CAPITULO 5

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-Compórtate.

-Yo siempre me porto bien...

-Sí, claro. –Ironizó Daryl tocando el timbre de la puerta de la casa de mi padre mientras que yo lo miraba mal. Quise contestarle también, pero Yurena, la persona que cuida de papá, abrió la puerta dejándome con la palabra en la boca.

-Hola, señorita Alanna, señor.

-Buenas noches. –Dijimos ambos a la vez entrando una vez que se había hecho a un lado.

-¡Ally!

-¡Hola, papá! –Caminé hasta él para abrazarlo fuertemente. –¿Cómo estás?

-¿Bien y tú?

-Bien también. –Sonreí al verlo mejor que la última vez que había estado en esta casa.

-Hola a ti también, Daryl.

-¿Qué hay? –Preguntó en forma de saludo para ir a sentarse al sillón. –Me alegra verlo bien.

-Gracias. –Papá sonrió para ir a sentarse a su lado. –Y gracias por aceptar mi invitación.

-No tienes porque darlas, papá. ¿Por qué no la aceptaríamos? –Se llevó su pañuelo de seda a la boca antes de toser.

-Bueno... Yurena nos cocinó algo muy rico. Espero que os guste...

-Oh, me hubieras avisado y yo misma hubiera venido a cocinar. –Dije dirigiéndome a mujer que se había mantenido de pie junto a la entrada del salón.

-No sé preocupe, señorita. –Sonrió alegremente antes de que todos pasáramos al comedor donde cenamos y hablamos solamente de temas banales y sin importancia.

-Por cierto, Ally...

-¿Si?

-No tendrás algún puesto por ahí para ofrecerle a un joven, ¿verdad?

-¿Un puesto?

-Verás... Conocí a un buen muchacho que necesita trabajo y pensé que quizás en vuestra casa...

-Pues no lo sé, papá... –Miré a Daryl en busca de ayuda, pero este se encogió de hombros simplemente.

-A mi no me mires. Eres tú la que se encarga de esas cosas.

-Pues... –Volví a mirar a mi padre sin saber que decir. –Intentaré ver si hace falta alguien...

-¡Perfecto! Muchas gracias, hija.

-De nada...


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-¿A cuento de qué quiere tu padre darle trabajo a alguien en nuestra casa? –Preguntó Daryl una vez que habíamos llegado a casa.

-No lo sé. Le hubieras preguntado tú... –Resopló fuertemente.

-Sabes que no me gusta que entren desconocidos a aquí. –Me encogí de hombros antes de quitarme los zapatos de tacón para caminar descalza hasta la habitación más cómodamente.

-Lo sé, pero es mi padre. No puedo decirle que no...

-Sí, claro... Pues ya me dirás en que lo vas a meter. Todos los puestos ya están más que cubiertos. –Abrí la puerta de la habitación para soltar los zapatos junto a esta antes de tirarme en la cama.

-¿Por qué no lo contratas en la empresa?

-¿Perdón? –Me miró ofendido. –Te burlas de mi, ¿no?

-¿Y por qué no? Esa empresa también es de mi padre.

-Era. –Corrigió levantando el dedo índice. –Te recuerdo que compré la mayoría de sus acciones y pagué todas las deudas para ayudaros. –Cerré la boca maldiciendo interiormente.

-Bueno, pues...

-Pues nada. Ahora solo quiero dormir, Alanna. –Se desvistió rápidamente para meterse en la cama dando por finalizada la conversación. –Hasta mañana.

-Hasta mañana... –Murmuré antes de imitarlo para acostarme en mi lado correspondiente de la cama.

Mañana pensaría con mucha más claridad.

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