Capítulo 20 - Curiosidad

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  • Dedicado a Andrea V. Deloera
                                    

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Curiosidad

Una extraña sensación llegó a la parte posterior de mi cuello, como si alguien me observara. Giré lentamente a la ventana que había en el baño, y ahí se encontraba Merenwen, con su mirada fija en mí. A pesar de que notó que la había visto, ella seguía ahí, contemplándome. Fueron unos segundos de total silencio, hasta que ella con su enérgica voz me dice:

-          Hola Galdor.

No entendía absolutamente nada… ¡de verdad ella estaba ahí! Cuando por fin procesé la escena, intenté cubrirme con la cortina.

-          ¡¿Qué estás haciendo?!

-          Sólo paseaba por aquí, y creí que encontraría algo interesante en esta ventana. Y créeme que no me equivoque.

-          ¡No puedes estar husmeando así!... espera, esa ventana da a la madriguera de los dragones, cómo es que…

-          El hecho de que los dragones no te quieran no significa que quieran chamuscar a todo el mundo. Por cierto, te ves muy bien así.

-          ¡Puedes irte!

-          Y perderme de este espectáculo, para nada. Prefiero quedarme aquí y verte en tu traje de Adán.

Pero si será fastidiosa, cómo es que puede quedarse así, mirándome mientras me ducho, y peor aún, ¡Cómo osa el interrumpir mi baño!

-          Si quieres, puedo tallarte la espalda.

-          De verdad, no, sólo quiero poder disfrutar de mi privacidad sin que alguien me esté espiando tan descaradamente.

-          Pero le quitas la diversión a todo, permíteme, déjame entrar.

¿Qué? Entrar, ¡NO! Sin perder el tiempo, Merenwen atraviesa el muro que nos separa… ¿Puede atravesar paredes? Un tema realmente fascinante si no fuera por el hecho de que estoy completamente desnudo.

-          Listo, así es mucho más cómodo el conversar.

-          Habla por ti, tú no estás desnuda enfrente de otra persona que apenas conoces.

-          Ah, sí de igualdad se trata, eso se puede solucionar muy fácilmente.

Merenwen comenzó a desnudarse enfrente de mí. Una parte gritaba por que se detuviera, pero por otro lado, jamás había conocido a una mujer así. Su cabello largo y ondulado siempre cubriendo uno de sus ojos se movía conforme se quitaba la ropa. Inició con la pequeña falta que portaba, dejándola caer el piso, nunca quitó su mirada de mí. Me encontraba nervioso y ella parecía disfrutarlo. Muy lentamente desabrocho cada botón de su camisa, dejando expuesto su sostén, giró y dejo caer la prenda. Pude ver el mismo sello que yo tenía en la espalda. Desabrochó el sostén dejándolo a un lado, en seguida se agacho para quitarse la ropa interior. Una vez desnuda, volteó a mí con los brazos extendidos, como si quisiera que la observe.  No tenía palabras para ese momento, y admito que mi mirada la recorrió desde el cabello hasta la punta de los pies.

-          Ahora que los dos estamos desnudos, creo que ya no debes sentirte incómodo.

¡Cómo espera que no me sienta incómodo! Ahora estoy peor. Pero no era capaz de decir algo. No es que sintiera pudor por el tema, he tenido una o dos aventuras en mi pasado, pero ninguna como ésta. Ella daba pequeños saltos mientras se aproximaba a mí, sus senos bailaban al mismo ritmo que ella y sus piernas marcaban perfectamente sus zancadas hasta estar bajo el agua caliente.

-          ¿No crees que el agua está muy caliente?

Mi lengua trataba de gesticular algún sonido, pero me era imposible, no entendía por qué hacía eso. Y lo que más me aterraba era que no conocía su habilidad, sabía que era una sacerdotisa, pero desconocía el daño que podría hacerme… si es que planeaba hacerme daño.

-          No te pongas nervioso, sólo somos dos personas que están conversando… bueno, en si soy yo la que conversa, tú sólo estás ahí todo nervioso y sin decir nada. Y como tú exigías igualdad de condiciones, no me parece justo que te cubras con la cortina.

De un solo movimiento me arrebató la cortina, dejándome totalmente desnudo y expuesto frente a ella.

-          Ves, no es tan difícil. Por cierto, tienes un lindo cuerpo.

-          ¿Qué… qué… qué es lo que quieres?

-          Ya te lo dije, sólo quiero conversar un poco, hoy no tuve entrenamiento y estoy muy aburrida y con mucha energía que gastar. Y pensé que podría usar esa energía en ti.

¡¿Qué es lo que me está proponiendo, está loca?!

-          No es nada de eso, tranquilo.

-          ¿Acaso puedes leer mi mente?

-          Algo por el estilo, digamos que puedo sentir las emociones de los demás como si de una golosina se tratara.

-          Interesante.

-          ¡Verdad que sí!

-          Lo que más me intriga es ¡Por qué estas desnuda en mi baño!

-          ¿Acaso te molesta?

La verdad es que no me molestaba, pero no era normal. Las personas usan ropa por protocolo social, el tema de la desnudes es algo muy personal y que ella lo haga tan abiertamente me confundía mucho. Aunque para que mentir, la vista era muy agradable. Su piel parecía ser tan suave, y el agua caliente recorriendo su cuerpo… perfecto para una fotografía, lástima que no tengo mi cámara a la mano.

-          ¿Qué es lo que estás pensando?

-          No… nada.

-          Sé que te encuentras emocionado, pero no por las razones obvias. Desde que te vi me has intrigado mucho. ¿Me dejas conocerte mejor?

-          ¿Por qué quieres conocerme?

-          Ya te lo dije, eres diferente a los demás, todos son muy aburridos y en el momento en que me ven desnuda sólo quieren hacerme cosas. En cambio tú, te encuentras como un gatito asustado.

-          ¡No estoy asustado!

-          En ese ámbito no puedes mentirme. Además que no me has quitado la mirada.

Creo que se ha dado cuenta. Intente mirar al suelo, pero sus piernas se interponían.

-          No me molesta que me mires, yo te he dado permiso para que lo hagas. Sólo tranquilízate… ¿o es qué no confías en mí?

-          No es eso… es que.

Fui interrumpido por el escenario menos probable del mundo. Ella me beso en los labios, acercó su cuerpo al mío, su abundante busto se oprimía en mi pecho, una de sus piernas me rodeó. Me paralicé por un momento, pero el sabor de sus labios era embriagante. Cerré los ojos y me dejé llevar por el momento. La abracé por la cintura y su busto era lo único que nos separaba. Sus manos traviesas recorrieron mi cuello, mis hombros, mis brazos y realizaron un viaje hasta mi espalda, donde ella se aferró.

Un par de minutos pasaron sin darme cuenta, cuando el beso finalizó, ella se apartó de mí, y dijo:

Ahora que te conozco mejor, eres aún más intrigante. Espero poder verte pronto, con o sin ropa me es indiferente.

Con un chasquido de sus dedos, su ropa volvió a estar sobre ella, y desapareció por el mismo muro por donde entró. Dejándome totalmente anonadado… ¿qué fue lo que pasó? Si ya era difícil cuidarme de un dragón que quiere matarme, ahora tengo a una loca que disfruta de verme desnudo. Aunque en sí, no es una queja, fue bastante placentero para mi cuerpo, pero excesivamente confuso para mi mente.

Extrañamente, sentí el agua un poco fría… no sé si era por el tiempo que ya había estado ahí… o porque mi cuerpo alcanzó altas temperaturas.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora