Capítulo 33.

208 7 2
                                    

Es mentira ¿no? Por un momento se me para la respiración, así, de repente. Es que… ¿cómo coño va a ser Louis el dueño de esta discoteca, de otras tres más y luego del Latin Lovers? O sea… Con lo que me acaba de dejar ahí en el aire de forma indirecta aclara que siempre tuviese y tenga que trabajar por las noches, lo que me preocupaba a mí. Encima me preocupaba más cuando no me quería decir qué llevaba entre manos o en qué cosa trabajaba. Vale, en el Latin Lovers. Pero es que tenía un brillo en los ojos que me indicaba que no se iba a pasar por ese sitio la noche en la que le volvía a preguntar a qué mierda se dedica. Es que no entiendo por qué no me lo ha querido contar.

Es porque es mentira, una broma, ¿no?

-¿Cómo?

-Comiendo lomo – se ríe en mi cara, con un brillo en los ojos que siempre le sale cuando sonríe feliz.

-Pero… y… - titubeo – entonces…

-Maggie, no tengo toda la noche. Tengo que echar a un imbécil de mi local.

-¿Local? – me levanto del sofá, indignada -. ¿Tú crees que esto es un mísero local?

-Pues sí. Otro más.

-¡Otro más! – llego a chillar, un poco escandalizada por… o sea… que tío… Dios -. ¿Por qué nunca me lo habías dicho? ¿Por qué…? Es que… tu casa… tus… ¡Pero cómo eres tan gilipollas de mierda! Siéntate ahora mismo – le ordeno y soy la primera en sentarme de nuevo en el sofá.

Me cruzo de brazos y él rueda los ojos.

-No sé qué quieres que te diga – se sienta.

-Louis, que eres un puto empresario.

Él levanta las cejas restándole importancia, diciéndome subliminalmente que a lo que se dedica no es relevante, nada importante.

-Pensaba que te dedicabas a vender droga por ahí.

Su rostro cambia por completo para echar por la boca una gran carcajada. Cuando se relaja me mira todavía con una risa encantadora y me acaricia la mejilla. Me acerca a su cara y, todavía tocada por la noticia, correspondo a su beso. Me besa, pero sigue sonriendo, lo que me hace hacerlo a mí también.

-Pero tienes que tener mucho dinero – digo cuando termina de besarme. Vuelve a rodar los ojos y adopta la posición de antes -. ¿Tus coches entonces no son robados?

-Algunos sí – gira su cabeza y me sonríe con picardía.

-¿Y por qué vives en la puta periferia? ¿En esa… casa?

-Porque quiero.

-Pero si tú me dijiste un día que ojalá vivieras en un sitio como el mío.

-Eso es algo aparte.

-No te entiendo.

-Vamos a dejar el tema mejor – me manda una mirada que me avisa que no tengo que meter la pata, como últimamente estoy haciendo con él, que no hable más.

Pero es que mi lengua no para.

-¿Y cómo lo has conseguido…? O sea, saliste del orfanato sin nada.

Rueda los ojos otra vez esta noche y aparta su mirada hacia otro lado, girando su cabeza.

En parte todo esto me molesta, porque, vamos a ver, somos novios… Él sabe todo de mí. Ya hasta conoce a mis padres. Y yo solamente sé que vive en los alrededores y algo de su pasado… Me molesta porque parece que no me quiere contar nada, ni cómo ha conseguido todo el éxito que tiene ni lo que le ha costado. Yo estaría encantada de escucharle. Me sentiría, de hecho me siento, muy orgullosa de él.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora