Y llegó el martes... Me levante con una cara que nadie podría ver sin echarse a llorar del miedo, estaba fatal, comencé a hacer memoria de porque estaba así... Ah ya lo recordé, MALDITO DERECK Y LAS MIL MIERDAS!!!!
Al recordar todo de nuevo me volvieron las ganas de llorar, de verdad que no quería seguir llorando entonces mejor me di una ducha. No iba a ir a clases, pero Rosy iba a pasar a buscar el trabajo para llevárselo a la profesora, así que debía levantarme igual.
Estaba tomando desayuno cuando tocaron el timbre, me levanté a abrir, obviamente a esta hora de la mañana era Rosy quien venía.
Le abrí y ella entró, venía con unas ojeras de muerte, seguro no había dormido mucho, casi siempre se desvela.-¿Otra noche de desvelo amiga?-Dije dándole un abrazo.
-Si, la verdad creo que necesito ir al doctor por ese tema, no es normal.-Dijo bostezando.
-Si, pienso lo mismo. Toma, aquí esta el trabajo, no se si quieres se lo pasas a Dereck, o simplemente a la profesora, tu decide.-Le estire el trabajo con una mano.
-Ah ese maldito ni en sueños, si le dirijo la palabra un segundo estoy segura que lo golpearé, así que mejor evito que me expulsen.-Reímos juntas.
-Si tienes razón, mejor solo se lo das a la profesora, y le dices que estoy enferma o algo así.
-Pues claro, ni de modo que le diga que un estúpido te rompió el corazón en mil pedazos y por eso no vienes.-La miré seria y ella sonrió nerviosa.
-Ja, si que chistoso, solo vete tonta, que ya llegas tarde, hablamos después.-Nos despedimos y simplemente se fue.
Quizá mas tarde vengan a verme con Mary, eso sería genial, ahora mas que nunca necesito compañía. Tal vez hasta le diga a mamá que me compre un perrito, eso sería lindo.
Mientras pasaban las horas, lentas y serenas, me sentía sola, creo que estoy entrando en depresión, era como si el tiempo se congelara, sentía que no avanzaba nada, me estaba desesperando, necesitaba que las chicas llegaran rápido, quizá si dormía un poco estaría mas aliviada, entonces me eché a dormir un rato.
(...)
De pronto desperté en una cama desconocida, un cuarto que no era el mio, todo desconocido.
Al salir de la habitación habían muchos pasillos, era como un laberinto, no sabía donde estaba, ni adónde debía ir.
Escuché a lo lejos unas risitas, su sonido fue aumentando, de pronto alguien, o mejor dicho dos personas, pasaron corriendo por detrás mio. Comencé a perseguirlas, con la intención de preguntarles dónde estábamos.
Después de haberlas seguido por largos pasillos entraron en una habitación y cerraron la puerta. No quería entrar, pero la curiosidad me mataba, necesitaba ver quienes eran y preguntarles donde estábamos.
Sin discutir mas en mis pensamientos entré. Lo que vi me dejó helada. Dereck y la maldita estaban a punto de tener sexo, justo antes de que empezaran Jaqueline me miró, y me dedico una de las sonrisas mas malvadas y siniestras del mundo, solo ella sabe reírse así.