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Razón
A pesar del dolor al día siguiente en mi cuerpo por causa del entrenamiento con Lólindir, fui a la biblioteca, no saludé al anciano de siempre y no llamé a ningún libro. Simplemente me senté en el lugar de siempre, encendí la luz y fingí estar leyendo algo. Me encontraba buscando el motivo que mencionó el enanito de plomo. Levanté la mirada y con un suave movimiento con la cabeza aprecié el lugar, tan tranquilo, callado, lleno de algo que no se puede colocar en otro cuarto. De saber de su existencia y su magia, hubiera pasado más tiempo en una biblioteca durante mi vida.
- ¡Hola Galdor!
Merenwen saltó delante de mí recargando sus codos en la mesa con un sonido que me arrebató todos mis pensamientos.
- ¿Qué haces?, ¿Preparándote para nuestro combate?, ¿Por qué no me has buscado desde nuestro encuentro en la ducha?, ¿te sientes más cómodo si no tengo ropa?
Respiré profundamente, su mirada sobre mí era de una niña de no más de cinco años esperando que su padre le cuente una historia antes de dormir.
- Nada, no, porque no, y absolutamente no.
Incliné mi cabeza a la mesa un instante, al volver la vista Merenwen trataba de quitarse la blusa.
- ¡De verdad! Prefiero que permanezcas vestida.
- De acuerdo, eres extraño Galdor, la mayoría prefiere tenerme sin ropa cuando estoy a su lado, además, también es muy cómodo.
¿De verdad me enfrentaré con ella? No entiendo que pueda estar pasando por su cabeza, pero no debe ser algo que se pueda considerar como sano. Finrod es un optimista de primera, Fëanáro un propio y orgulloso caballero, pero ella… no sé en donde catalogarla.
- Tratas de entenderme verdad. Tienes la mirada que todos ponen al conocerme, es divertido ver esas expresiones en los demás.
- ¿A qué te refieres?
- Si, cuando estoy siendo yo misma los demás me tachan de loca, es divertido.
- ¿Por qué es divertido?
- Simple, ellos están igual o más locos que yo, pero no tienen el valor para aceptarlo, es por eso que me prefieren desnuda a su lado.
Entiendo la parte de ser uno mismo sin importar lo que el resto piense de uno, yo hago lo mismo. Por eso mi ropa, por eso soy tan distante y no muestro interés en cosas tan triviales como una calificación, un proyecto, terminar la universidad… son cosas que se me imponen y debo mostrar un resultado para ser aceptado.
- Por eso me caes tan bien Galdor, tu eres diferente, además, nunca vi a un hombre ponerse tan rojo al estar al lado de una mujer.
- Déjame explicarte… De donde vengo, no es normal que una mujer pueda atravesar una pared y se desnude sin motivo aparente ¡MIENTRAS UNO TOMA UNA DUCHA!
- Oh… ¿hubieras preferido que me desnudara cuando estuvieras en la cama?
- ¡Hubiera preferido que nunca te desnudaras!
- Pero así es más difícil conocerte.
- ¿Cómo puedes conocerme por el hecho de estar desnuda?
- Es simple, la ropa es una barrera que marca un límite en lo que se quiere hablar, lo que se quiere demostrar, también una regla que hace que no podamos confiar en los demás. Si ocultamos algo detrás de un pedazo de tela, entonces podemos esconder miedos, inseguridades, secretos, maldad o cualquier otra cosa. ¿Cómo puedes confiar en alguien que podría ocultar eso en su alma? Tan en el fondo que ni siquiera es capaz de mostrar su cuerpo, algo tan natural y normal que todo el mundo posee, que todos ya lo conocemos pero debemos ocultar a los demás. Es un poco contradictorio ¿No crees? Tener que esconder algo que ya todos conocen.
No tengo una forma de derribar ese pensamiento. En teoría tiene gran razón, pero en la práctica los protocolos sociales siempre marcaran tu forma de comportarte, quieras o no.
