Lo que quedó de ella

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EDITADO. 

¿Saben? Dicen que no hay peor que vivir en un mundo en el que se suponía que dos almas estaban destinadas a ser y que, como inocentes, fueron separadas por la cruel y fría muerte.

La noticia se esparció en seguida, pues Karlheinz se encontraba de luto y mandó una notificación a la mansión Sakamaki. Queramos o no, y siendo difícil de creer, Karlheinz tenía cierto cariño hacia Ruki, pues llegó a ser como el hijo que él tanto quiso.

Los Sakamaki y sus invitadas estaban en la sala. Después de que Reiji leyera el pésame.

―No puedo creer que... Ruki-kun muriera... ¿cómo? ―Gina se preguntó.

―No dice en la carta, sólo menciona que pereció ―explicó Reiji.

―No me imagino el dolor que estará pasando Verónica-san...―Rosalie buscó la mano de Subaru, quien la apretó ligeramente para darle algo de consuelo.

Mientras tanto, al fondo de la sala, recostado en el sofá, estaba Shu. Pensando en que él sí lo sabía.

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El hogar Mukami llevaba semanas de luto. Quieto. Los días pasaban, y poco a poco los tres hermanos que quedaron para poner en alto el apellido del difunto, iban asimilando la terrible realidad. Tres días bastaron para seguir adelante, ¿por qué? Pues porque para los seres inmortales la muerte era un obsequio. Y su hermano no querría verlos mal por su pérdida. Además, sabían que debían ser fuertes por aquella viuda que se encontraba encerrada en la habitación de su fallecido marido.

Verónica, ella, no había mostrado signos de vida en una semana.

Las cortinas abajo, la habitación tal y como él la había dejado. Incluso la cama, a excepción de las leves arrugas que provocó el cuerpo casi sin vida de ella. Abrazaba la almohada, como si eso pudiera sustituir el cuerpo de aquel que se había ido. Aferrándose al aroma que día con día se desvanecía... quería imprimirlo en su memoria para así nunca olvidarle. Sollozaba, muda. A veces gritaba por las noches cuando en sus sueños la trágica escena se repetía una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra...

"Déjame entrar" escuchaba a lo lejos. Y ella pensaba "largo de aquí". Los fantasmas de su pasado la torturaban. No podía dormir. No podía estar despierta. Ni estar sola. Como quiera Ruki y Bijeda la visitaban.

Una nota se desliza por debajo de la puerta. La familia había pospuesto la ceremonia para darle a Verónica algo de espacio, pero ya era tiempo de despedir al amigo, hermano, padre y esposo. Todos fueron, la casa que invitó, la mansión Sakamaki y familia Miketsukami. Esperaban ver a Verónica y algunos dar su pésame, otros fueron por mandato de Karlheinz. Pero ella nunca llegó. ¿Y qué esperaban? Si su duelo no era frente las cenizas de su marido, sino en el lugar donde habían vivido tanto juntos.

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El tiempo, de manera inevitable, pasó. Unos días podían verla caminar por los pasillos, y pensaban en hablarle pero les pasaba de largo. Como si fueran invisibles, o como si ella lo fuese. Seren, su pequeña que cada día maduraba más, creció siendo ignorada por su madre.

Verónica estaba al tanto de todo lo que sucedía en el mundo de los demonios, por su cuenta claro. Karlheinz le había ofrecido volver a su lado, a cambio de la protección de su familia. Verónica para entonces sonrió con un gesto que parecía retorcido, tenía mucho que decir pero resumió diciendo:

―No pudiste proteger al ideal de hijo que adquiriste por piedad divina, menos podrás con lo que queda de mi familia.

Y jamás volvió a molestarla.

Dark Hearted |Diabolik Lovers| Español Donde viven las historias. Descúbrelo ahora