Capítulo 11.

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El plan siempre había estado claro: hacer sufrir a la familia Singth. Pero la cosa fuera de lo común es que no sé si voy a poder. Es verdad que tengo a Maggie siempre metida en la cabeza, y no es por el plan que tengo en marcha. La oportunidad que tuve cuando la niña vino por sus propios pies a la boca del lobo, obviamente que no la desaproveché. De hecho, iba a comenzar a acosarla cuando entrara en época de exámenes, para que se agobiara más aún. Pero cuando le di la mano para llevarla a bailar, algo pasó. Un increíble e irracional escalofrío me traspasó entero, quedándome anonadado por un segundo. Su olor a mango es tan adictivo. Me acuerdo cómo no me pude separar de ella la primera vez que bailamos. También es verdad que su baile me había cautivado por completo.

-Louis, mi amor, en la salsa lineal siempre empieza el chico con un paso hacia delante – me decía Marga, creo que la única mujer que alguna vez me tuvo algo de cariño.

Empecé con la tontería de bailar con mis primeros padres adoptivos. Mi “madre” quiso que supiera todo lo que ella sabía sobre su tierra, y obviamente a bailar, con tan sólo cinco años. Cuando volví al orfanato, era un adicto al baile latino y busqué por todos lados música latina y a personas que la supieran bailar. Fue entonces cuando encontré a Margarita, Marga, una mujer de piel morena y de unos cuarenta años que había viajado de la República Dominicana a aquí por su marido, quien murió a los dos años de casarse.

-Yo siempre he querido tener hijos – decía cuando descansábamos tomando un poco de zumo que ella tenía escondido sólo para mí -, pero no he tenido la oportunidad – sonreía cabizbaja -, y ahora estoy atrapada aquí.

Ella lo que deseaba también era volver a su país, pero no tenía el suficiente dinero para el viaje y para vivir allí con la posibilidad de no encontrar trabajo. Aparte, adoraba a todos los niños a los que cuidaba en el orfanato. Yo era su preferido.

Un día le pisé y ella rió descontrolada.

-Louis, pégate a mí, cielo – me acarició la cara -. Esto es una bachata y no se baila a kilómetros de distancia. Y tranquilo, que aunque tus ojos sean preciosos, no voy a enamorarme de ti.

Hice lo que ella me pidió. En cambio, ella se seguía riendo de mí. Pero es que a los catorce años que tenía, me daba vergüenza y me sentía incómodo bailando de esa manera con ella.

-Tranquilízate. Escucha la música.

Después de unos segundos, le pregunté:

-¿Has conseguido ya billete?

Marga se paró de súbito.

-No, cariño – acarició mi pelo, con un deje de sonrisa.

-¿Te puedo decir una cosa?

-Dime.

-Cuando salga de aquí, me haré rico y te pagaré un vuelo sólo de ida a tu país en primera clase y te daré dinero para que vivas bien mientras buscas trabajo.

Y lo que ella hizo fue reírse otra vez. Aunque lloró cuando hace dos meses atrás llegué al escondido sitio donde crecí con un billete a la República Dominicana y un sobre con veinte mil pesos. Me abrazó y no me soltó casi hasta el día siguiente, cuando salía el avión. Con una sonrisa blanca, aunque con ya sus notadas arrugas, me dio millones de gracias. Como despedida y por el regalo con todo mi cariño del mundo que le había hecho, le pedí una última cosa antes de que pisara el aeropuerto:

-Un último baile conmigo.

Ella sonrió y eso fue lo que hicimos. Y en la misma habitación donde yo aprendí todo lo que ahora sé.

-Esto es una cantidad impresionante, cielo. No puedo aceptarlo. No te lo puedo devolver – me dijo cuando la llevé al aeropuerto, en la puerta de embarque.

-Ya lo has hecho con la bachata – le sonreí.

-Louis, no quiero que ahora no tengas nada para comer y que hagas trabajillos por ahí para ganarte el dinero.

-Tranquila, Marga. Sabes que sé cuidarme – pasé un brazo por sus hombros -. ¿Te acuerdas cuando te dije que primero me haría rico para comprarte el billete? - ella asintió con la cabeza -. Bueno, pues lo he conseguido – le sonreí.

-¡Pero si Sarah me dijo que sigues llevando la misma vida que cuando saliste del orfanato!

-Pero es que yo no voy a cambiar mi forma de vida por el dinero que tenga. De hecho, creo que me gusta tener esta vida. Al fin y al cabo, es la que he llevado desde que nací.

A los cinco minutos, Marga se metió en el avión y no la he vuelto a ver.

Sonrío recordando la carta que me mandó el mes pasado. Decía que estaba recaudando dinero, y que cuando tuviese lo que me había gastado en su billete de primera clase de una de las mejores compañías aéreas del mundo, me lo mandaría. Y también la mitad del dinero que le había dado.

Será cabezota la vieja esta.

-¿Qué haces aquí? – Hugh hace que quite la sonrisa que enmarca mi cara.

-Me debes dinero.

Su antebrazo ahoga mi cuello y hace que quede pegado a la pared con un gran golpe en mi cabeza. Rápidamente le hago lo mismo, girándolo hacia el lado. Mis ojos miran las heridas que ocupan varias partes de su cara. Una pareja de enamorados pasa por nuestro lado y lo suelto disimuladamente.

-Yo no te debo nada. Te lo llevaste todo la última vez – me dice en voz baja y entre dientes cuando la pareja se va.

-Bueno, pues ahora quiero más.

-Bueno, pues ahora no vas a tener más.

-¿Cómo se llamaba? A ver… me lo dijo Styles. Sí. Abby, ¿no? Qué lástima que a una niña de tan sólo dos años le pasase algo.

Vuelve hacer lo mismo que antes, pero esta vez con una fuerza sobrenatural, con una fuerza que sólo la saca el sentido protector de un buen padre y marido que me deja sin respiración.

-Acércate a ella o a Lucie y juro que mueres, desgraciado.´

Lo empujo con la fuerza que sólo la saca la rabia que me lleva comiendo años y años.

-Entonces quiero diez mil.

-¿Diez mil? ¿Pero estás loco?

-Mira, sé que tienes el cuádruple de esa cantidad, así que ve dándome la pasta, ¿de acuerdo?

-Cinco.

-He dicho que diez.

Las aletas de su nariz se abren y un gran bufido hace escapar. Se acerca a la puerta que tengo al lado y la abre a lo bruto, desencajándola.

-¡Fuera! – les grita.

Todos se miran y cuando me ven mover la cabeza como señal de que se larguen, se levantan. Zayn lleva a Harry con él y todos ríen por la cara que se le ha quedado a Hugh por ver su mejor habitación hecha pedazos.

-¡Me la vais a limpiar con la puta lengua! – nos grita cuando ya estamos saliendo. Empezamos a andar más rápido por el pasillo que conecta con la sala principal del pub, porque ya sabemos de sobra lo que está apunto de pasar -. ¡Coged a esos imbéciles! – les grita a dos de sus gorilas que acaban de aparecer.

Niall le pega una bofetada bastante bruta a Harry para que despierte y ha surgido algo de efecto, pues es el primero que sale corriendo. Los cinco aumentamos la velocidad de nuestros pies y cuando llegamos a la zona central, bebidas y sillas salen disparadas a los guardas del pub de Hugh. La gente se aparta dejándonos camino libre y sobre todo para no ser golpeados. Harry llega primero a la puerta, y otro de los gorilas que nos estaba esperando fuera, cae al suelo. Supongo que la próxima vez que escapemos de situaciones así, tendremos que tener a Styles borracho, pues hace las cosas sin pensar, las cuales le salen mejor que cuando las piensa. Riendo, salimos del pub pasando por encima del tercer segurata. Ahora los cinco corremos lejos, dándonos cuenta cómo no han conseguido atraparnos.

Cómo quería Marga que cambiara mi forma de vida, si esto con ellos es lo mejor que puedo tener.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora