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Dolor
- ¿Por qué no puedo recordar nada?
- Si puedes recordarlo, pero me indicaron que no restableciera tu memoria de inmediato, al parecer es parte de tu entrenamiento.
Esto huele ser obra de Huor. Pero creo que me ayudará a no cometer el mismo error.
- ¿Por qué ingresé la segunda vez?
- Después de tu recuperación debías regresar al mundo humano, pero decidiste quedarte.
Me quedé porque Huor me dio la oportunidad de no preocuparme del mundo humano por unas semanas. Ojala que mi suplente pueda hacer mis deberes de literatura.
- Entonces iniciaste un entrenamiento bastante brusco con Elrohir.
Quien me derribó en mi primer día, recuerdo pedirle ayuda y permanecíamos día y noche trabajando en mis reflejos y con mi fuerza. Dormíamos solo lo necesario pero era suficiente para que soportara el ejercicio.
- Cada noche tenía que acelerar tu recuperación. Cuando llegó tu pelea nuevamente contra Finrod parecías más confiado.
Estaba confiado porque mi cuerpo ahora tenía una mayor velocidad y podría obtener una ventaja de ello. Cuando entré a la arena Finrod se disculpó por el golpe que me había dado, le dijo que no fuera blando conmigo mientras peleamos, él se sorprendió y emocionó a la vez por mi comentario, tomo postura de combate y pasó exactamente lo mismo, su gritó paralizó mi cuerpo pero en esta ocasión por apenas un segundo, mientras corría a mí noté que su intención era la misma, relajé mis piernas dejándome caer al piso con el tiempo suficiente para esquivar el golpe. Con mi pierna logré golpearlo justo en la rodilla con la fuerza suficiente para rompérsela, él cayó al suelo seguido de su impulso de correr hacía mí. Giré la cabeza con una sensación de victoria, pero al verlo levantarse, con la rodilla rota como si nada hubiera pasado estremeció todo mi ser.
Me puse en pie y fui yo quien tuvo la iniciativa, lancé un golpe a su rostro que el fácilmente detuvo con su brazo, aunque la idea nunca fue golpearlo en la cara, mi pierna asestó otra patada en su rodilla sana, sacándola de su lugar seguido de un fuerte crujido. Si no puede caminar, no puede combatir. Al menos era la idea.
Finrod tomó su pierna y la sacudió bruscamente hasta acomodar su rotula en donde debe. Me miró con cierta alegría, parecía disfrutar del combate, eso me hizo recordar que es un mero entrenamiento y que a pesar que nuestros ataques pueden ser mortales, no podíamos lastimarnos realmente gracias a los Daimus. Cuando él pudo ponerse en pie escuchamos una voz desde fuera de la cúpula.
- “Suficiente Finrod, sé que puedes seguir luchando pero dejaremos el combate hasta aquí.”
Claramente era la voz de Huor, me alegró escucharlo. Caminé para ayudar a Finrod a salir de la cúpula.
- Excelente combate Galdor, aunque aún te falta mucho para superarme.
- ¿De qué hablas? Si eres tu quien no puede salir caminando de aquí.
- Quizás, pero eres tu quien tiene la mano y la pierna rota por golpearme.
No entendí lo que me decía, miré a mi pierna que se encontraba empapada de sangre y justo al dar el siguiente paso un enorme crujido resonó por todo el lugar haciéndome gritar como nunca antes. Al caminar sin darme cuenta que estaba herido pasé de una fractura simple a una expuesta. Cuando puse mis manos para amenizar el dolor, sentí como cada hueso de mi mano derecha estaba en calidad de polvo. El dolor era tal que caí al suelo sin más. Finrod se preocupó y pidió ayuda. Mientras me atendían las heridas él me habló.
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El Credo - Iniciación
FantasyDesde los antiguos tiempos de la magia y la hechicería existieron diversos grupos que se reunían para practicar rituales secretos y así obtener algún beneficio para su gente. Estas agrupaciones eran llamadas de diferentes formas: tribus, hordas, cla...