Capítulo 9.

297 8 0
                                    

Su mano acaricia mi cuello hasta que llega a la nuca. De ahí, me acerca y me besa hasta que choco contra su mesa.

-¡Ay!

Antes de que pueda sobarme el muslo, él se adelanta haciéndolo sin apartar sus ojos de los míos. En un rápido movimiento, me sube al escritorio y se coloca muy pegado entre mis piernas.

-Por qué mierda te pones este vestido – dice jadeando y su mano acaricia todo mi cuerpo, desde mi cuello hasta una parte que la tengo muy, muy mojada.

Él sonríe.

Su mano se cuela estratégicamente y aparta mis bragas. Un dedo entra en mi interior.

-Ah…

Mis uñas se clavan en su cuello y noto cómo su sonrisa se ensancha sin siquiera abrir los ojos.

Son dos dedos ahora lo que siento. Un torbellino me recorre entera y despierto. Una gran excitación sigue ahí, pero mi cerebro ha reaccionado. La mano que tenía detrás de mí para mantenerme sobre el escritorio vuela hasta donde él tiene la suya.

Nuestros ojos se abren a la vez.

-Para.

-¿Por qué? Si te gusta.

Un gemido sale de mi boca cuando los introduce más hondo.

-Que pares – me cuesta hablar, pero lo consigo.

Con bastante fuerza consigo apartar su mano.

-Lo siento si te he hecho sentir incómoda, Maggie – se disculpa dando un paso hacia atrás.

Mis ojos se mueven de nuevo por la habitación intentando no encontrarse con los azules de Louis. Mis pensamientos flotan en el aire dándole a entender lo que estoy pensando. Debería tener miedo de que Louis me tocase, de que se me acercase. Y no lo tengo. Cuando me besa, quiero que dure para siempre. No quiero soltarme de sus brazos cuando termina de abrazarme. Quiero oler siempre su colonia cuando bailamos, que se me quede pegada en la ropa. Quiero ver su cuerpo desnudo lleno de tatuajes y su blanca sonrisa. Quiero tenerlo a él.

Mi característico sentido racional no sale a la luz pues no me dice que tengo que salir de este lugar, que no tengo que volver a la periferia de Selville. Tampoco que me aleje del chico de veinticinco años que me come con la mirada, ese que tengo en frente. Que yo tengo diecisiete años y mañana instituto, y que debería estar durmiendo hace dos horas. Que no me tendrían que dar estos repentinos actos de rebeldía, que tengo que ser buena porque los papás no están en casa.

Pero nada de eso oigo por mi cabeza, sólo el deseo de estar con Louis.

-¿Quieres venir a casa?

-Mañana tengo clases.

-Me encargaré que estés despierta para ir – ríe ante su gracioso comentario.

A mí se me escapa la sonrisa, aunque le doy un empujón al hombro.

-¿Eres la típica chica de estas malotas que se escapan de casa cuando sus padres no están?

-¿Cómo sabes que mis padres no están aquí?

-Soy más inteligente de lo que crees – mi sonrisa desaparece con una mueca de confusión y miedo, por lo que él ríe -. Aparte de que cuando te recogí para nuestra primera cita, tus padres no estaban y me dijiste que iban a tardar en llegar de sus ansiadas vacaciones románticas sin… - carraspea – su hija.

-¿Te dije yo eso? – le pregunto de lo más extrañada. Estoy segura que no le mencioné nada de mis padres.

Me tiende su mano, pero ante mi tal gesto divertido de asco, la cambia por la otra, no sin antes chupar los dos dedos pegajosos para probarme. Ahora piso el suelo.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora