LXXVI

524 41 2
                                    


Regina despertó y no vio a Franco a su lado, caminó un poco por la habitación pero no lo encontraba, lo llamó repetidas veces por la casa, no había respuesta, regresa a la habitación y en la mesa de noche encuentra una nota.

"Un día te fuiste de mi vida, ahora soy yo quien así lo decidió. Espero no causarte dolor. Espero que algún día me entiendas"

Se quedó inmóvil, su cuerpo se mostró tenso, las lágrimas recorrieron sus mejillas, su mano empuña aquel pedazo de papel, lo lanza con fuerza al piso, corre en busca de algún indicio de que Franco no se había marchado, corre por los pasillos de la casa, corre como si fuese el fin del mundo, Franco no había dejado rostro suyo. Regina en medio de la sala cae arrodillada y como si fuera el sollozo de un bebé comienza a llorar.

Regina: ¡Franco No! – Se despierta asustada. Había sido un horrible sueño.

Franco: ¿Qué pasa?

Regina: ¡Estás aquí!

Franco: Claro que si Mi Amor, ¿dónde pensabas qué estaba?

Regina: ¡Abrázame!- Franco la atrajo a su pecho y ahí la acunó entre su brazos e inhala el olor de su cabello.

Franco: ¿Qué sucede Regina?

Regina: Dime que esto no es un sueño, dime que no es mentira que puedo despertar a tu lado todas las mañanas, que puedo sentir tus caricias, tu amor.

Franco: Claro que no lo es, Mi Vida, aquí estoy, aquí estaré para ti, para ustedes. ¿Estás bien?

Regina: Te vas a burlar de mi – Cubrió su rostro con sus dos manos. – Fue un sueño...

Franco: Jajaja no amor, ven, ¿cómo un sueño? – le daba tiernos besos sobre las manos, ella se descubre el rostro.

Regina: Soñé que habías dejado una tonta nota donde decías que te ibas. – Baja la mirada, él la toma del mentón y alza su cabeza.

Franco: Muy tonta la nota, muy tonta jajajaja...

Regina: Ahora el tonto eres tú. – Hizo un gesto de niña chiquita.

Franco: Si, un tonto que te ama con su vida entera.- Ambos sonrieron y se besaron por algunos segundos.

Al llegar la tarde, Regina se veía con otro semblante, el peligro sobre un posible aborto se había alejado. Franco había salido, Clara no se encontraba en casa, Regina decide sentarse a leer aquel libro que la noche antes no pudo terminar. Tras una hora, deja sobre la mesa "El Amor en los tiempos del Cólera", se recuesta sobre el amplio mueble del estudio, comienza a pensar en su historia de amor, acaricia su vientre y sonríe...

Regina: "la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado"

Franco: ¿Hablas sola?

Regina: No. – Él se acerca a ella y le da un beso en la frente. – Recordaba una frase del libro.

Franco: ¿García Márquez? – Se sienta en el piso apoyando su espalda en el mueble en el que está ella recostada.

Regina: Ajá. Sabes, me he puesto a pensar en todo esto que nos ha pasado, y... - Suspiró – He comprobado que amor como el de tu y yo no se dan muy a menudo. – Franco sonríe con su mirada fija en el techo concentrado en lo que Regina dice. – Hemos luchado contra tantas cosas, tantos obstáculos, la distancia, contra el pasado y hasta con nuestro propio presente. – Él gira su cabeza y la mira.

Franco: ¿Y eso es malo o bueno?

Regina: Eres lo mejor que me ha pasado en mi existencia. – Franco se levanta y la invita a levantarse. De pie, frente a frente, él la observa y delinea cada parte de su rostro.

Franco: Cerca de ti no hay miedos, no hay secretos, no hay temores. Te amo tanto. Y Ahora me siento como la frase "y volvieron a ser felices con la certidumbre de que ellos seguirían amándose con sus naturalezas de aparecidos"

Regina: ¿También es de Gabo?

Franco: Si, solo que de otro libro, Cien años de soledad.

Regina: ¿Y por qué te sientes como en esa frase?

Franco: Porque te seguiré amando hoy más que ayer, pero menos que mañana, con mi naturaleza de aparecido. – Se besan apasionadamente. Ella sonríe entre besos. – Quiero seguir cumpliendo mi promesa hasta el fin de nuestros días.

Regina: No dejar de luchar jamás.

Franco: Estar siempre cerca de ti. Ven, te tengo una muy buena noticia. – Caminaron juntos, tomados de la mano hasta la cocina.

Regina: ¿De qué se trata?

Franco: Estuve hablando con el médico. Me dijo que ya puedes viajar.

Regina: ¡¿En serio?! ¡Ya podemos ir a ver a Marco!

Franco: Si Señora de Santoro. Solo que debes seguir una recomendación.

Regina: Dime.

Franco: Ser constante con tus chequeos médicos, con tus controles prenatales y con todo lo necesario para ver como este retoñito – se agacha hablando al vientre de Regina– siga creciendo y fortaleciéndose para que cuando nazca comience a jugar fut con su hermano.

Regina: ¿Crees que será otro niño?

Franco: No lo sé, pero si es niña también jugara futbol con Marco, ¿No?

Regina: Jajajajaja Obvio Noooo. Si Jugará con él, pero no al futbol.

Franco: Bueno pero... - Se levanta y le da un beso en la nariz a Regina - Está bien, jugará a las princesas, a los castillos y a todas esas cosas que juegan ustedes las mujeres.

Regina: ¿Has pensado en algún nombre?

Franco: La verdad no.

Regina: Si es niño quiero que se llame Camilo. – Franco queda en silencio, aprieta su mandíbula, pero no de rabia sino de emoción.

Franco: ¡Cómo mi hermano!

Regina: ¿No te gusta? Si prefieres lo podemos cambiar.

Franco: Si, si me gusta. Solo que me sorprendiste. Me da mucha alegría que quieras ponerle ese nombre a nuestro hijo. – Se levanta a preparar algo - ¿Limonada? – Regina asiente. – Bueno, ¿y si es niña?

Regina: Si es niña quiero que tú le pongas un nombre a tu gusto.

Franco: ¿Y si no te gusta el nombre que yo escoja? – echaba algunas cucharadas de azúcar al vaso.

Regina: Queda en sus manos Señor Santoro que su hija se llame como de la realeza.

Franco: Aaaaaajaaaa... Lo pensaré muy bien ya verás.

Regina: Mi Amor, ¿y cuándo podemos viajar?

Franco: Esa es otra noticia que te tengo.- Se acerca con el vaso de limonada - Mañana mismo.
Regina: ¡¿En serio?! – Regina se levanta con emoción volteando la limonada sobre la camisa de Franco. – ¡Perdón! – Franco trata de contener la sonrisa y mostrarse serio. - ¿Si me perdonas? – él sonríe.

Franco: Con una condición.

Regina: ¿Cuál?

Franco: Que me beses. – Regina se acercó lo abrazó y lo besó. 

Cerca De Ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora