18. Esto esta por empezar

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Narra Steve

María nos guio a una guarida, si se podía llamar así, estaba lejos y despoblado, pero sin tecnología que nos pueda identificar. Al entrar caminamos por un túnel y apareció un hombre corriendo hacia nosotros.

—Herida de bala —informó María hacia un hombre el cual salía de aquel túnel—. Perdió casi medio litro.

—Tal vez uno —comentó Sam.

—Yo me encargo —aseguro él.

—Antes hay que verlo —interrumpió Maria.

La mire confuso y Natasha igual ¿A quién teníamos que ver?

Seguimos caminando en línea recta por el largo pasillo, María iba frente a nosotros y al llegar a una cortina de plastico la corrió dejando ver lo que había del otro lado de ella. Era nada más y nada menos que Nick Fury en una camilla de hospital, vivo. Abrió su ojo dandonos una mirada.

—Al fin se dignan a venir —mencionó sarcástico. Pasamos para que curaran a Romanoff y que claro; Fury nos dirá una explicación–. Laceración en la columna vertebral, fractura de esternón, clavícula destrozada, hígado perforado y una horrible jaqueca.

—Olvida el daño en el pulmón —informó el doctor que curaba a Romanoff de la herida de bala.

—Ah, no hay que olvidarlo. Fuera de eso, estoy bien.

—Yo los vi operarte —hablo Natasha—. Tu corazón se detuvo.

—Tetrodotoccina B —aclaró Fury—, reduce el pulso a un latido por minuto. Banner lo desarrollo para el estrés, no le fue de gran ayuda, pero le hayamos un mejor uso.

—¿Y por qué tanto secreto? —mencione claramente enojado- ¿Por qué no nos dijiste?

—Todo intento de asesinarlo debía parecer exitoso —aclaró María

—Si ya estás muerto no pueden matarte —mencionó Nick—. Eso, y no sabía en quien confiar.

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Después que dejar a Nick un momento a solas en lo que se ponía un poco mejor informo que nos quería a todos en una tipo sala para hablar con nosotros.

—Este hombre rechazo el premio nobel de la paz —Nick miraba una fotografía que tenía en su mano – Dijo que la paz no era un logro, era una responsabilidad. ¿Saben? cosas como estas son las que me hacen desconfiado.

—Hay que impedir el lanzamiento —Natasha evito el tema de Nick.

--Dudo que el consejo me responda todavía —observamos a Nick y abrió el portafolio que tenía a su lado, mostrando tres tarjetas

—¿Qué es eso? —preguntó Sam

—Cuando los helicarriers —empezó con la explicación María —alcancen los 900 metros – giro la computadora mostrándonos lo que pasaría —triangularan con los satélites de Insight y quedaran 100% armados. 

—Hay que infiltrar los helicarriers —continuó Nick—, y remplazar las tarjetas de programación con las nuestras.

—Uno o dos no bastan —explico Hill—, tenemos que enlazar los tres helicarriers para que funcione. Porque, si una sola nave continúa en funcionamiento cientos de personas morirán

-Daremos por hecho que todos a bordo de los helicarrier son de HYDRA, ahí que incapacitarlos, insertar las tarjetas y tal vez solo tal vez salvaremos... —interrumpí a Nick muy molesto.

—No salvaremos nada —confirme—. No sólo caerán los helicarriers Nick, caerá todo SHIELD

—SHIELD no tuvo que ver en eso —sentencio.

—Usted me dio esta misión —aclare—, así es como termina. SHIELD se vio infiltrada, lo dijo usted mismo HYDRA creció bajo sus narices y usted jamás lo noto

—¿Por qué crees que estamos en esta cueva?, yo lo note —aclaro.

—¿Cuántos pagaron el precio por esa tardanza? —le pregunte con mi corazón partido.

—Lamento que Ana no esté aquí —me miro con tristeza—. No tenía idea respecto a Barnes —menciono después de una pausa

—Y tal vez ya no esté en ningún lugar —aclaré—. ¿Si lo hubiera sabido me lo habría dicho o lo habría compartimentado? SHIELD, HYDRA, todos caerán

—Tiene razón —apoyo María. Nick la miro y después a Nat que supongo asintió, después su mirada se posó en Sam.

—A mí no me vea —aclaro—. Yo hago lo que él diga, sólo más lento —Nick soltó una pequeña risa

—Bueno —suspiro y recargo su cuerpo en la silla analizando la situación—. Parece que ahora eres tu quien da las ordenes capitán.

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Al terminar de hablar con Natasha y María me fui a tomar un poco de aire fresco, llegue a la mitad de un puente que ahí me encontraba, mirando a todo y a la vez a la nada.

Sólo recuerdos venían a mi mente; los primeros acerca de mi mejor amigo, Bucky. Él siempre estuvo conmigo, no habia un momento de mi juventud donde él no estuviera a mi lado, cuando murió mamá, cuando era un joven debilucho de Brooklyn, él siempre cuido de mi.

Era mi único y mejor amigo, siempre estuvo ahí, sin importar que, sólo él, aun cuando me converti en el capitan america, Bucky siguio cuidado mi espalda cada día, el seguía tratandome como aquel amigo que debia cuidar, por ello cuido de mi una vez más en aquel tren donde; ni con todo el suero del super soldado pude salvarlo cuando ya no estuvo, cuando creí que lo había perdido para siempre, gran parte de la culpa siempre estaba presente. Ese sentimiento de culpa se congelo conmigo aquel día al caer al mar.

Al despertar fue como despertar de una pequeña siesta, recordaba mi vida y lo que había ocurrido, sólo que ya eran 70 años más tarde, fue duro, pero fue más sencillo con ella a mi lado; Ana. A pesar de que la mayoría la llamaba mi niñera y que parecía no estar muy comoda con la situación, ella cumplio su misión cada día, hasta que de la nada misteriosamente dejo de existir para mí. No sabía que tanta falta me hacia, hasta que el sentimiento de tranquilidad se esfumo con ella, esa fue la primera vez que me di cuenta que la necesitaba más que cualquier otra cosa.

Ana cambio mi vida por completo y el ahora imaginar que este en manos de HYDRA nuevamente o que esta vez ya no este, me aterra de la peor manera.

—El también estará ahí para ti —Sam me saco de mis pensamientos, él moreno se encontraba caminando a mi dirección—. Quién haya sido en el pasado y quien es ahora, no creo que necesite que lo salven. Necesita que lo paren.

—No sé si pueda hacerlo —hable con sinceridad.

—Tal vez él no te de opción, no te reconoce.

—Lo hará —aseguré aunque con un deje de duda en aquella afirmación—. Lo harán.

—No sabemos si Ana sigue con vida.

—No la quieren muerta, quieren que sea de nuevo uno de ellos.

—¿Qué harás con ella?

—Hacer que me recuerde —mencioné seguro—. No hay otra opción. Ya vístete es hora.

—¿Usaras eso? —preguntó mientras me dirigía a un antiguo lugar.

—No, para combatir en una guerra hay que usar uniforme.

Libre - Tercera temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora