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Cúpulas
El esfuerzo para levantarme de aquella silla fue sobrehumano, mis ojos no podían mirar más arriba del suelo, como si fuera sentenciado a muerte. Cada paso resonaba en el frío y duro piso de madera, cada veta quería guiarme hasta la puerta con un gran pésame entre sus líneas. El sonido de ambiente enmudeció para dar paso a la sonata fúnebre de mí tonta decisión. Como acto de despedida levanté mi mano y la coloqué sobre el prendedor que me había dado Lúthien, con la vaga esperanza de ser salvado de alguna manera.
- Vamos Galdor, no tenemos tiempo que perder.
Huor salió al pasillo con un paso levemente acelerado, obligándome a seguir su ritmo al caminar. Atravesamos la madriguera de los dragones y por primera vez pasé totalmente desapercibido ante los curiosos y amables habitantes de ese sector, en cualquier otra situación abría disfrutado de momento. Pero como disfrutar cuando estoy casi seguro del resultado de abrir la boca. Tomamos el ascensor con dirección al piso de entrenamiento, Huor nunca dijo nada durante todo el trayecto, tampoco intentó el ocultar la emoción que sentía. Las puestas se abrieron y caminamos hacia los cuartos de entrenamiento, al girar a la izquierda vi la habitación donde me tenía que encontrar con Lólindir… ojala ese fuera nuestro destino. Continuamos por un pasillo un par de metros más hasta llegar a una puerta de acero con un marco de color amarillo.
- Adelante Galdor, ya tienes acceso a las áreas de color amarillo.
No volteó a mirarme mientras me habló, él siguió caminando hasta la puerta que parecía cerrada. Al estar frente a ella, Huor continuó caminando y sin que la puerta se abriera él la atravesó tranquilamente. Al desaparecer frente a mí me quedé un poco confundido. Pasados unos segundos se asoma la cabeza de Huor a través de la puerta.
- No te preocupes Galdor, siempre y cuando tengas en tu posesión tu Daimus podrás entrar.
Huor esperó hasta que siguiera caminando, cerré los ojos un poco incrédulo con respecto a la puerta y al abrirlos un fuerte resplandor me dejó ciego por un par de segundos mientras me ajustaba al cambio de luz.
- Estas puertas nos han ayudado a mantener a los curiosos alejados, también hemos necesitado menos personal para custodiar las entradas. Este hechizo es trabajo de Lúthien. Pero será mejor no distraernos, acompáñame por favor.
La vista me dejó completamente perplejo y fue eso mismo lo que me impulsó a caminar detrás de Huor. Como si se tratará de la madriguera de los dragones, desde un pasillo elevado podíamos observar cuatro cúpulas de cielo transparente. Dentro de cada una existían montañas, ríos, mares, cuevas, desiertos, o cualquier otro ambiente imaginable. En la tercera cúpula una luz blanca inundó el lugar haciendo desaparecer todo en su interior, dejando solo una gigantesca habitación blanca. Nosotros nos dirigimos a la cuarta cúpula, la más grande y alejada de todas. Bajamos una escalera de caracol hasta un pequeño cuarto en donde se encontraban dos bancas pequeñas a cada lado, una mesa y una puerta de acceso, en ella se encontraban todos con una expresión de haberme esperado.
- Como siempre llegas tarde Galdor.
- Pido disculpas Lólindir, me he quedado a hablar con él un poco, además de que ha propuesto algo muy interesante.
- ¿De verdad? Me gustaría escucharlo.
- Te prometo amigo mío que será más interesante verlo que hablarlo.
¿Más interesante? Que es lo que espera Huor de mí, qué salga victorioso de esta prueba o que sea su entretenimiento del día.
Huor caminó hasta detrás del escritorio, tomó asiento haciendo que se desplegará una pantalla frente a él. Tenía el aspecto de un holograma, con sus manos configuró un par de cosas y al acabar se estremeció la tierra por un momento.
- Todo está listo, Galdor y Finrod, entren a la cúpula ambiental y esperen mis instrucciones. El resto permanezca aquí, activaré el observatorio en breve.
Mientras se ponía de pie, Huor tocó un último botón en la pantalla que volvió transparente la pared que nos separaba de la cúpula. La vista no fue tan asombrosa con las anteriores desde arriba, se trataba de un suelo de arena, un par de rocas de unos tres a cinco metros de diámetro y un círculo conformado de pequeñas piedras en el centro. Era obvio que lucharíamos entre nosotros. Finrod entró con gran entusiasmo, por mi parte, caminé lentamente sin mirar a nadie, solo levante mis ojos para ver a Lúthien que parecía totalmente sorprendida y un poco preocupada. Con los brazos cruzados apretó sus manos en sus antebrazos de manera apenas perceptible.
Una vez dentro de la arena giré para ver a mis compañeros pero fue imposible, no existían paredes.
- ¿Qué carajo?
- ¿No estas emocionado Galdor?
- ¿A qué te refieres Finrod?
- Estas cúpulas de entrenamiento son perfectas, otorgan un espacio casi infinito para nosotros, así no tendremos que preocuparnos por romper algo y no importa lo mucho que avancemos, si volamos o tratamos de llegar al final, este nunca llegará.
- ¿Quieres decir que estamos atrapado?
- No te preocupes, podemos salir cuando acabemos el entrenamiento, nos quedemos dormidos, caigamos inconscientes y nuestro Daimus se active.
- ¿Y el resto?
- Puede vernos en todo momento, es como si la habitación en donde se encuentran nos siguiera a cada momento… no sé cómo explicarlo pero al terminar puedes preguntarle a Huor.
Como si él se dignara a darme una respuesta.
- “Atención, este es un ejercicio de entrenamiento, no obstante deben dar lo mejor de sí. Realizaremos un combate uno a uno hasta que alguno de los miembros sea expulsado de la cúpula. Siéntase libres de usar todos los medios posibles para conseguir la victoria. A mí indicación pueden iniciar.”
Era la voz de Huor en una especie de intercomunicador. Finrod tomó lugar dentro del círculo de piedras. No tenía tiempo para pensar en todo, solo debo concentrarme en el ahora, caminé hasta estar frente a mi oponente, activé mis ojos y preste total atención a sus movimientos.
- Esto será interesante Galdor, sé que no te fue muy bien en tu primer combate al llegar al credo, pero ahora con esos ojos tuyos puede que tengas una enorme ventaja.
No sé si me den una ventaja, pero por lo menos podré anticipar tus movimientos… al menos en teoría. Si todo pasa al igual que en la madriguera puede que me encuentre a salvo. Pero si lo que necesito es derrotarlo es un tema totalmente diferentes, no podré evadirlo por siempre y no tengo ningún medio para inmovilizarlo, además, si no mal recuerdo él no puede sentir dolor, puede que también no sienta cansancio, en ese aspecto yo tengo una gran desventaja. Vamos piensa, en tu entorno solo existen rocas que podría usar como proyectiles, pero dudo tener la habilidad para hacer algo. ¡Él no siente dolor! Aunque acertará algún tiro no existiría diferencia, él continuaría luchando como si nada hubiera pasado. También es lógico que tiene una experiencia y técnica mayor en combate cuerpo a cuerpo, si me acerco mucho simplemente estoy perdido, un solo puñetazo de su parte sería el fin, debo mantener distancia. Pero… si mantengo distancia, no puedo atacar, no puedo agotarlo, no puedo huir por siempre. En este momento no tengo ni una sola posibilidad de vencerlo, piensa Galdor.
- Galdor, debo admitir que en este momento me siento nervioso, no conozco tu habilidad, pero lucharé con todas mis fuerzas.
Genial, ahora mi contrincante se siente motivado. Debe existir una forma, una oportunidad aunque sea pequeña, quizás si yo…
- “Preparados, el combate inicia en tres… dos… uno… ¡Ya!”
Finrod no vaciló en ningún momento y fue corriendo directamente a mí con un grito similar al de un león, dejándome paralizado por un momento, podía ver todo lo que ocurría y sabía que me golpearía directamente en la cara. El problema es que aunque mi mente logró ver eso, mi cuerpo no parecía hacerme caso. Mierda Erik necesitas reaccionar.
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El Credo - Iniciación
FantasyDesde los antiguos tiempos de la magia y la hechicería existieron diversos grupos que se reunían para practicar rituales secretos y así obtener algún beneficio para su gente. Estas agrupaciones eran llamadas de diferentes formas: tribus, hordas, cla...