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Entrenamiento
Mi cuerpo descansaba con la bella imagen de Lúthien, pero pronto fui interrumpido por un fuerte golpe en la puerta, mis ojos se abrieron y mis pupilas se trataban de adaptar a la luz. Aun me encontraba agotado por lo sucedido ayer. Miré alrededor, pero no había nadie. Creo que Lúthien se fue justamente cuando me quedé dormido. La persona al otro lado de la puerta seguía necio e insistente, pero planeaba ignorarlo por unos momentos más… que gran error.
Momentos después alguien derribó mi puerta.
- ¡Es hora de tu entrenamiento y no planeo tolerar a holgazanes!
Su voz me taladraba la cabeza, con un aire de gran prepotencia y arrogancia gesticulaba cada una de sus palabras. Por el rabillo del ojo logré verlo. De baja estatura, cabello corto, una cicatriz en el rosto, su atuendo era el de un militar, adornado con muchas medallas en su pecho y siempre con una postura recta e inamovible. Cubrí mi cabeza con las sabanas con la firme intención de no prestarle atención.
- ¡No tengo tiempo como para perderlo contigo!
Una extraña sensación llegó a mí, no sobre mi cuerpo… parecía que había montado una alfombra voladora. Cuando miré para ver qué era lo que sucedía, me quedé asombrado. Mi colchón había levantado vuelo y seguía a esta persona. Intenté bajarme del improvisado transporte, pero este se ondulaba de tal forma que siempre perdía el equilibrio, haciendo imposible un posible escape.
Fue así que me llevo por todo el credo hasta llegar a una habitación ubicada del otro lado del pasillo en el mismo piso. El colchón me lanzó al suelo al haber llegado a mi destino, asegurándose que fuera mi rostro el que impactará en el suelo. En el lugar se encontraban otros cuantos estudiantes, Merenwen y Nindë se encontraban ahí.
- Buenos días a todos, el motivo de mi tardanza es que su nuevo compañero tuvo el honor de ser escoltado por mí. Esperemos que sea la primera y última vez que suceda un evento de esta naturaleza.
Solté un par de maldiciones entre dientes. Me recordaba un poco a mi profesor de literatura, solo que aquí la corta estatura del soldadito no me impresionaba para nada, hasta me dio la impresión de poder vencerlo en un combato cuerpo a cuerpo.
- Siguiendo con el protocolo habitual, debo presentarme. Mi nombre es Lólindir Elensar, Seré quien guie su entrenamiento en la manipulación y uso de la energía en general. Ustedes están aquí por su ineptitud para el combate físico.
No podía creer que una persona tan pequeña, pudiera causar tanto desagrado y repulsión en tan poco tiempo. Con alguien como él, creo que empiezo a extrañar a Omar.
- Pero, si se muestran como reclutas dedicados, puede que logren dominar mejor sus habilidades y así salvar la vida de alguien más. Ese es mi único objetivo. No seré blando con absolutamente nadie, y no me interesa en que ramal van a terminar.
¿Ramal? ¿De qué está hablando?
- Debido a que el grupo acaba de aumentar en su población, le he pedido a un miembro de alto rango que nos asista en esta clase… para evitar que alguno de ustedes mate a un compañero o se maten ustedes mismos.
¿Puedo morir en este entrenamiento? ¿De qué se trata? Si él dijo que solo es el manejo de la energía. No le encuentro un motivo por el cual podamos matar a alguien, y mucho menos infligirnos daño propio. Una leve angustia me invadió, haciendo que toda mi atención estuviera en él. Pero esta fácilmente se esfumo al ver a quien nos ayudaría durante el entrenamiento. Era Lúthien, quien entró con su característico caminar hasta ponerse a un lado de Lólindir.
Creo que había encontrado un motivo para que este entrenamiento sea más ameno. Lólindir Nos ordenó que tomáramos asiento individualmente en el suelo, a cada uno se le entregó un pequeño cojín. Una vez acomodados, se nos indicó que cerráramos los ojos y nos relajáramos… ¡Es en serio! Una miniatura de persona con el ego súper elevado me va a dar una clase me relajación y meditación, esto debe ser una broma, pero preferí seguirle el juego un rato más.
