Se va apartando poco a poco de mí. Se pone de puntillas y me da un beso en los labios.
-No debió de ser fácil para ti.
-Nada – le digo, apoyándome de lado en la barra y sacando un cigarrillo -. Pero encontré a los mellizos, que han sido lo más cercano a unos hermanos junto con Zayn y Harry.
-¿Los mellizos? – me pregunta con la cara arrugada. Vuelve a entrar en la cocina y de nuevo está frente a mí.
-Seguro que sabes quienes son.
-Sólo conozco a Harry… - aparta su mirada.
-¿Y a Liam no? – rápidamente apoya los ojos en mí -. Tu gran superhéroe, el que te salvó de mí – río por lo irónica que es la vida -. Su hermano es Niall, un rubio.
-Ah… el rubio.
Dejo escapar el humo del cigarrillo de la boca y le doy de lleno en la cara. Empieza a toser exageradamente y mueve la mano para apartarlo, a lo que río.
-¿Desde cuándo fumas?
-Ni idea.
Entonces vuelve a mostrar la misma compasión de antes, pues he dado a entender que empecé desde muy pequeño. Comencé desde enano a saber cómo vivir sin alguien que te ofrezca seguridad y cariño. Descubrí muy pronto lo puta que es la vida.
-¿Conociste a los mellizos de pequeño, en el orfanato? – susurra. Asiento -. ¿Y… a Harry y Zayn? – pregunta tímidamente.
-Cuando nos echaron a los tres. Rápidamente nos hicimos inseparables.
-¿Os… os echaron del orfanato? – pregunta, con una expresión indescifrable, de terror y preocupación a la vez.
Vuelvo a mover la cabeza en sentido de la afirmación.
-¿Y qué hiciste?
-Buscarme la vida.
-¿Cómo?
Bufando por su gran cuestionario, apago el cigarrillo en la encimera y vuelvo a encenderme otro.
-Maggie… cambiemos de tema mejor – le digo mientras expulso el humo.
-Vale.
Hasta que no dejo de fumar delante de ella, no come de nuevo. Sé que odia que fumen a su lado, pero es que lo necesitaba. Después de haberle contado la infancia que tuve, cosa que no sabe nadie aparte de mis amigos, y de sincerarme completamente con ella, lo necesitaba. No podría haber seguido. Me hubiera puesto como una furia tremenda e incluso le hubiese gritado.
Fumar me relaja. Mucho.
Miro los mensajes que me mandan del trabajo y mis socios a la vez que ella se termina el último donut. Será bruta, se ha zampado seis.
Una suave melodía suena y ni es el iPod, que todavía sigue en marcha, ni el trasteo de mi móvil. Ella se levanta del taburete de un salto y se acerca al sillón donde está su bolso de mano de cuero negro.
-Matt.
Cuando escucho ese nombre salir de su boca, el tercer cigarrillo se rompe por la mitad. Dejo de estar apoyado en la barra y pongo toda mi atención a lo que dicen. De hecho, voy y apago el reproductor.
-Pero… no estoy… Vale, sí... ¿Qué? ¡No me grites!
Por su enfado y porque sé que le ha gritado, agarro fuerte su brazo dispuesto a quitarle el móvil. Maggie consigue escaparse y se aleja mirándome con una mirada asesina.
-Sí, y qué. La echaba de menos… ¡Me da igual! Seguro que todo el mundo se lo pasó bien sin que yo estuviera.
Me cruzo de brazos delante de ella y cuelga al instante.
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angst || l.t
FanfictionPero cómo era posible que su voz lo atontara, que su sonrisa lo tranquilizara, que el brillo de sus ojos lo cegara. Que tenía los rasgos finos tal y como le gustaba a él. Que era imposible. Más bien, le era imposible. Porque no podía, no debía, pero...