LXXVIII

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Ultimos capitulos

"¿De nuevo el pasado?"

La mañana llegó con su esplendor. Regina abrió sus ojos y se acomodó en la cama pero no vio a Franco por ningún lado. Extrañada se levantó y observó una nota que le había dejado: En sólo días podré despertar todos los días abrazado a ti, Te amo. Ella sonrió y se dio una ducha, a los pocos minutos Regina estaba lista para salir con su madre, Marco entró corriendo, detrás venía su abuelo persiguiéndolo.

Eugenio: ¿Para dónde vas?

Regina: Debo organizar una boda.

Eugenio: Te ves feliz. – Se acerca y la toma por el rostro. - Esta vez si te ves feliz. – Le da un beso en la frente. – Franco y tú me demostraron que el amor supera barreras.

Regina: Papá – Sus ojos acumulaban lágrimas. – Gracias, gracias por tan bonitas palabras.

Victoria: ¿¡Nos vamos!? – Entró apresurada – ¿Sucede algo? – Regina negó. - ¿Seguros?

Eugenio: Seguro mujer. Vayan a hacer sus cosas. Yo me quedo con mi nieto.

Cada uno de los vestidos que Regina se medía le quedaba justo a su medida, como si hubiesen sido diseñados para su cuerpo. Luego de probarse un sin número de vestidos de novia, se decidió por uno hermoso, con listones rojos que resaltaban su belleza.

Victoria: Te vas a ver hermosa. – En ese momento se acerca una empleada del almacén.

Empleada: Señorita, un hombre le deja esta nota.

Regina: ¿Un Hombre? ¿Qué hombre?

Empleada: No me dio su nombre, solo me dijo que le entregara a la mujer delgada, alta, de cabello largo oscuro. ¿Es usted Regina Olivares?

Regina: Si, pero

Victoria: Ábrelo, de pronto es Franco. – Regina obedeció, algo nerviosa, al abrirlo sonrió, era una nota escrita a computador. Te vi entrar a la tienda, tranquila no te vi vestida de blanco. Quiero invitarte a cenar esta noche. Eso sí, durante el día no nos comunicaremos, será hasta la noche. Enviaré a Recogerte. Ah y nada de celulares, será nuestra noche. Te Amo. Franco - ¿Si era Franco?- Regina asintió sonriente. – ¡Ay no! ¡Te vio vestida de Novia!

Regina: No mamá, aquí dice que no me vio.

Franco se encontraba con Esteban ultimando unos detalles sobre la otra parte de la sorpresa que le daría a Regina, Una hermosa casa donde vivirán al ser marido y mujer.

Esteban: Es un diseño único, unos excelentes acabados.

Franco: Gracias. Es todo pensando en toda la familia. – Revisa su celular. – Me llegó un mensaje, es desconocido el número.

Esteban: ¿Qué dice?

Franco: Es de Regina. – Sonriente lo lee – Hola mi amor, perdón por escribirte de otro celular. Te quiero dar una sorpresa. Será está noche. El lugar es el antiguo restaurante a las afueras de la ciudad. Te Amo. Regina.

Esteban: ¡Te va a dar una sorpresa! Wow Franco, realmente tienes enamorada a mi hermana.

Franco: Yo también estoy muy enamorado de ella, créeme.

Las horas pasaron, cada uno se iba preparando para la cita que tenían, obedeciendo la orden de no llamar, no preguntar, solo esperar; Franco en su apartamento se perfumó y acomodó su corbata, listo para salir. Regina se maquilló de manera elegante, un vestido negro que le ajustaba su figura y hacía notar sus pocos meses de embarazo, Unos tacones no tan altos y su cabello suelto. Un auto negro llegó hasta la hacienda. – Vengo en busca de la señora Regina – Dijo el chofer a una de las empleadas. Ella anunció, Regina se despidió de Marco y salió.

Regina: Buenas noches.

Chofer: Buenas Noches, El señor Santoro me envió por usted. – Regina sonrió.

Regina: Muchas Gracias.

Franco llegó al restaurante, preguntó por la reserva de un lugar a nombre de Regina Olivares, el recepcionista lo guió.

Esteban: ¿Dónde está Regina?

Victoria: Salió, tenía un cita con Franco, bueno él le iba a dar una sorpresa, ¿Sabes algo?

Esteban: ¿Él? No, era ella a él.

Victoria: No, él le envió un mensaje.

Esteban: Nooo Mamá, fue al revés, debe ser que te enredaste, voy a buscar a Paula. – Le dio un beso a su madre en la frente y subió a buscar a su esposa. Victoria quedó confundida, ¿sería que el confundido era Esteban?

En el auto reinaba el silencio, Regina aclaró su garganta, el chofer seguía ignorándola. El desespero se estaba adueñando de ella.

Regina: Señor será que me puede decir, ¿a dónde vamos?

Chofer: A una cita. – Respondió concentrado en la carretera.

Regina: Si lo sé, pero es que ya nos estamos alejando mucho.

Chofer: Son ordenes de llevarla al lugar asignado.

Regina: ¿está seguro que Franco ya está allá?

Chofer: ¿Quién es Franco?

Regina: ¿Cómo qué quien es Franco? – Se exaltó- pues la persona que envió por mí. – El hombre seguía manejando. – Por favor, deténgase. ¡Señor, deténgase!

Franco estaba desesperado, Regina es muy puntual y aún no había llegado. Decidió llamarla pero no obtenía respuesta. Se acerca uno de los meseros.

Franco: Perdón, ¿para qué horas estaba reservada esta mesa?

Mesero: Ocho de la noche, Señor.

Franco: ¿Y la mujer que la reservó aún no ha llegado?

Mesero: ¿Mujer? No señor, la mesa la reservó un caballero, a nombre de una mujer sí.

Chofer: Llegamos.- Era un lugar apartado, alejado de la ciudad. Regina se bajó del auto.

Regina: ¿Seguro? Es que está muy solo, ¿por qué no me lleva de nuevo a mi casa? – En ese momento se acerca una camioneta, sus luces no dejaban ver bien a Regina. Una persona se bajó, se posicionó delante de la camioneta, el reflejó de las lámparas no dejaban aún distinguir quien era.

Franco se comunica con Esteban

Franco: He estado llamando a tu hermana y no me contesta.

Esteban: Pero salió hace más de una hora.

Franco: Estoy en el lugar que me citó y no llega.

Esteban: Mi Madre me dijo que habías sido tu quien la había citado.

Franco: Pero si tú estabas conmigo en el momento que me llegó su mensaje. Esto está muy extraño. Además no contesta su celular.

Regina: ¿Franco? ¿Franco eres tú? – El hombre que la había llevado, subió a su auto y se marchó. – Espere Señor. Franco no me está gustando esta sorpresa.

– ¡Que gusto volverte a ver! – Respondió aquella voz masculina.

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