3/08/1939

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Querido Aurel:

No se muy bien como sentirme ahora mismo. Mi padre era el único que me ataba a todo mi pasado y ahora mismo lo estoy perdiendo. No se muy bien cómo ha sido, pero esta mañana mi según tenía entendido, mi padre debía ir a firmar unos papeles. Se ha ido tan normal, como siempre, pero en cambio ha regresado con cinco personas que le llevaban a cuestas. 

Cuando he abierto la puerta y he visto a mi padre con tanta sangre, lo primero que he hecho ha sido correr hasta encontrar a algún médico que pudiera ayudarle. Su nombre era Sergio no más de treinta años de edad, y por lo que me ha dicho, se acababa de licenciar en la universidad. Cuando ha visto a mi padre ha empezado a sacar miles de artilugios de una pequeña maleta que llevaba a cuestas pero de la que yo ni siquiera me había fijado.

He debido de salir de la habitación porque me estaba mareando con tanta sangre que se veía desperdigada por allí. 

Blanca no paraba de preguntarme por su abuelo por que quería jugar con el como todos los días, pero en cuanto le he negado la entrada a la habitación se ha puesto a llorar desconsoladamente. Ha consecuencia de esto, el pequeño Georg también se ha puesto a llorar sin parar, y por mucho que lo he cogido en brazos intentando calmarlo, parecía que nada conseguía aliviarle el lloro. 

Cuando ha acabado el médico, me ha pedido que vigile a mi padre mucho, ya que está demasiado grave, y en cuanto ha visto a los dos niños parece que se le ha ablandado un poco el corazón y me ha dicho que intentará regresar en cuanto pueda para ayudarme un poco con mi padre.

Aurel, esto está siendo demasiado difícil para mí sola. Necesito a alguien en mi vida, te necesito aquí. Espero que puedas regresar pronto y estar aquí, conmigo, con tu familia.

Te quiero.

X.x.

Cartas a mi yo futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora