Capítulo 16

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—¿Qué escribes, George?

—Nada.—Murmuró sin apartar la vista del pequeño trozo de papel.

—Dime.

—No quiero.

—George, a la una...

—Oh, no...

—A las dos...

—Ringo, por favor.

—¡A las tres!

Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, ya lo estaba atacando con cosquillas. Su risa resonaba por el salón donde estábamos, y en poco tiempo soltó el papel que aferraba en su mano izquierda.

12/5/65
Un vaso de agua (5 calorías)
+
Tres galletas (40 calorías)
=
45 calorías
+purga
0 calorías

20/5/65
Una naranja (10)
+
Dos sándwiches (100)
+
Medio pastel (350)
+
Helado (20)
+
Chocolate (50)
+
Jelly Beans (20)
=
550 calorías
+purga
0 calorías

Estaba horrorizado. George no sólo se estaba haciendo daño, sino que además llevaba cuenta de ello. ¡Había pasado ocho días de ayuno! ¡Y cuando comía, vomitaba! ¿Acaso nadie pensaba ayudarlo?

George...

—¿Qué?—Susurró sin levantar la mirada. Estaba avergonzado.

—Georgie, mírame.

—No puedo...


Me arrodillé frente a él y levanté su mentón con cuidado. Nuestros ojos se encontraron, los suyos estaban un poco cristalizados.

—No puedes seguir así, George. Hablaré con los médicos para que te ayuden con esto.


—Pero no saben cómo. Sólo me dan comida y esperan a que me cure mágicamente. Además le miento a la psicóloga...


Comencé a desesperarme. La ayuda era mucho menor de lo que pensé, y, como si fuera poco, él no la aprovechaba. Tenía que hacer algo, pero no sabía qué.

—Yo lo resolveré, Rings. Después de todo, yo me metí en esto.


—Pero te ayudaré, sabes que no te dejaré solo.

—Gracias.—Sonrió, haciendo que yo lo imitara.

—De nada.

Comenzamos a caminar por el hospital, hasta que sentimos pequeños pasos avanzar a toda velocidad hacia nosotros y cuando me di cuenta, Marian se había trepado a la espalda de George y lo abrazaba del cuello con fuerza.

—¡George! ¡Te extrañaba!

Sólo hubo palabras ahogadas y manotazos al aire como respuesta. Rápidamente hice que la niña se soltara de mi amigo y quedara aferrada a mi cuello. George recuperó el aire que había perdido.

—Yo también te extrañaba, Marian—dijo entre jadeos—Pero casi me ahorcas.

—Lo siento...

Le pregunté a George si quería que los dejara solos, y él asintió. Si no es mucha molestia, dijo, como si temiera que me ofendiera.

Dejé a "padre e hija" y seguí mi camino. No faltaban las personas que se acercaban a pedirme un autógrafo, el cual yo firmaba con una sonrisa falsa y la actitud más amable que podía. ¿Por qué está en el hospital? ¿Se encuentra bien? ¿Dónde están los demás?

—Son asuntos privados.—Repetía a cada uno, y es que sabía que su preocupación no era verdadera. No nos conocían, lo único que nos relacionaba es que nosotros éramos sus ídolos y ellos nuestros fanáticos.

Alguien chocó conmigo, haciendo que ambos cayéramos al suelo. Al levantar la mirada, noté que era Paul.

—¿Estás bien?—Me preguntó, levantándose y tendiéndome la mano, que yo tomé para poder estar en pie.

—Sí... ¿Qué pasó?

—No vas a creerlo. Vamos a la cafetería y ahí te cuento, estoy famélico.

Después de que comprara un sándwich y un jugo, comenzó a explicar lo que había sucedido. Podía sentir cómo mi cara formaba distintas expresiones. Asombro, confusión, gracia...Hasta que llegó a la parte más importante.

—¿Lo besaste?—Pregunté en un susurro, aunque tuviera ganas de gritarlo.

—Sí...

—Wow ¿Y cómo se siente?

—¿Cómo se siente qué?

—Besar a un hombre.

—Pues...No es muy diferente a besar una chica, sólo que él tiene labios duros.—Rió.

—¿Y él te correspondió?

—Sí...

—¡Qué emoción!

—¿Qué emoción qué?—George nos sobresaltó a ambos. Marian tomaba su mano.

—John y Paul se besaron ¡el Mclennon existe!

—¡No puede ser!

—No es para tanto...

—¡Claro que sí, es increíble!

—¿Qué es increíble?

Los tres volteamos a verlo. Paul comenzó a tocar su oreja, como hacía siempre que estaba nervioso.

—Nada...

—Chicos, qué conveniente encontrarlos a todos aquí.—El doctor Wallace apareció, con una gran sonrisa en su rostro.

—¿Qué sucede, doctor?

—Les daremos el alta. Pueden irse, sólo necesitan terapeutas permanentemente y estarán bien. Su mánager vendrá por ustedes en unas horas.

—¡Genial!

Luego de empacar, Brian nos fue a buscar. Mientras nos alejábamos del hospital, los chicos hablaban tranquilamente entre ellos y Marian dormía en el pecho de George. Todo sería diferente ahora, él tiene una niña que cuidar, lo cual es una gran responsabilidad. No puede seguir haciéndose daño si tiene que cuidarla.

¿O si?

With A Little Help From My FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora