Querida yo del futuro:
Madre se ha puesto hoy algo enferma y ha tenido que quedarse en casa reposando para su pronta recuperación. He de decir, que al principio, ella quería seguir con sus tareas del día sin importarle lo enferma que estuviera. Por suerte padre y yo hemos conseguido hacerla entrar en razón y he cargado yo con las tareas, cosa que me hacía mucha ilusión porque llevaba días sin salir de casa.
Los recados de madre eran bastantes sencillos ya que lo único que se debía hacer era ir a una tienda a que me entregaran unas telas, y de ahí me sacaba unas pocas pesetas, que sumadas con las pesetas que daban al entregar las telas tenía dinero suficiente para comprar algo de comida. Después lo único que debía hacer era regresar a casa y preparar la comida y la cena.
En el trayecto de vuelta a casa, un grupo de hombres caminaba por la calle como si de soldados se tratara. Intenté correr, pero en el momento que giré tropecé con un pivote que había justo detrás de mí. Caí con la bolsa de comida al suelo y miré a mi alrededor; nadie se había percatado de mi caída. Me giré para comprobar que no tenía ningún rasguño y que mi falda no se hubiera rajado.
- Perdone señorita- dijo un chico delante de mi.- ¿Necesita ayuda?
Tendió su mano blanca delante de mí y la cogí con cuidado.
El chico tiró hacia él haciendo que me levantara.
- Soy Aurel.- Dijo con acento polaco.
-Yo soy Lucía.
Aurel era blanco como los polvos de talco, tenía los ojos azules claritos y el pelo rubio y alborotado. No se si era por lo perfecto que estaba siendo ese día o porque sus ojos me habían atravesado hasta llegar a lo más profundo de mí pero Aurel me acompañó a casa siendo todo un caballero. Me contó como había llegado desde Polonia para ayudar en la guerra y que sus padres se sentían orgullosos de él, aun que él mismo no sabía el por qué.
-¿Podré venirte a visitar alguna vez? - Me preguntó de forma dulce.
-Mira,- le dije- siempre que quieras verme, escóndete y silva. Entonces,- señalé la ventana de arriba de mi casa- yo saldré por esa ventana.
Cuando entré en casa, madre continuaba durmiendo y papá no llegaría hasta por la noche, con lo que me metí en la cocina y cociné pensando en mi nuevo amigo, Aurel.
X.x.
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Cartas a mi yo futuro
Historical FictionHay personas que hubieran dado lo que fuera por vivir en otra época. La protagonista de esta historia también habría dado lo que fuera por hacer que su vida hubiera sido un poco más feliz. Esta es la historia de una chica que nos cuenta su his...