Capítulo 32 - Nuevo entrenamiento

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  • Dedicado a Andrea V. Deloera
                                    

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Nuevo entrenamiento

La noche pasó como es de costumbre, la suave manta azul manchada por los millares de estrellas, el canto de los grillos arrullando a las desoladas almas aun despiertas que buscan algún tipo de consuelo para su sueño. El reloj toma posesión del tiempo que transcurre como un rio hacia el océano inmenso y eterno. La mañana me recibe con los primeros rayos de luz sobre mi cara…

-          Un momento… eso no es el sol.

Levanté mi cabeza sobre la cama para mirar por la ventana solamente para obtener una grata y realmente caluroso bienvenida.

-          ¡MIERDA!

Una enorme bola de fuego trazó un camino directamente a mí recién consiente cabeza para chamuscarla. Cerré los ojos y al abrirlos había activado mi habilidad, como su pudiera detener el tiempo observé como la esfera calurosa se aproximaba a mí, pero una enorme calma invadió mi cuerpo, dejándome apreciar cada pequeño detalle. Las pequeñas llamas que emanaban de manera circular parecían combustionar frente a mí. Sin mayor esfuerzo me recosté en el suelo para evitar algún posible daño, al parpadear el tiempo recobró su curso habitual, haciendo que la llamarada pasará de largo por toda mi habitación.

-          Veo que ya puedes activar tu habilidad a tu antojo, espero que no estuvieras entrenando en el mundo humano.

¿Cómo había llegado ahí? Se trataba de Huor, sentado al filo de la cama con la mirada baja y los brazos cruzados, inamovible y tranquilo como si nada hubiera pasado. Ni siquiera con mis ojos pude notar su presencia.

-          Esperábamos tu regreso Galdor, muy pronto tendrás que cumplir algunas cosas para el credo, pero antes es necesario que la siguiente parte de tu entrenamiento inicie, por favor acompáñame.

-          Si… hola… gracias por el despertador, tu sabes perfectamente que adoro ser vecino de un dragón que lo único que quiere es devorar mi cabeza.

Huor se puso en pie, caminando lentamente hacia la puerta sin dirigirme la mirada, parecía esperar alguna reacción mía, pero como si se tratará de un chiste que alguien no entendió, solo se limitó a hacerme una pequeña observación.

-          Él no quiere devorar tu cabeza… solo te quiere en punto de carbón.

Ahora resulta que Huor se convirtió en comediante… ¿cómo diablos llegué al credo? Mi semblante cambió drásticamente, miré alrededor hasta encontrar un sello sobre las sabanas que conocía hace poco pero conocía su función.

-          El hecho de poder activar tus ojos no significa que puedas sacar provecho de ellos. Vamos, no tenemos tiempo que perder.

Sus palabras siempre tienen el mismo efecto, una combinación de sentirme insultado y a la vez, saber que he cometido algún error. Sin perder la oportunidad observé a Huor mientras salía de la habitación, su energía era de un color amarillo casi dorado, de una textura suave y liviana realizando ondas como si olas de mar se trataran. Pero lo que más llamó mi atención fue un pequeño dije, no era físico, era de energía, formaba un símbolo que desconocía a la altura de su corazón con un toque rosa, era casi imposible de ver ya que su energía amarilla lo cubría muy bien.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora