—hurgó en sus bolsillos y sacó un pequeño encendedor dorado—¡Ajá!

—Starkey-Harrison 1 - Cavernícolas 0.—Reí mientras encendía la fogata.

—Starkey-Harrison es muy largo, deberíamos inventar un nombre juntando los dos apellidos.

—¿Cómo cuál?

—Emm...Harristarr.

Solté una carcajada y él también.

—Suena a que quieres decir "Harry está" como un cavernícola.

—A ver si se te ocurre algo mejor. Mira, si en diez segundos no tienes otra opción, nos llamaremos Harristar hasta que muramos. Diez...Nueve...Ocho...

Comencé a pensar, pero no se me ocurría nada.

—Cinco...cuatro...tres...dos...

—¡Starrison!

—¿Qué dijiste?

—Starrison.—sonreí—Así nos llamaremos. Bueno, no realmente, nuestros nombres siguen siendo George y Ringo—reí—Pero tú me entiendes.

—Starrison—dijo lentamente, como saboreando el nombre—Me encanta.

Sonreí y me levanté del suelo.

—¿A dónde vas?

—A la cocina, no tardo.

En menos de cinco minutos, había regresado con las galletas.

—¿De dónde las sacaste?

—Estaban ahí cuando llegamos.

—¿Están en buen estado?

—Eso parece. Ten—Le extendí una y él la tomó dubitativo.

—¿Cuántas calorías tiene?

—El paquete no lo dice. Ahora come.

—Pero...

—Hazlo por mí, Georgie.

—Está bien...

Llevó el aperitivo a sus labios y lo mordió, para luego comenzar a masticarlo.

—¿No crees que John y Paul estarán preocupados? No te ven hace días, lo último que les dije es que estabas en el hospital. Y eso fue hace una semana.

—Deben estar muy ocupados besándose o algo.—rió—Mañana regresaremos.

—Está bien.

Comimos las galletas mientras conversábamos. Poco a poco el fuego se fue apagando y nuestros ojos cerrando. Dormimos acurrucados para no perder el calor.

With A Little Help From My FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora