Capítulo 18.

257 9 0
                                    

Ahora mismo está encima de mí y yo en ropa interior. Dejo de besarle para poder pensar. Sé perfectamente lo que voy a hacer y no me quiero echar atrás por nada del mundo, he esperado este momento toda mi vida y me acabo de dar cuenta. Sus labios están rojos e hinchados y lentamente vuelve a acariciar los míos. El tacto de sus manos por mi vientre me relaja, pero a la vez me tensa cuando bajan más de la cuenta. Entro en acción acariciando sus costados con mis largas uñas, haciendo que se erice y que jadee en mis labios. Se sienta un momento para quitarse su típica camiseta blanca básica y se coloca de nuevo sobre mis ya doloridos labios.

Damos la vuelta en la cama sin apartar nuestras bocas. Y hay un momento en el que únicamente nos quedamos juntos, pegados sin hacer nada, sintiendo la respiración de cada uno.

Roza sus labios con los míos y sus manos vagan por mi espalda. Desabrocha mi sujetador y siente que mis músculos se rigen, incluso mis labios se separan de los suyos. Diciéndole con la mirada que no se ha equivocado, me termino de quitar la parte de arriba de mi ropa interior yo.

-Dios, Maggie… - jadea al instante que posa sus manos en mis pechos.

Volvemos a darnos la vuelta y él se quita los pantalones.

Su barba pincha mi mejilla cuando para, cuando queda acostado sobre mí.

-No puedes hacerme esto.

-¿El qué? – susurro y delicadamente le toco el pelo al escuchar el vulnerable tono con el que ha hablado.

-Te quiero para mí. Quiero tenerte. Quiero hacerte el amor ahora mismo.

Levanta la cabeza y observo sus ojos mientras habla. Un terrible escalofrío, el típico pero esta vez radiando mucho calor, me recorre de pies a cabeza. Yo también lo quiero para mí. Quiero tenerle dentro de mí. Quiero que me haga el amor ahora mismo.

Va a levantarse con una cara que nunca le he visto, de absoluta tristeza, pero del pelo lo traigo a mí.

-No me he negado a nada de lo que has dicho.

-No sabes lo que dices. Ahora estás…

-Loca por ti, Louis. Hazlo.

-Pero…

-Que lo hagas – le tiro del pelo, mostrando que me está enfadando.

Veo que tarda, pensando algo quizá.

Su mano acaricia lentamente todo mi torso bajando hacia abajo, y de la misma manera, me aparta a un lado el encaje de mi tanga.

-Sé que eres virgen.

-Louis – le miro, reprimiéndolo.

-Sólo quiero decirte que todavía estás a tiempo.

Llegado el punto más alto de mi enfado, bruscamente me pongo encima de él.

-Quítate los putos calzoncillos.

-¿La que debería estar asustada no deberías de ser tú? – sonríe admirando mis ojos.

-Déjate las gracias.

-¿Puedo coger por lo menos un condón?

Tres segundos pasan y se corta la tensión.

-Puedes – sonrío cayendo ante su estable sonrisa.

Se levanta y se desnuda completamente. Después, con la gomita puesta, se tira sobre mí y me hace sonreír por las bonitas palabras que me suelta. Y así, cambia de carácter y me besa como si no hubiera un mañana.

En este momento se me pasa todo por la cabeza y a la vez nada. Pienso en mis padres… y en Matt. Tendría que sentirme sucia por lo que voy a hacer, por él y, en parte, por mí. También me acuerdo de las chicas y en mi gran fiesta de cumpleaños que supongo que seguirá su curso sin mí. Y recuerdo lo bien que quedan Angie y Harry juntos, lo que me da más fuerzas, ganas y una sonrisa. Entonces, lo único que se ve blanco y claro, es que estoy preparada y que quiero estar con él así para siempre.

-No quiero hacerte daño, Maggie.

-No lo harás. Estoy a salvo contigo, Louis.

Nos miramos a los ojos y mis uñas peinan su barba de dos días.

Vuelve a besarme y mientras, con sus manos, hace que lo rodee con las rodillas. Por lo que he aprendido en charlas y libros, primero se suelen hacer unos preliminares, pero no lo hace y me asusto. Pienso que quizás sí me haga daño.

-Tranquila. Relájate, Maggie.

Y poco a poco va entrando a mí. Mi cara se arruga completamente por el pequeño, pero fuerte dolor. Louis es muy grande, y no lo digo por la edad. Sale de igual manera.

-¿Bien?

-Bien – consigo decir con un hilo de voz.

Vuelve a entrar y a salir.

Nota como me escuece ya que a veces me contraigo. Para eso se acerca y me abruma con su aroma y besos por el cuello, que me despistan y me relajan. Cuando oye un pequeño gemido por mi parte, aumenta el ritmo. Mucho. Demasiado.

Y no sé lo que ha pasado que ya no me duele.

En verdad, noto molestia, pero es más el placer que cada segundo va llenando más mi cuerpo. Desde las uñas de los dedos de los pies hasta las puntas de mi pelo.

Mis manos se abrazan por su cuello y lo traigo otra vez a mí, queriendo que me llene de nuevo a besos para no notar esas cosquillas por todo mi cuerpo. Es frustrante, porque es como si quisiera llegar a un lugar muy lejano y me estoy muriendo en el camino. Unas palabras de su boca aumentan la frustración.

-Maggie… Dios… no puedo… me voy… - le cuesta hablar.

Me penetra y algo pasa que grito y me arqueo por una corriente demasiado fuerte que me atraviesa, como un rayo. Él hace un movimiento más y repite lo que he hecho desplomándose sobre mí.

Su aliento choca contra mi cuello aumentando la sensación de placer que me hace volar.

Apoya ambas manos a mis dos lados y sale de mí, dejándome sola y desamparada como en un acto de lo más dramático.

Los dos miramos el techo, lado a lado, como Dios nos trajo al mundo y todavía flotando. De repente, giramos nuestra cabeza a la vez. Oh, sus ojos. Cómo brillan y qué azul tan bonito tienen esta noche. Cómo derrochan cariño y ese destello especial suyo. Su barba. Por favor, no hay cosa que más me guste de él que su barba de dos días. Y… esa sonrisa, esa sonrisilla que acaba de sacar. Qué guapo es. Se acerca más a mí y me frota la nariz con la suya. Luego la muerde y su sonrisa se hace más grande. Su dentadura blanca y de dientes perfectos sí que es lo que mejor le quedan a esos ojos. Y esa nariz. Y su pelo. Mi mano vaga lentamente hasta tocarlo y hago tirabuzones con mis dedos. Es largo, pero no tanto. Y suave y de un castaño precioso. Como él.

angst || l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora