18
Esfuerzo
Cada parte de mi cuerpo gritaba de dolor, era incapaz de pensar o de entender lo que me rodeaba. Podría jurar que me desmayé por varios días, pero una melodiosa voz me informó lo contrario.
- Levántate y vuelve a intentarlo.
Maldito Lólindir, si él estuviera en mi lugar entendería que no es tan fácil levantarse después de caer inconsciente… ¿Por qué me golpeó?
- Escuchen todos, éste fue un claro ejemplo de lo que pasa si no controlan el flujo de su energía, si la dejan salir de un solo golpe y no tienen la resistencia adecuada, su cuerpo colapsará dejándolos totalmente vulnerables al ataque enemigo. Afortunadamente Lúthien y yo tenemos la capacidad de bloquear la emanación de su energía, así podemos evitar que se hagan daño. Lo más importante de todo es el control, el equilibrio perfecto entre la resistencia de su cuerpo y la energía que manejan.
Mientras me reincorporaba, todos los estudiantes me miraron; unos cuantos con burla, otros con gran terror y unos más analizaron mi error para no cometerlo. Al parecer será más difícil de lo que creí controlar mi poder. Una vez sentado y listo para intentarlo una vez más, Lólindir tomó lugar frente a mí y me pidió que lo intentara nuevamente.
Su mirada inexpresiva junto con el ambiente de tensión en ese momento me hizo sentir un poco temeroso, no quería pasar otra experiencia igual de dolorosa, aunque él estuviera para evitar que me hiciera un mayor daño, no quita el hecho de la agonía que podría experimentar.
Lentamente cerré los ojos y me concentré, cuando sentí ese calor dentro de mí no dejé que se propagará por todo mi cuerpo, como un minero, tomé una pequeña parte, y la movía lentamente con mi mente hasta llegar a mis ojos. Una vez ahí, busqué un lugar en donde me sintiera cómodo para depositar esa energía. Abrí muy lentamente los ojos, evitando que mis pupilas reaccionaran muy rápido. Miré primero al suelo y poco a poco levanté la mirada hasta poder ver a Lólindir.
Una cortina de humo verde lo rodeaba, pero parecía no moverse, como si el humo estuviera congelado, su textura era lisa y sin ninguna imperfección. Al parecer esto que puedo ver tiene que ver con la personalidad de la persona… o por lo menos eso era lo que deducía.
Era complicado mantenerme en ese estado, constantemente debía estar al tanto de todas mis emociones, si alguna de ellas llegará a dominar mi cuerpo, era obvio que podría colapsar.
- ¿Qué es lo que ves?
Me preguntó Lólindir con su voz tan autoritaria y dura. No me apresure en contestar, deje que las palabras salieran por su cuenta.
- Una masa de humo que lo envuelve.
- Muy bien. Regresa a tu estado normal, el entrenamiento para ti ha terminado.
Quise obedecer esa orden, pero quería ver a Lúthien. Giré la cabeza pero no contaba con la presencia de los demás estudiantes. Una cantidad enorme de colores, formas y texturas invadieron mis ojos, haciéndole sentir un puñado de dagas que atravesaban mi cabeza. Por un segundo perdí el control antes de regresar a mi estado natural.
- Sigues sin acatar órdenes, eso podría matarte un día.
Me cubrí los ojos mientras que mi diminuto profesor se retiraba con otro estudiante. Cualquier rastro de luz me incomodaba, me sentía fatigado y un poco molesto. Era claro que ya entendía el cómo activar mis ojos, pero algo debo estar haciendo mal para no hacerlo mejor. Me frustraba la idea de que nunca me digan nada, si ellos son nuestros profesores, su deber es suministrar información. Pero sólo nos cuidan como niños pequeños mientras experimentamos cosas nuevas.
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El Credo - Iniciación
FantasyDesde los antiguos tiempos de la magia y la hechicería existieron diversos grupos que se reunían para practicar rituales secretos y así obtener algún beneficio para su gente. Estas agrupaciones eran llamadas de diferentes formas: tribus, hordas, cla...