- Y es por ello haces lo que haces.
- Claro, sería una hipocresía si digo algo y actúo de manera diferente.
Sentí una roca sobre mi cabeza, al vestirme diferente y comportarme como lo hago es mi forma de protestar mi inconformidad en contra de las reglas, pero igualmente, asisto a una clase, trato de complacer los estándares de los demás. No importa si pongo mala cara al hacerlo, al final de cuentas lo hago y estoy siendo hipócrita.
- No te lo tomes personal Galdor, no es algo sencillo y conlleva muchos problemas. Al final del día lo que importa es sentirse bien con uno mismo al irse a dormir. Nada más.
- Puede que tengas razón.
- Si la tengo o no, no es importante. La razón es igual que la ropa, si quieres usarla y si tiene algún motivo entonces es válido. Pero si la usas solo para justificar una acción que va fuera de tus ideales, entonces no existe motivo para usarla. Por ejemplo, Prefiero mostrarme tal cual soy, sin importar lo que piensen de mí, eso h generado muchos enemigos, pero cada noche puedo cerrar los ojos con la idea de que aquellos que me aceptan como soy estarán siempre que los necesite. Es lo único que necesito.
Creo entender su forma de pensar, no puede existir la razón sin motivo, de lo contrario sería limitar. Uno vive según sus criterios, a lo que quiere sentir… lo que quiere llevarse a la cama cada noche.
- Es interesante tu forma de ver las cosas Merenwen.
- Bueno, es como quiero ver la vida. Y como solo existe una mejor aprovecharla.
- … Quizás sea un poco entrometido, pero…
- Dime.
- ¿Por qué decidiste ser así?
- Digamos que no tuve el mejor pasado, así que quiero construir un mejor futuro.
- Ya veo.
- Confundido verdad, es normal, necesitas algo que te empuje a cambiar tu vida y perder el miedo a equivocarte.
Merenwen rodeó la mesa y tomo una silla vacía para tomar lugar a mi lado. Se inclinó hacia mí hasta recargar su cabeza en mi hombro tomando mi brazo entre los suyos.
- Aún no sé a qué le tienes miedo ni que te impide ser la persona que quieres ser, y no te exijo que me lo digas. Solo quiero que sepas que estaré sin ropa cuando lo necesites.
Me sonó a una propuesta indecente, pero entendí sus palabras, ella estará para mí sin tabús, sin barreras, sin miedo, sin protocolos, sin condiciones.
- Gracias Merenwen, pero honestamente, te prefiero con ropa.
- De lo que te pierdes, es muy cómodo sentir el aire por tu…
- ¡NO QUIERO SABER MÁS!
- No te exaltes Galdor, estoy bromeando. Ya debes estar muy nervioso por mañana.
Cierto, mi combate es con ella, no sé si podré hacerle daño después de esto.
- Tal vez no me contestes a esto, pero… ¿Cuál es tu habilidad?
- Directo, me gusta. Podríamos decir que soy una sacerdotisa, bajo las ramas druidas y arcanas.
- Eso quiere decir…
- No voy a hacer todo tu trabajo, será mejor que investigues.
Merenwen soltó mi brazo y camino fuera de la biblioteca, sin antes hacer una pequeña parada para darme un último consejo.
- También te recomiendo que busques lo que es una pitonisa de rama familiar e iniciación nórdica. No sé, es un pequeño consejo.
Y así caminó fuera de la biblioteca, con su andar tan provocativo y su pequeña falda que apenas cubre lo necesario para dejar la imaginación volar. Pero nunca la vi con morbo, sino con una admiración digna de una mujer que merece todo el respeto posible… no quita el hecho de su demencia total.
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El Credo - Iniciación
FantasyDesde los antiguos tiempos de la magia y la hechicería existieron diversos grupos que se reunían para practicar rituales secretos y así obtener algún beneficio para su gente. Estas agrupaciones eran llamadas de diferentes formas: tribus, hordas, cla...