Capítulo 23.

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Golpeo con todas mis fuerzas el coche de Harry. A patadas y a puñetazos. He quebrado la ventanilla derecha trasera y he dejado más sangre de la que caía por mis nudillos.

Vaya pena de Mercedes Benz S-Class Coupe.

-¡Louis, joder! – me aparta Harry cuando cruza la carretera.

Angie me mira impresionada mientras se abraza a ella misma por el frío de la noche. Harry me coge de la cara y me obliga a mirarlo. Lo aparto de un empujón.

-Tú sabes dónde vive – me acerco rabioso a Angie, señalándola -. ¡Dímelo! – la empujo.

Harry me coge por detrás de la chaqueta vaquera y casi me tira al suelo por la inercia.

-Cuidado, Tommo – se pone delante de ella -. ¿Qué coño pasa?

-¿Que qué coño pasa? – le grito -. ¡Que el imbécil ricachón ese la ha violado! – me acerco a él y lo empujo de nuevo, provocando que pise a Angie -. ¡La ha forzado, Harry!

Los ojos de esos dos casi salen de sus órbitas y Angie se pone una mano en la boca, horrorizada.

Soy yo el que ahora no aguanta y, poniendo ambas manos en mi cintura y apretando mis labios, dejo que se me escapen unas cuantas lágrimas. Angie corre hacia la puerta y toca desesperadamente. Harry se queda conmigo y, tras unos minutos en silencio, cuando ya Maggie ha abierto lentamente la puerta y ha dejado que Angie entrase, me abraza.

-Venga, tío – su mano golpea mi espalda.

-Necesito saber dónde vive. Lo mato, Harry. Lo mato – le digo entre dientes, mirándolo a los ojos.

Harry no dice nada y me deja golpear por última vez la llanta de una rueda, provocando que se caiga. Me apoyo en la parte de arriba del coche e intento planear cómo hacer a Matt colgar de la grúa. Doy unos dos golpes más y sé que Harry está observando mi estado colérico, quedándose atónito como estos tres meses. Para él, esto supuestamente me tendría que hacer sentir bien, pues, aunque no haya sido por mí, le han hecho daño física y emocionalmente. Y la verdad es que, posiblemente, me duela más a mí que ha ella. Una magia negra ronda por mi alrededor. A lo mejor tengo mal de ojo. Quizá todos los planetas se hayan alineado para mandarme toda la energía negativa existente en el universo, porque a toda la gente le salen bien las cosas en las que ponen empeño. Yo llevo pensando una manera de hacer que la familia Singht se acuerde de mí y de lo que me hicieron durante años y lo que he conseguido ha sido enamorarme de Maggie.

-Entonces, este viernes es la inauguración ¿no? – me pregunta Harry al cabo de un rato, intentando que mi mente viaje a otro lado.

-Sí.

-Has hecho bien en contratar a Zayn como relaciones públicas. Va a ir toda Selville.

-Ya.

Viendo que solamente voy a responder con monosílabos y que no voy a dar ni un atisbo de emoción por la apertura de otra de mis discotecas, vuelve a callarse y a esperar a que salga Angie.

Un todoterreno negro se mete en el camino que dirige a la cochera, pero no llega a aparcarlo allí dentro. Se para fuera y esa mujer latinoamericana, sale del coche y anda hacia nosotros.

-Perdonad, ¿buscáis a alguien? – pregunta, un poco desconfiada.

Madre mía, no ha cambiado. Nada. Es que ni siquiera le han salido arrugas. Su piel morena sigue irradiando el sol de Puerto Rico y sus ojos marrones el cariño que siempre transmiten. Su incómoda sonrisa tampoco se ha deteriorado, y puedo decir que incluso está más blanca. Parece que no han pasado los años por su cuerpo. Sigue teniendo la misma figura que cuando me adoptó.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora