Capítulo 14.

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Tres meses después.

 

-¿No estás nerviosa?

Su brazo se cuela por mi espalda baja y me acerca a él cogiéndome de la cintura. Deposita un beso en mi cabeza mientras yo pienso en la pregunta. Al ver que no respondo, me agita con su agarre.

-¿Por qué debería estar nerviosa?

-Mañana es tu cumpleaños y no todos los días se cumple dieciocho años, cielo.

Su apelativo es lo que me hace sonreír, porque no quiero cumplir dieciocho años. Los diecisiete son perfectos. Los dieciocho van unidos a mucha, demasiada responsabilidad seguida de cabeza y de planear un futuro. Si los miras por esa parte y no por la de descontrol y fiestas, te dan ganas de volver en el tiempo.

Querer volver a nacer y no haber cometido ni una tontería peligrosa.

-¿Qué te vas a poner?

-¿Para qué? – me hago la desentendida, sonriendo.

-Venga, ya sabes que tienes una fiesta sorpresa esperándote.

-¡Matt! – le golpeo en el hombro, separándome de él -. Por lo menos haz como que quieres seguir guardando el secreto. Ya la jodiste bastante – le miro con los ojos entrecerrados.

El “¿el sábado tienes algo que hacer? Como es tu cumpleaños pensaba llevarte a algún lado, ponte guapa” lo delató bastante. Y luego que le pillara diciéndole a mi madre que sería raro que volviera para dormir el día de mi cumpleaños, porque me han preparado una fiesta sorpresa, confirmó que mi novio no es para nada cauteloso en aspecto de guardar secretos.

Los dedos de mi mano derecha se entrelazan con los de su izquierda y una sonrisa nos llena a los dos. Seguimos caminando por el gran centro comercial, de estilo clásico, del centro de Selville mientras miro los escaparates de las tiendas sin interés, hasta que veo una cadena dorada realmente bonita, preciosa, de hecho. Se parece mucho a la que hace unos tres meses me arrancaron, nada más que esta brilla más y el colgante es un fino círculo con un corazón sellado. La que me regaló mamá llevaba un corazón en relieve, el colgante que más me ha gustado en la vida. Mi preferido. Y que ahora no está por haber sido una estúpida gilipollas.

Le suelto la mano a Matt y me acerco a la cristalera para admirar mejor semejante joya. Sus manos resbalan por mi cintura y él me abraza por detrás. Entonces, un escalofrío que he seguido viviendo después de todo, me sacude. Miro asustada a los lados y me tranquilizo cuando no veo nada raro ni fuera de lo común. Sobretodo cuando no hay ninguna chaqueta vaquera de un azul claro vagando cerca.

-¿Pasa algo? – me pregunta con el ceño fruncido. Al yo negar con la cabeza, vuelve a colocarme en la posición que estaba antes y apoya su cabeza entre mi cuello y mi hombro -. ¿Te gusta?

-Me encanta – sonrío.

-¿Sabes que no tengo todavía un regalo para mi novia? Su cumpleaños es mañana y todavía ella no ha encontrado nada que le convenza – me dice a la vez que me da la vuelta, quedando pegados.

-Te dije que un coche no.

-Ya, pero no me has dicho que no a este collar.

Me vuelve a coger la mano para entrar en la tienda, pero otro escalofrío vuelve a colarse en mi sistema. Todo este tiempo me he estado convenciendo de que estas sacudidas no tienen nada que ver con Louis y mucho menos con que esté cerca, pero es que siempre tenía estas corrientes cuando me acercaba a él que me hacen dudar. Ha habido muchos momentos así, y aunque él nunca rondaba por alrededor, como me prometió, siempre he ido un poco desconfiada cuando pisaba la calle. Creía que hasta ahora ya estaba más que hecha la idea de que los escalofríos no eran por su presencia, pero no. Tengo serios problemas. Y el más grave es cómo tengo grabados sus ojos en mi cabeza.

Me paro y vuelvo a mirar por acto reflejo. Dos más me erizan la piel hasta que mi vello se pone tieso y es cuando me asusto. También cuando veo una cara de lo más conocida corriendo hacia nosotros.

Matt no se da cuenta porque está exigiéndome una respuesta por mi raro comportamiento, pero ese moreno se choca de forma brusca con él casi dándole la vuelta, y el rubio aprovecha su movimiento de cabeza para meter la mano en el bolsillo trasero de sus pantalones y robarle la cartera. A mí no me da tiempo a gritar cuando el gran amor de una que solía ser una de mis mejores amigas lo empuja por el otro lado y Liam le roba las llaves del coche que colgaban por fuera de su bolsillo delantero. Matt no se da cuenta de lo que está pasando hasta que el causante de mis sacudidas y el que me acaba de cortar la respiración, se acerca y lo empuja brutalmente contra el cristal del escaparate de la joyería de lujo.

Cuando Matt grita que le faltan sus llaves y su cartera, ya han echado a correr. Va hacia dos guardias de seguridad y señala a los cinco chicos que corren a gran velocidad por el lleno de gente y amplio pasillo principal del centro comercial. Los dos hombres encargados de mantener el orden en el lugar corren en tal que termina de contar la historia manteniendo sus manos derechas cerca de la pistola que tienen en la correa, pero no los van a coger. Siempre se escapan.

-¿Estás bien? – me acerco a él y le acaricio la cara. Luego, pasando mi mirada por su cuerpo por si el golpe le ha hecho algo.

-Sí – dice con la mirada perdida.

-¿Llevabas mucho en la cartera?

-No, nada en efectivo. Lo que me preocupa es el coche – suspira, mirando al suelo esta vez y pasando una mano por su pelo -. Mi padre me va a matar.

-No si le cuentas lo que ha pasado, te comprenderán.

-¿Te comprenderán? – alza la voz -. No sé si te das cuenta, Maggie, pero me han robado el coche. Tengo que ir a poner una denuncia.

-¿Los vas a denunciar? – pregunto un tanto preocupada.

-No. Claro que no. Me roban el coche y como me da igual me voy a acostarme al sofá – me dice más que enfadado. Después de darse cuenta de lo borde que ha sido y del tono con el que me ha hablado, además de todo el público que ha presenciado la escena desde la estrategia del robo, se acerca más a mí para cogerme la cara con sus dos manos -. Lo siento, amor. Pero no voy a dejar que esos gilipollas sigan a sus anchas con mi coche. ¿Llamas a las chicas y que te lleven a casa? Yo voy a la policía.

-Te acompaño.

 -No quiero que vengas – me mira significativamente -. Mañana nos vemos, preciosa.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora