Capitulo 8

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Ha estado encerrada en casa durante tres días. Luego del episodio en el granero, Hermione se siente enojada y humillada, y sabe que la única forma de pensar con claridad es manteniéndose alejada de Potter por unos días.

Había llenado la casa de encantamientos protectores, sabiendo que Harry podría aparecerse en cualquier momento y le había mandado una carta a Kingsley anunciándole que se ausentaría unos días por asuntos personales. Sabe que aquello no hará otra cosa más que aumentar la furia de su mejor amigo, pero por ahora no le interesa. Necesita un descanso si no quiere que Harry Potter la vuelva loca.

Crookshanks observa a Hermione mientras trapea el suelo sin magia. La castaña se había pasado todo el día limpiando el departamento, debajo de cada mueble y objeto. Parece ser que, la única forma de sacarse la escena del heno de la cabeza es usando su energía para cosas útiles. Lleva los auriculares puestos, tarareando una canción de los Beatles que apenas se sabe y de vez en cuando, se golpea la cabeza enojada con la palma de la mano, como si quisiera borrar esa imagen que la está torturando.

-¡Por Merlín! -exclama rendida lanzando el trapeador al suelo y haciendo sobresaltar al gato. ¡Le es imposible! No quiere aceptarlo, pero estos últimos tres días han sido unos de los peores de su vida.

Harry... Harry... Harry... susurra su mente cada cinco minutos. ¡Solo han sido tres días! ¿Qué es esa opresión en el pecho? Como si... ¡Lo extrañara!

Se mete al baño y se da la ducha más fría de su vida, como si se estuviera castigando consigo misma por estar pensando en él después de todo lo que el maldito le hizo. Se pasa el jabón por todo el cuerpo, con rabia, mordiéndose los labios, hasta que está completamente limpia.

Continuar estando en el departamento todo el día, claramente no parece ser una buena idea. Así que, Hermione se viste rápidamente y sale, sin saber bien a donde ir. Camina vagamente por las calles, aferrándose a su abrigo, observando las familias muggles que caminan de la mano. Las tiendas están decoradas ya con los adornos de Navidad, no falta mucho para la fecha, lo que hace que se pregunte con quien la pasará esta vez si sus padres están de viaje...

La imagen del viejo Harry abriendo uno de sus regalos le hacen escocer los ojos. Maldice bajito, negándose a llorar por algo así. ¿Desde cuándo se siente tan sensible? Suelta un suspiro deteniéndose frente a una tienda, donde ya han armado el árbol de Navidad.

Se siente tonta al sentir la necesidad de pasar la Navidad con Harry, seguramente su yo de ahora no disfrutaba de estas fechas. Hermione se pregunta que habrá hecho estos últimos cinco años, ¿Acaso la pasaba solo en casa? Niega con la cabeza, sabiendo que no debe compadecerse por él después de lo ocurrido.

Necesita recomponerse, así que se le ocurre visitar el Callejón Diagon. Hace tanto que no frecuentaba por allí, que al ver las tiendas y todo otra vez, no puede evitar una sonrisa de nostalgia. Parece que los vendedores están trabajando a todo ritmo dentro de sus locales, con las épocas navideñas que se avecinan, a la castaña no le sorprende.

Saluda a Ollivander cuando lo ve fuera de su tienda, limpiando los vidrios con su varita. El anciano le devuelve el saludo con el mismo cariño.

Se ve tan lejano el día en que le entregó su varita, Hermione recuerda haberse puesto nerviosa, había probado alrededor de diez varitas hasta dar con la correcta. ¿Quién iba a pensar que aquel trozo de madera iba a salvarla tantas veces en el futuro?

Hermione se detiene ante Sortilegios Weasley. Puede ver desde afuera como Ron y George trabajan sin parar, afectados también por las cercanas vacaciones de Navidad. Asoma su cabeza por la puerta, con una gran sonrisa.

-¿Trabajando duro Weasleys?

-¡Hermione! ¿Qué haces por aquí? -pregunta Ron sorprendido, sacudiéndose el polvo de la ropa y acercándose.

Cincuenta Sombras De PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora