Súper Capítulo 44

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-Oh sí, más duro por favor.

-¿Estás bien? –sus dientes están apretados, se está conteniendo mientras bombea dentro y fuera de mi con sus manos a los lados de mi cabeza.

-¡Sí por Dios! –tomo sus nalgas e intento hacerlo profundizar más en mi interior.

-Dime si te lastimo nena, voy a moverme de verdad –Cristo, es lo que he estado esperando. Siento como golpea en mi interior mientras mis paredes lo abrazan. Chupa mis senos necesitados y mis piernas comienzan a temblar. Mis paredes se contraen –Dámelo Ana –gruñe.

-Oh Christian –balbuceo. Sigue mi camino y se derrama en mí.



Siento un cosquilleo en mis piernas, es una sensación placentera. Una respiración en mi cuello y... ¿caricias?

-Mi pequeña esposa insaciable... -mis parpados pesan e intento abrir los ojos y la luz me ciega –Vamos nena... -siento más que veo una risa jugueteando en sus labios. Su mano va hacia mi entrepierna buscando mis bragas.

-Buenos días Christian –digo con la voz ronca por el deseo.

-Estabas gimiendo en sueños –abro los ojos y lo observo con media sonrisa en su cara, está complacido por ello. ¿Lo soñé? ¿En serio? Fue nuestra noche luego de que me levantaran el reposo. Se sintió tan real... tan... oh mi Dios. Tiene un dedo en mi interior y con otro frota mi botón de placer.

-Oh, cariño –me retuerzo a su lado. Atrapa mi boca e introduce su lengua ávida en la mía que lo recibe gustosa. Siempre lo necesito, sabe a menta y a Christian –Por favor... -su dedo entra y sale muy rápido e introduce otro haciéndome gritar y arquear mi cuerpo hasta que estallo en mi primer orgasmo matutino – ¡Chris...tian... oh Dios! –lo veo y chupa los dedos con los que me ha dado placer, es tremendamente erótico, ya está desnudo y listo para mí.

-Muy bien nena. Es mi turno. Ven aquí –se arrodilla en medio de mis piernas y las separa. Mis bragas están deshechas en algún lugar de nuestra mullida cama. Con cuidado me toma de las caderas para acercarme a su virilidad. Gruñe y aprieta los ojos con mucha fuerza cuando con delicadeza entra en mi interior.

Mi espalda está en la cama y él me sostiene. Me apoyo un poco en mis hombros para verlo. Esta absorto en mí y yo en él, nunca me cansare de sentirlo así, tan mío. Mi Cincuenta, el hombre que amo y me ama.

-Estas tan apretada. Es el cielo –musita mientras nuestras caderas hacen su vaivén –Siiii nena –el aire se escapa entre sus dientes y tira de su cabeza hacia atrás –sostente así cariño, bien. Vamos –suelta su agarre y sus manos ascienden por mis pechos que ya duelen. Según Grace es porque ya se están llenando de la leche que alimentará a mi bebé.

Masajea y tira de mis pezones sin piedad haciéndome gritar de placer.

-Oh Dios mío –mi diosa interior ya desfalleció extasiada. Se siente tan profundo de esta manera. Creo que me partiré en dos. –Más rápido –pido, lo necesito.

-Solo siéntelo Ana –Estiro mis manos tratando de alcanzarlo y solo rozo su cuerpo.

-Quiero tocarte- quiero sentirlo bajo mis dedos. Me ayuda a elevarme un poco, sus manos en mi espalda sosteniéndome mientras me aferro a sus brazos y de una estocada terminamos juntos.

-Ana –es una súplica implícita en su susurro.

-Te amo –es lo único que soy capaz de articular. Lentamente me deja en la cama y rompe nuestro preciado contacto para echarse entre mis piernas, con su cabeza en mi vientre que acuna con fervor. Dejo que mis dedos paseen por su cabello ondulado que ya creció de nuevo mientras me recupero de nuestro encuentro.

Christian y Anastasia Grey: Nuestra Pequeña Familia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora