Capítulo 12.

288 8 0
                                    

-¿Angie sí puede salir con uno de veinticinco y yo no? – les pregunto enfadada.

Titubeando, saliendo ya del instituto, les he contado sobre lo de anoche y que ahora me voy con Louis. Primero han puesto una cara de sorpresa tremenda, luego se han mirado entre ellas como si yo estuviera loca. Entonces se han girado a mí con una mirada de desaprobación. Me han gritado que si era yo ahora la loca cuando les he dicho la edad de Louis, pensando que no me dirían nada porque a Angie no le han regañado por pasar todo el día de ayer con el amigo de Louis.

-Harry se portó genial. Tú las veces que has estado con Louis casi mueres – ha dicho Angie cuando les he avisado que ahora me iba a ir a comer con él.

-Exagerada – le he dicho yo rodando los ojos.

Un deportivo negro derrapa delante de las escaleras, subiéndose a la acera y apunto de golpear a dos alumnos. Me doy la vuelta y les suplico con la mirada que se tomen bien que vaya con él.

-Tú sabrás lo que haces – me dicen las tres.

Después de darle un beso a cada una, bajo corriendo las escaleras que me faltan y me meto en el coche.

-Vamos – le digo con una mirada significativa. Una sonrisa desconcertada aparece en él -. Ve al final de la calle, corre – le digo entre dientes, para luego girar hacia la ventanilla y sonreír exageradamente a mis amigas a la vez que muevo mi mano como despedida.

Cuando llega al final de la calle, para. Es entonces cuando me lanzo a él dándole un gran beso en los labios. Después un pico y luego otro.

-Es que mis amigas tienen miedo de ti, y si me ven dándote estos besos… - le digo y lo beso apasionadamente – me sacarían del coche y me llevarían a casa.

-¿Y tú no me tienes miedo? – me sonríe, moviéndose en el asiento y quedando frente a frente.

-No, ya no – le sonrío de vuelta.

Hace un mohín.

-Daba más morbo cuando te daba miedo – dice con una expresión triste, pero a lo que yo me pongo tensa.

Es recordar lo de anoche… y una corriente de aire caliente me atraviesa entera.

-T-Tú nunca me has dado miedo.

-Eso no es lo que le dijiste a Liam – ríe.

No le respondo y Louis se pone en marcha. Lleva una camiseta básica blanca que hace que se le vea el tatuaje del pecho y una cazadora vaquera encima y remangada, enseñando el pájaro que tiene en su antebrazo derecho.

Pensando que iba a girar la rotonda a la derecha, busco en mi mochila el móvil. Anoche les mandé a mis padres como unos veinte mensajes para saber cuándo venían, porque si me pillan saliendo con un chico de siete años mayor que yo y que parece peligroso, me ahorcan. Viendo que no me han respondido, vuelvo a mirar al frente, y caigo en la cuenta de que hemos cogido la salida que sale de Selville centro.

-¿A-A dónde vamos?

-A mi casa.

Trago el nudo que se me acaba de hacer en la garganta.

-¿Ahora sí me tienes miedo? – sonríe apartando su vista de la carretera.

-Un poco.

Louis ríe. Y su risa me saca una sonrisa.

Cuando llegamos a la periferia norte, todo es como lo que cuentan los padres de Selville para que no te acerques a los alrededores. Son coches destrozados los que están aparcados a los lados de las aceras y edificios abandonados en vez de tiendas y lugares de ocio. Donde tendrían que haber jardines o parques, hay fuentes vacías y terrenos secos, sin hierba.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora