Cartas a mi yo futuro

20/03/1962

-¿Dónde vamos?- Preguntó mi marido andando detrás de mi con los pequeños a cuestas. 

-Ya queda poco.- Respondí con la esperanza de que dejara de preguntar.

Nos dirigíamos a un acantilado que se encontraba a unos kilómetros de la ciudad. Había hecho conducir a mi marido sin que él supiera donde íbamos, porque no quería que lo supiera hasta que no llegáramos. 

-Nos estás haciendo andar demasiado y ni siquiera sabemos por qué nos has traído aquí.

Me giré y abrí mi bolso para sacar el montón de cartas. 

-Os he querido traer al acantilado porque quería hacer un pequeño homenaje a mi madre y a mi padre.- Guardé silencio.- El otro día encontré las cartas que le envió mientras él estuvo fuera e incluso cuando murió. Mi madre se fue sin saber que mi padre ya se encontraba en el otro lado esperándola.

-¿Y que vamos a hacer aquí?- Preguntó sin entender muy bien dónde quería llegar con todo esto. 

Dejé el bolso en el suelo y me acerque al borde del acantilado con el montón de cartas en la mano. Las cogí todas y le dije:

-Para esto.

La lancé todas y vi como se expandían por el cielo y caían poco a poco al mar. Poco a poco el mar las fue hundiendo entre las olas hasta que todas desaparecieron de mi vista. 

Volví con mi pequeña familia, y ahí fue cuando descubrí que había derramado alguna lágrima.

-¿Estás bien?-Me preguntó. 

-Si, era hora de cerrar el libro de mis padres y poder comenzar el mío.

Los niños se me abalanzaron para abrazarme y los cogí, los cogí con tanta fuerza que temí que un día no pudiera cogerlos igual. Los quería con toda mi alma, como sabía que mis padres nos querían tato a Georg como a mi. 

Los tres estaban juntos, pero yo no podía marcharme aún. me quedaba una vida por vivir al lado de mis pequeños, pero deseaba que llegara el día de poderme encontrar con ellos.

Se que me esperan, pero a mi me queda aún un largo camino para llegar. Aun así, los quiero y siempre lo haré.

FIN