Capítulo 15.

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Después de despedirme de mis padres afectivamente, me cuelo en el nuevo coche de Matt. Me da un casto beso en los labios y le sonrío. No he hablado con él desde lo que pasó ayer, solamente para concretar la hora de mi recogida.

-¿Buenas noticias? – le pregunto mientras me pongo el cinturón.

-No – suspira mirando hacia el frente, encendiendo de nuevo el motor -. Mi padre ha intentado conseguir de nuevo el coche por medio de la denuncia que hemos puesto, pero dicen los policías que ese tipo de bandas tan organizadas y buenas son de la periferia, que de ello tendrían que encargase la policía de allí.

-Vaya seguridad tenemos. ¿Algo más?

-Que es una denuncia nula y mi padre prefiere comprarme otro coche antes que pasar por esos sitios. Ya lo haré yo por él. Y… ¡ah! He desactivado todas las tarjetas que llevaba – ríe.

-Te van a dar otro coche, no quiero que te acerques por los alrededores de Selville, amor. Son muy peligrosos.

-¿Y tú qué sabes? – sé demasiado, digo para mis adentros -. Yo creo que es una leyenda urbana el que eso está lleno de delincuentes para que no vayamos porque es la peor zona que te puedes encontrar en toda Inglaterra.

-Pues iré contigo.

-No.

-¿No dices que es sólo un cuento? Qué más da, allí no hay peligro, ¿no?

-Pero por si acaso.

-Exacto, por si acaso te pasa algo, voy contigo – digo, dando finalizada la conversación.

El camino hacia casa, creo, que de Claire es en completo silencio.

Se nota que Matt es un chico con ímpetu que no quiere que le vacilen como lo hicieron Louis y sus amiguitos. Además, es simpático y cariñoso. Y muy, muy guapo: alto, castaño y con unos ojos marrones preciosos. Unos ojos chocolate que no se pueden comparar con los azules de Louis. Entonces, me como a mí misma cuando comparo a Matt otra vez con él. Siempre busco similitudes entre ellos dos, buscando en Matt a un Louis. Y me siento culpable de hacerle tal cosa al novio al que quiero... porque el que sale ganando por mayoría es el de la chaqueta vaquera. En cuerpo, gana Louis. En hacerme reír, gana Louis. A la hora de echarlos de menos, sigue ganando Louis. Y en la forma de besar y tocarme, la victoria es de Louis.

Me remuevo en el asiento por remordimiento. Es mi cumpleaños número dieciocho y tengo que ser la chica más feliz del mundo, pero acordarme de él me tortura más. Y la tortura se hace más fuerte cuando recuerdo que llevo un mes y medio con Matt, el supuesto chico de mis sueños, pero al que no paro de comparar con otro que le saca seis años.

A Matt lo conocí gracias a mi padre en una cena, pues es el primogénito de un compañero de su trabajo, que también es arquitecto, por lo que puede darle a su hijo todos los coches que quiera.

Mi novio, todavía en silencio y tenso, me pone las manos en los ojos y me guía por el camino de piedrecitas de la casa de Claire. No me equivocaba. Y tampoco en que Matt no sabe guardar secretos, porque que te pongan las manos en los ojos para ir de forma casual a casa de tu amiga el día de tu cumpleaños no te hace sospechar.

No. Para nada.

La puerta se abre por arte de magia y las luces se encienden cuando Matt aparta sus manos y miles de personas saltan tirándome confeti y soltando globos. La multitud viene hacia mí para desearme un feliz cumpleaños y Claire grita que vayan saliendo al jardín, que el catering los espera.

-¡Maggie! Preciosa como siempre – me comenta Kara.

-Tienes que decirme dónde te compras la ropa – me susurra Shay, una chica norteamericana.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora