—No me pondré esto.—John arrojó la bata del hospital al suelo.
—Tienes que hacerlo.
—Lo dices porque tú no estás lleno de cortes.
—No creas que es más sencillo para mí. ¿Has visto toda esta horrible grasa? ¡La bata me asfixia!
—Sólo pónganse la maldita bata.
—Tú cállate, Ringo.
—¡Este color me hace ver más horrible de lo normal!—se quejó Paul—¿No lo tienen en otro color?
—No saldrán de aquí con esa actitud.—Melissa hizo un gesto de desaprobación. Los cuatro voltearon a verla sonrojados, pues sólo tenían ropa interior.
—¿Cómo entraste?
—Eso no importa. Tienen que hacer caso a lo que ordenan aquí, sólo así podrán irse.
—¿No se supone que nos vayamos cuando estemos mejor de la cabeza?
—Dudo que eso pase, cariño. Ahora vístanse.
—¿Puedes dejar de mirarnos? Nos pones nerviosos.
—Habla por ti.—Dijo Paul, para luego guiñarle el ojo a la chica, quien le devolvió el gesto.
—Los veré más tarde.
Dicho esto salió y los cuatro se pusieron las batas de hospital. En realidad eran camisones sin mangas semitransparentes, pero a su forma de vista todo era lo mismo. En cuanto a los pies, debían usar unas sandalias.
—Esto es tan humillante...
—Cállate, Harrison. Por tu culpa estamos aquí.
—¿Ahora es mi culpa?
—¡Claro que sí! ¡Tú te desmayaste y nos hiciste gritar nuestros putos problemas! ¡Si no fuera por tu estúpida anorexia no estaríamos aquí!
John tenía razón. George quiso llorar, pero no le daría el gusto.
—¡Yo no fui el primero en gritar mis putos problemas! ¡Fue culpa de Paul!
—¿Cómo que mi culpa?—Intervino éste.
—Tú empezaste con tu "il minis ni iris fii y sin tilinti quimi yi".—¡No me hagas burla!
—¡Ustedes cuatro, ya no aturdan!
—Lo sentimos, señor guardia...
—¿Harold French? El doctor Rawell solicita su presencia en su consultorio.
—Detesto que me llamen Harold—George se fue mascullando.
—Winston Stanley, el doctor Sanders está listo para su sesión con usted.
—Henry Parkin Jr, pase al consultorio de la doctora Scrumpbell, por favor.
—¿Y yo?
—Usted espere, señor Mohín. Ellos tienen un diagnóstico serio, lo suyo es sólo baja autoestima. No es realmente un problema clínico. De todos modos le enviaremos un psicólogo más tarde.
—Vale...
----
John se sentó frente al hombre de cabello rubio prolijamente peinado. Su oficina tenía las paredes pintadas de un color crema, con varios títulos colgados en ellas. El escritorio era de roble, al igual que las sillas, y en él había un portaretratos con una foto de lo que John supuso era la familia de Sanders.
—Así que...Winston Stanley.
—Por favor, doctor. Sabe que me llamo John Lennon.
—Por razones de seguridad debo llamarlo Winston Stanley.
—Vale...
—Así que dígame ¿qué es lo que lo aqueja?
—No le encuentro sentido a seguir respirando.
—Vaya, no creí que lo diría tan rápido.—Quiero irme de aquí cuanto antes, debo cooperar para lograrlo.
El doctor lo miraba fijamente, haciéndolo sentir incómodo. John sentía que podía ver toda su alma con esos ojos, todos sus secretos y penas, y eso le aterraba.
----
George estaba nervioso. Sería la primera vez que hablaría tan profundamente con alguien sobre su problema. Claro que él no consideraba que fuera un problema.
—Muy bien, señor French. Voy a hacerle algunas preguntas y necesito que conteste con absoluta franqueza. Sólo así podré ayudarlo.
—Está bien...
—¿Come a solas?
Asintió apenas con la cabeza.
—¿Tiene bajas expectativas con respecto a usted y a los demás?
—Siento que todos van a progresar menos yo...
—¿Siente que usted es defectuoso, que es incapaz?
—Absolutamente.
—¿Su familia lo sobreprotegía cuando era niño?
—Sí.
—¿Qué es lo primero que piensa cuando oye la palabra delgado?
—Éxito.
—¿Y cuando oye la palabra gordo?
—Fracaso.
----
Ringo se desahogó cinco minutos después de iniciada la sesión, un avance según la doctora. Entre balbuceos casi incomprensibles, relató cuándo había comenzado todo, el abandono de su padre, lo inferior que se sentía en comparación con sus compañeros, etcétera.
—Y sé que todo es broma...Que ellos me quieren...Pero igual me duele.
—Tranquilo, no es el primero ni el último en pasar por eso. Hemos avanzado mucho, considerando que es la primera sesión. Muchos tardan hasta quince sesiones en desahogarse de esa forma.
—¿Dice que estoy exagerando?—No, para nada. Cuanto antes se desahogue, antes podremos resolver todo esto.
El ojiazul asintió, sin apartar la mirada de sus manos. No sabía si estaba haciendo lo correcto al revelarle tantas cosas a una desconocida. En toda la sesión no la había mirado a la cara, pero cuando levantó la mirada y vio sus ojos oscuros, se tranquilizó y se sintió protegido. Tal vez las cosas empezarían a salir bien a partir de ahora.
ESTÁS LEYENDO
With A Little Help From My Friends
FanfictionEl líder tiene una actitud rebelde y despreocupada, que esconde muy bien su inseguridad. Su mejor amigo posee unos bellos rasgos, lo que lo hace todo un galán. Muy pocos sabían que en realidad su espejo alteraba su imagen, haciendo que se viera hor...