Entre abrí un ojo para ver a Lúthien, ella caminaba entre nosotros y colocaba su mano derecha en la espalda de algunos, siempre con una sonrisa en el rostro y ese caminar tan suave…
Sentí una presencia bastante incómoda. Y supuse que me había metido en un pequeño problema, abrí lentamente los ojos, solo para encontrar el rostro de Lólindir a unos cuentos centímetros de mí con una cara de pocos amigos. Por unos segundos nadie dijo nada.
- ¿Crees que se trata de un juego?
- Dependiendo de su definición de juego.
- ¡No estoy dispuesto a soportar a un irreverente sin disciplina!
- Si no quieres, no tienes que hacerlo.
- ¡Te acabas de ganar el premio mayor, hoy entrenaras conmigo personalmente!
Con movimientos muy bruscos pero a la vez exageradamente preciosos, tomó asiento frente a mí.
- Muéstrame que es lo que puedes hacer.
Su voz me retaba, pero no entendía que es lo que esperaba que hiciera. Me quede quieto por un momento, seguido de un fuerte grito:
- ¡Acaso no eres capaz de hacer algo!
- No entiendo que es lo que quieres que haga.
- ¡LO QUE SEA!
Si lo único que pide es lo que sea, se lo daré. Cerré los ojos intentando el poder ver como en la noche anterior… pero no pasaba absolutamente nada, su mirada no dejaba de hostigarme, vigilando cada movimiento de mí ser. Pasados unos minutos volvió a gritarme.
- ¡Estoy esperando!
- Yo puedo ver de una manera diferente.
- ¡Pues demuéstralo!
Una gran frustración se acumuló en mí ser, sabía que podía hacerlo, pero no tenía ni la menor idea de cómo hacerlo. Tensé mi cuerpo, apreté mis ojos, me concentré, respiré profundamente, pero nada detonaba mi habilidad.
- ¡Es por eso que estas aquí, para aprender a activar tu habilidad en el momento oportuno! Pero si sigues con esa actitud tan nefasta, no serás capaz de controlar absolutamente nada.
- Pues que espera que haga, la única instrucción que me ha dado es que me siente y me relaje.
- Una simple instrucción que no has podido acatar ¿y quieres que te dé más instrucciones?
Al parecer, dialogar con él es algo imposible, no tengo otro remedio que hacerle caso. Volví a cerrar mis ojos y lentamente dejé que mi cuerpo se relajará, musculo por musculo, con el tiempo, todos mis pensamientos se vaciaron uno a uno. Cuando por fin sentí que mis ojos ya no eran como antes, me emocioné, podría callarle la boca al soldadito de plomo… pero las cosas resultaron un poco diferentes. Un calor que podría derretir el mismo metal trazó un camino desde mi pecho hasta mis ojos, haciendo que mi cuerpo se debilitará rápidamente, me quedé totalmente ciego por un instante y deje salir un agudo grito de dolor. Lólindir me golpeo en el estómago, haciéndome caer inconsciente al suelo. En mis últimos momentos de lucidez escuché que Lúthien trato de acercarse a mí para ayudarme, pero fue detenida por Lólindir. Al parecer él solo me miraba en mi agonía y no planeaba hacer nada. Mis piernas no respondían, mi cabeza estallaba del dolor y sentí una lágrima que recorrió mi mejilla hasta caer al suelo. Inmediatamente mi corazón se aceleró, y una gran punzada en el estómago fue mi último sentir para después, dejar caer mi cuerpo en contra del suelo y perder toda percepción del mundo que me rodea.
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El Credo - Iniciación
FantasyDesde los antiguos tiempos de la magia y la hechicería existieron diversos grupos que se reunían para practicar rituales secretos y así obtener algún beneficio para su gente. Estas agrupaciones eran llamadas de diferentes formas: tribus, hordas, cla...