Propuesta

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Elizabeth ya se encontraba en la mansión. Estaba amaneciendo, eso al menos le daba ventaja. Subía con cautela, un poco más y estaba en su habitación. Era extraño, parecía una adolescente llegando tarde a casa después de una fiesta y no quería ser descubierta por sus padres; con el único detalle que venía de ser momentáneamente secuestrada y no quería ser olida por seres sobrenaturales que podían asesinarla. Sólo eso.

Apenas abrió la puerta su alivio fue esfumado. Un hombre, el cual parecía ser el mayordomo, yacía a su lado fuera de la puerta y le entregó un recado para después alejarse lentamente.

―Uh...

Elizabeth abrió el papel de entre sus dedos y leyó:

"Se te espera en mi habitación de inmediato. Hazte el favor de no demorar.

Reiji."

Elizabeth suspiró en rendición, ¿qué la hizo creer que burlaría a las bestias? Hizo como le pidió, estaba que la consumía el miedo, la incertidumbre. Caminó a paso normal por los pasillos, pensando en una excusa. No. La verdad. Estuvo a punto de tocar cuando la puerta se abrió sola. Me va a doler, pensó tragando saliva.

―¿Me buscabas, Reiji-san? ―empezó Elizabeth, intentando parecer natural.

―Por favor entra Elizabeth―le pidió Reiji.

Ella le acató, entró y se cerró la puerta detrás de ella. Sus latidos se aceleraron un poco.

―Quisiera saber si no te quedaron claras las reglas.

―Lo siento...desperté en la enfermería, las clases ya habían terminado, Yuma me elevó por los cielos y los Mukami hicieron una cena en la que fui invitada. Tuve que buscar un taxi que quisiera traerme aquí―explicó Elizabeth precipitada.

―¿Los Mukami? ―se preguntó Reiji―. ¿Cómo por qué tendrían asuntos contigo?

―No lo sé...

―Toma asiento―le ordenó Reiji, tomando un sorbo de té.

Esperó hasta que se sentara frente a él. La forma en la que Elizabeth apretaba los nudillos de sus manos nerviosas, como se encogía, era interesante. Reiji se cruzó de piernas y continuó.

―Ah...y pensar que creía estar frente a una dama, que molestia. Una ignorante sin clase, ¿cómo es que tiene cabida en el mundo?

Elizabeth se quedó en silencio, con la mirada baja. ¿Qué se podía contestar a eso? Tenía que tener cuidado con sus palabras, algo mal y sufriría las consecuencias.

―Como sea―continuó Reiji―, es mi deber educarte como tal. Siéntete sumamente honrada ante mi gentileza.

―Entiendo...―Elizabeth por fin contestó.

―Eres obediente, eso me facilita las cosas. En ese caso, primera lección: servir el té como es debido.

Suena sencillo, pensó Elizabeth. Reiji le ofreció las herramientas para hacerlo y se sentó de nuevo. Ella con cuidado empezó a verter el té sobre la taza cuando su mano se movió involuntariamente, derramando el té.

―¡Uh! Oh...disculpa, no sé qué pasó...

―¿Que no sabes? Es simple con solo verlo. Eres ciertamente una incompetente. Ahora el té no tiene remedio.

―Lo siento...

―Con disculparte no ganas nada. En vez de hablar actúa.

―Uh...―estaba pensando.

Dark Hearted |Diabolik Lovers| Español Donde viven las historias. Descúbrelo ahora