Capítulo 47

7K 352 30
                                    

Malditas contracciones de Braxton Hicks. Desde hace dos días me están atormentando. Fue tan horrible cuando hicieron su primera aparición, estuve tan asustada. Está de más decir que terminamos en el hospital con un histérico Christian gritando a todo el personal. Ruedo mis ojos al recordarlo –si no hubieses estado llorando quizás hubieras estado igual-reprocha mi subconsciente y debo concordar con él. Solo pensar que faltaban tres semanas para el parto y ya tenía contracciones me puso en pánico. La doctora Green fue muy paciente, como siempre. Definitivamente ella es una santa, me explicó que son contracciones falsas mediante las cuales mi cuerpo se prepara para las reales, me dio consejos para sobrellevarlas y en cuanto al periodo de gestación me recordó que ya mi pequeño está listo, solo espera su momento, es normal que en madres primerizas se adelante o retrase el parto y Dios permita que no se atrase porque vamos a enloquecer.

Hemos estado tan ansiosos y sí, me incluyo. Ya quiero tenerlo entre mis brazos y ver si se parece a su papá o a mí. Estoy relajada en mi tina con agua caliente antes de dormir tal como nos recomendó la doctora y luego, le corresponde a mi esposo darme un buen masaje. Me siento terrible de tener que despertarlo cada dos horas mientras duerme, pero necesito ir al baño mucho y no logro levantarme sola –¡oh por favor! Eres tan falsa-me acusa mi odioso subconsciente. Bien, lo admito, me da terror levantarme sola, veo el peligro por todos lados, es la paranoia de Christian que se ha colado en mí. Me asusta levantarme y caerme, me atemoriza tropezar o resbalar en mi andar y como no, entro en pánico al imaginar que voy al baño, rompo fuentes y él está dormido. Soy una cobarde y él está tratando tan duro de ser paciente. Mi pobre Cincuenta, lo he gritado, alejado, lloro, lo reprendo, me quejo, lo utilizo, sí lo hago, aunque él también lo disfruta pero estoy tan excitada todo el tiempo que es molesto. Y ahora también parece mi mayordomo, trae mi comida, mi ropa, me carga cuando no estoy de humor para caminar y me da masajes si los calambres llegan. Y mis pechos, no los soporto. El calostro, como dijo la doctora que se llamaba se ha hecho notar de nuevo de forma esporádica y Christian ha rogado probar, pero me niego. Se siente tan inapropiado y vergonzoso que simplemente no es una opción.

-Nena, tienes mucho rato dentro. El agua ya está fría y tienes los dedos arrugados –está sentado a la orilla de la bañera y toma mi mano para besar cada uno de mis dedos. Cuando tuve esas contracciones decidió que era momento de empezar a trabajar desde casa hasta que llegue nuestro bebé –vamos, un masaje y a descansar.

Me ayuda a salir y me envuelve en la mullida bata para acercarme a él. Lo abrazo tanto como nuestro hijo lo permite y aspiro su aroma que tanto amo. Deja un beso en mi cuello y acaricia mi trasero. Una vez en nuestra cama toma una crema e inicia el masaje, parece tan concentrado mientras me trabaja de pies a cabeza, su mirada se oscurece por momentos y me alegra ver que aun en mi estado me desea. Poco a poco me voy relajando con sus mimos.

-Ana –abro mis ojos somnolientos y lo veo frente a mi sosteniendo una de sus camisetas para que me la ponga. Me siento y cuando la voy a tomar de él hace un ademán de que suba los brazos para pasarla a través de mi, sus manos acarician todo mi cuerpo mientras lo hace y dejo salir un gemido satisfecho –Me encanta verte así nena, eres tan hermosa y sexy llevando a nuestro hijo.

-Buen intento Christian, sé que parezco una ballena –me quejo y pongo los ojos en blanco. De repente siento que toma mi mano y la pone en su ya muy dura erección. Eleva las cejas en mi dirección y se llame los labios, sin embargo veo un rastro de molestia en sus ojos.

-¿Lo crees ahora? Y acabas de ponerme los ojos en blanco, a ese paso tendrás una deuda muy grande para saldar hasta que llegue Ted. –ha sí, se niega a tomarme duro y como no, a castigarme.

-No tengo que acumular nada. Hazlo –mi diosa interior salta mientras agita sus pompones, está decidida a tener un poco de duro, ha sido un rato sin él. Se cierne casi sobre mí y tira de mi labio inferior con sus dientes.

Christian y Anastasia Grey: Nuestra Pequeña Familia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora