CAPITULO 14

2.5K 175 3
                                    

-¿Alanna? ¿Qué haces a... –No dejé que Zach terminara la frase, puesto que me había lanzado hacia sus labios cogiéndolo desprevenido. –Oye, oye... Para...

-¿Tú tampoco quieres acostarte conmigo?

-¿Yo tampoco? –Preguntó mirándome con una ceja alzada. Me aparté esquivándolo para ir a sentarme en el sillón. 

Mierda, no tenía porqué haber dicho eso... ¡Ni siquiera sabía que estaba haciendo aquí!

-Daryl no quiso...

-¿Por? –Cerró la puerta de la entrada antes de caminar hacia la ventana para abrirla.

-¿Eso es una indirecta?

-¿El qué? –Preguntó volviendo a mi lado.

-Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana, o algo así era... –Zach volvió a mirarme confundido antes de darse cuenta de lo que había hecho.

-No era una indirecta, Alanna. –Rió negando con la cabeza. –Aunque tampoco estaría mal que lo hicieras...

-¿Por qué me rechazaste?

-Primero, eres tú la primera que me recuerda siempre que estás casada. Segundo, te fuiste el otro día de aquella "cita" sin decir nada, y tercero...

-Te dije esta tarde que no me sentía bien.

-Y tercero, –Volvió a repetir ignorándome. –No voy a acostarme contigo por despecho.

-No es por despecho...

-¿No? –Negué con la cabeza frustrada. –¿Y por qué es entonces?

-Pues porque... –Cerré la boca al no encontrar las palabras adecuadas para justificar mi repentina llegada.

-¿Qué fue lo que pasó exactamente en tu casa?

-Cuando llegué del supermercado... ¿Recuerdas que nos encontramos? –Asintió. –Fui hasta la habitación y la actitud de Daryl había cambiado. Había llevado un ramo de rosas, sí, pero sin embargo, apenas quiso tocarme...

-Y luego acabaste aquí.

-Sí... –Afirmé apoyando la mano en su rodilla. –¿No era esto lo que querías desde un principio?

-Alanna...

-Siempre me has dado a entender que querías intimar conmigo, Zach. Lo supe desde el primer momento en que nos miramos en la boda de Becka...

-Pero no quiero hacerlo así. –Apartó mi mano que ya casi rozaba el cierre de su pantalón. –Ni siquiera nos conocemos...

-¿Perdón? –Pregunté sorprendida.

-¿No fue eso lo que me dijiste cuando nos conocimos? Pues es la verdad, Alanna. Me gustaría, de verdad, que entre tú y yo pasara algo, pero quiero que pase por el amor que sentimos el uno por la otra y no por simple despecho.

-¿Quién eres tú y que has hecho con mi Zachy?

-Soy el mismo de siempre, Alanna. –Dijo apartando la mirada con las mejillas coloradas.

Agarré sus mejillas con mis manos para acercar sus labios a los míos.

-Me encantas...

-¿Cuánto has bebido?

-¿Tanto se me nota? –Intenté volver a besarlo, pero él me apartó cuidadosamente.

-Un poco sí. –Sonreí quitándome los zapatos para subir los pies al sillón y acurrucarme a su lado apoyando la cabeza en su hombro. –¿Quieres algo para que se te pase pronto?

-No, gracias. Me encuentro bien. –Suspiró sin añadir nada más. –Es extraño, ¿sabes?

-¿El qué?

-Que esté aquí y así... La Alanna con dos dedos de frente se hubiera quedado en casa amargada mientras que la Alanna ebria está aquí contigo. –Zachary rio contagiándome a mí. –Me gustaría conocerte mejor.

-Y a mí también. ¿Qué quieres saber?

-Hmm... No lo sé... ¿Cómo te llamas?

-¡Pero si eso ya lo sabes! –Comencé a reír a carcajadas ante la cara que había puesto. –Eres todo un caso, Alanna...

-Bueno, bueno... –Intenté parar de reír mientras que me quitaba la chaqueta para dejarla a un lado. –Veamos... ¿Trabajas?

-No.

-¿No? –Pregunté mirándolo confundida. –Que raro...

-¿Tú?

-Tampoco.

-¿Y qué es lo que te parece raro entonces?

-No sé... –Me encogí de hombros para volver a reír. –¿Cómo te gustan las chicas?

-Pues... Rubias, esbeltas y con tatuajes... –Lo miré levantando una ceja. 

¿En serio? ¿Y qué hacia conmigo entonces? ¡Porque yo no era nada de lo que él decía!

-¿Y qué...

-Alanna. –Sostuvo mi cara entre sus manos para que lo mirara a los ojos. –Seguro que estás preguntándote que hago contigo.

-Pues sí, obviamente. –Aparté sus manos de mi cara para comenzar a ponerme los zapatos. –Me voy de aquí.

-Que me gusten las chicas muy diferentes a como tú eres, no significa que no me gustes tú.

-Sí que lo significa.

-No. ¿Y cómo es tu chico ideal? Porque apuesto a que es muy distinto a mí.

-¡Pues sí! ¡Tú no te pareces ni un poquito a mi chi... –De pronto, su boca chocó con la mía sintiendo como su lengua se colaba sin previo aviso.

-Para que después digas que no soy tu tipo.

-Y no lo eres. –Me fulminó con la mirada antes de ponerse de pie.

-¿No quieres dormir? A mí ya me dio sueño...

-Eres un aburrido.

-Y tú una sosa.

-¿Sosa?

-Lo primero que se me ocurrió... –Se justificó encogiéndose de hombros a la vez que me levantaba del sillón.

-¿Significa eso que voy a dormir aquí?

-Pues claro, no voy a dejar que te vayas a casa en ese estado.

-Eh, que yo estoy bastante bien...

-Por supuesto, pero dormirás aquí. –No puse resistencia sin ganas de discutir, por lo que me dejé guiar hasta su habitación donde enseguida me metí en la cama.

-¿Abro la ventana?

-Sí, por favor. –Caminó hasta la ventana antes de venir a acostarse a mi lado. –Hasta mañana.

-Hasta mañana.

No estaba segura de lo que me depararía el amanecer. Solo esperaba no arrepentirme por ello. 

Dime Lo Que SientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora