Capítulo 6.

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Selville es una pequeña ciudad situada encima de Dover. Su centro es un lugar de ensueño, aquel que toda chica sueña con vivir cuando sea mayor con su soñada familia. Cantos de pájaros y risas se escuchan en avenidas casi siempre soleadas y llenas de cafeterías y tiendas. Flores, niños felices corriendo y grandes y bonitas casas son la imagen que siempre ves cuando paseas por sus calles. Coches ardiendo y ladrones corriendo son la escena típica que ves a sus alrededores. Edificios altos abandonados y putas en varias esquinas es lo que abunda cuando andas lejos del centro de Selville.

Mi sueño es poder vivir algún día rodeado de ese ambiente colorido y cálido, pero la suerte no suele estar conmigo. Nunca ha estado conmigo y por eso me fui de aquí.

Digo "suele" porque el sábado pasado tuve un golpe de suerte increíble. Ella, sonríente, entró junto con otras tres chicas más en el pub. Fue como en una película, donde ella andaba lentamente y el aire hacía ondular su pelo. Pareció que había caído del cielo. Nunca la vi tan de cerca y no me imaginé que fuera así. Apartando su maquillaje, noté cómo de tersa era su piel; cómo sus finos labios sonreían. Cuando bailé con ella, miles de sensaciones llenaron mi cuerpo, y el odio quedó en un sexto plano. Tan alto volé, que me cegué completamente. El deseo consumió poco a poco mi razonamiento y mi mente cerrada con respecto a lo que quiero hacerle e hice que mis caderas se perdieran pegadas con las suyas. Mis manos viajaban solas por todo su cuerpo e incluso intentaron bajar a un sitio glorioso. Con un primer toque suyo, me excité. De hecho, esta semana me he tocado bastante recordando la silueta de su cuerpo y su baile. De esos rasgos heredados de su querida madre puertoriqueña.

Norma, que supongo que tendrá unos cincuenta y ocho años, es de Puerto Rico y una reconocida bailarina de allí. Su carrera terminó cuando conoció al padre de Maggie, que encantándola con su amor, se la trajo a Inglaterra para pasar el resto de su vida con ella.Ella es la que le ha enseñado a Maggie todo sobre la cultura latinoamericana, haciendo incapié en el baile. Maggie sabe todo tipo de baile latino, tanto práctica como técnicamente. Tiene diecisiete años y va al Saint Peter's High School, del cual estoy en frente, apoyado en uno de mis Land Rover y acompañado por Harry.

-Ahí salen - me golpea el hombro.

Me ha contado que en la fiesta en la que los mandé coger a Maggie, quedó prendado de una de sus amigas. Dice que era guapísima y que su pelo caía por su espalda como una gran cascada. Aparte, le vio un buen gran culo. Se llama Angie y tiene la misma edad que Maggie y sus otras mejores dos amigas, Claire y Marie. Esas dos tienen raíces francesas: Claire por parte de su padre Théo y Marie por parte de su madre Melanie, que ambos son hermanos y ellas primas.

Harry sale disparado hasta el otro lado de la carretera con las atentas miradas de estudiantes que están ya fuera de la institución. Las cuatro chicas bajan por las escaleras con su pelo contoneándose por la leve brisa que siempre hay en Selville. Maggie se da cuenta de quién las está esperando y para de súbito.

Sonrío.

Las otras chicas giran a verla y luego dirigen su mirada hacia donde la fija ella. Las cuatro tragan lentamente saliva.

Dos rubias pasan por delante de mí no sin antes haberme hecho una revisión completa, pero el hecho de que ahora Maggie esté ahí, hace que no me importe lo que me tira.

Harry sube los escalones que les faltan por bajar y coge la mano de la castaña. Maggie rápidamente mueve su mirada por todo el alrededor. Un escalofrío recorre mi sistema cuando fija sus ojos en mí.

Mi amigo intenta llevarse a Angie cogiéndola de la mano, pero la otra clava sus talones al suelo. Claire queda atenta a lo que ellos hacen. Marie observa cómo Maggie está cruzando la carretera.

Me reincorporo.

Se le nota bastante nerviosa por el no saber dónde poner sus ojos.

-Te dije que no te quería volver a ver más en la vida.

Siento el mismo pinchazo en la barriga. El sábado por la noche cuando la vi gritándome el mal chico que soy y cuando me enteré de que Liam la llevó a casa porque me tiene miedo, me enfadé tanto sin saber el porqué, que me emborraché, rompí una puerta de mi casa y ayer no me desperté en todo el día. Y creo que la razón de ese pinchazo, no es que después de haberla salvado dos veces de auténticos desastres, me rechace diciéndome que estoy loco, sino que me esté replanteando mi plan. 

-¿Y?

Maggie abre la boca, pero ninguna palabra sale de ella. Veo cómo un brillo de temor ronda por sus ojos, y apuesto que ahora mismo se está preguntando de dónde ha sacado el valor para acercarse a encararme.

-Dile a tu amigo que deje a la mía - me ordena mirando hacia atrás. Ahora se les ve a los dos riendo.

Harry junta sus manos en una súplica y Angie asiente con un deje de sonrisa. Sus tres amigas quedan boquiabiertas cuando ven que se alejan y Angie se despide moviendo su mano con una sonrisa de oreja o oreja. Maggie mira a las otras dos y ellas a Maggie. Hacen un gesto y se van.

-¡No! - les grita, pero ya están doblando la esquina. Rápidamente, se da la vuelta y, por un momento, nuestros ojos conexionan como la noche de nuestro primer baile -. Me-Me voy.

Antes de que dé un segundo paso, yo la he cogido de la muñeca. Su mirada observa el agarre y luego sube hasta mi sonrisa arrogante. No sé por qué, pero me encanta verla asustada por mí y a la vez tan excitada.

Maggie traga saliva.

-Su-suéltame.

Su tartamudez provoca que un par de carcajadas salgan de mis labios. Mi agarre se intesifica más y sus ojos se vuelven más brillantes, que conjunto con la luz del sol, se ven de un color miel precioso.

La acerco a mí.

-Hiciste mal en volver a tu casa - entonces, me acerco a su oído -. Ahora lo vas a pagar.

Sus ojos se abren de inmediato y un grito ahogado se escucha cuando la levanto por la cintura para llevarla al asiento del copiloto.

-¡Loco! - me escupe en la cara cuanto estoy intentando meterla en el coche. Apretando la mandíbula, paso la mano por donde el escupitajo resbala en mi mejilla. Miro las babas y luego a ella, enfadado -. Eso por dejarme tirada en la autopista.

Me avalanzo.

Mi mano apreta tan fuerte su barbilla que la oigo quejarse del dolor. Me siento bien por la parte en la que me doy cuenta de que hago el trabajo bien. Mi lengua intenta ir más allá, pero sus labios se mantienen apretados. Y de repente, noto como se deja. Mis ojos se abren para volver a cerrarse. Su mano sube hasta acariciar mi nuca y me excito al igual que la noche en la que bailamos. Su lengua juega con la mía a ganar. La chica muerde mi labio inferior tirando demasiado hacia ella. El dolor me da una especie de sacudida y un jadeo sale de mi boca. Tan lista es, que me empuja hacia atrás y ella salta del coche.

Sale corriendo hacia donde se habían marchado sus amigas y me mira sacando su dedo corazón.

-¡Gilipollas!

*** 

La ciudad es inventada, eh xdxd.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora