Capítulo 34

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-¿La conocías? –no puedo evitar preguntar. Asiente y suspira de forma pesada. Sigo trabajando mis pensamientos. Morena, menuda, señor Grey. Mis ojos se abren de forma abrupta y entonces se mueve para mirarme.

-¿Ella fue...? –Asiente- una de las quince –digo más mí que para Cincuenta.

-Lo siento Ana, de verdad, nunca te hubiera dejado entrar a esa tienda de haber sabido que estaba allí. Tienes razón, no somos una pareja normal, mi pasado de mierda me persigue. –Lo veo arrepentido, estoy consciente de que no es su culpa, todos tienen un pasado y acepté casarme con él aun conociendo el suyo, no puedo culparlo. Pero hubiese preferido no verla. Hace que mis inseguridades salgan a flote, puede tener a cualquiera pero me eligió a mí. No puedo verle a los ojos –Ni se te ocurra pensar eso, detente ya –demanda.

-No sabes lo que estoy pensando –intento defenderme.

-Claro que lo sé. Te conozco demasiado bien Ana. Tú eres mi esposa, no quiero a nadie más, solo eres y serás tú. Mi más, mi esposa y la madre de mi hijo. Sabes que ellas no significaron nada para mí. No tengo porque repetirlo cada vez que la mierda sale a flote Ana. –toma mi barbilla con su dedo pulgar e índice- Te amo y siempre te amaré a ti. No te he dado razones para dudar de mí, no lo hagas. Sigamos con nuestras compras, no volverá pasar, te lo prometo –No puedo hablar así que solo me limito a envolverlo en mis brazos.

Nunca pensé que ir de tiendas fuera divertido, es la primera vez que lo disfruto. Hemos caminado por todo el centro comercial, las mujeres no dejan de ver a Christian y yo no me canso de tocarlo o acariciarlo parar hacerles ver que está tomado, además, llevo en mi vientre la muestra de ello. Está un poco abultado y se hace notar, somos unos padres enamorados y orgullosos. Ya tenemos obsequios para todos. Incluso para Sophie la hija de Taylor a quien conoceré está navidad. Solo nos falta Grace. Christian dice saber de qué tienda podemos tomar algo para ella, vamos de camino hacia allá y pasamos por una tienda de bebés, nos quedamos mirando las vidrieras y luego uno al otro por lo que de forma cómplice y silenciosa entramos y nos deleitamos con un paraíso de ropa miniatura y colores pasteles. Parece sacado de una fantasía todo es hermoso.

Yo recorro un lado y Christian otro, cada uno viendo y acariciando todo sin atreverse a tomar algo. Una joven llega mi lado, es morena, un poco mayor que yo, lleva un labial rojo fulana y va vestida del mismo color, se ofrece a ayudarme y niego con la cabeza. Desecho la idea fugaz de que sea otra ex de mi marido –no todas las morenas han estado con él –me recuerda mi subconsciente que hoy se encuentra muy activo.

-Solo estoy viendo, gracias.

-¿Es primeriza? –Pregunta con emoción.

-Sí –respondo.

-¿Niño o niña? –no puedo responder esa pregunta., Christian me advirtió sobre esto y fue muy contundente. No debo decir nada hasta que forme un acuerdo de confidencialidad. No quiero a la prensa haciendo un festín con mi hijo. ¡Demonios! Ya hasta pienso como él, es el efecto Grey. Mi salvador caballero de armadura reluciente hace su aparición.

-¿Quieres llevar algo? –lo miro y sé que él sí, tiene la emoción contenida en sus ojos.

-Creo, ¿Y tú? –miro a la vendedora comérselo con los ojos, traga grueso y empieza a mordisquear su labio inferior. Pasa sus manos por su ropa alisándola, señal de nerviosismo.

-Sí, aunque todo me parece muy pequeño –dice distraído. Y yo rio para luego llegar a él.

-Verás que le quedará perfecto o quizás un poco grande. –digo para tranquilizarlo. Asiente.

-Iré por Taylor, no te muevas de aquí –esa es la señal para ir a buscar el acuerdo. Deberán firmarlo todos los de esta tienda si quieren que llevemos algo. Regresa con Taylor y varios juegos en sus manos.

Christian y Anastasia Grey: Nuestra Pequeña Familia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora