-¿Alanna? ¿Qué haces a... –No dejé que Zach terminara la frase, puesto que me había lanzado hacia sus labios cogiéndolo desprevenido. –Oye, oye... Para...
-¿Tú tampoco quieres acostarte conmigo?
-¿Yo tampoco? –Preguntó mirándome con una ceja alzada. Me aparté esquivándolo para ir a sentarme en el sillón.
Mierda, no tenía porqué haber dicho eso... ¡Ni siquiera sabía que estaba haciendo aquí!
-Daryl no quiso...
-¿Por? –Cerró la puerta de la entrada antes de caminar hacia la ventana para abrirla.
-¿Eso es una indirecta?
-¿El qué? –Preguntó volviendo a mi lado.
-Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana, o algo así era... –Zach volvió a mirarme confundido antes de darse cuenta de lo que había hecho.
-No era una indirecta, Alanna. –Rió negando con la cabeza. –Aunque tampoco estaría mal que lo hicieras...
-¿Por qué me rechazaste?
-Primero, eres tú la primera que me recuerda siempre que estás casada. Segundo, te fuiste el otro día de aquella "cita" sin decir nada, y tercero...
-Te dije esta tarde que no me sentía bien.
-Y tercero, –Volvió a repetir ignorándome. –No voy a acostarme contigo por despecho.
-No es por despecho...
-¿No? –Negué con la cabeza frustrada. –¿Y por qué es entonces?
-Pues porque... –Cerré la boca al no encontrar las palabras adecuadas para justificar mi repentina llegada.
-¿Qué fue lo que pasó exactamente en tu casa?
-Cuando llegué del supermercado... ¿Recuerdas que nos encontramos? –Asintió. –Fui hasta la habitación y la actitud de Daryl había cambiado. Había llevado un ramo de rosas, sí, pero sin embargo, apenas quiso tocarme...
-Y luego acabaste aquí.
-Sí... –Afirmé apoyando la mano en su rodilla. –¿No era esto lo que querías desde un principio?
-Alanna...
-Siempre me has dado a entender que querías intimar conmigo, Zach. Lo supe desde el primer momento en que nos miramos en la boda de Becka...
-Pero no quiero hacerlo así. –Apartó mi mano que ya casi rozaba el cierre de su pantalón. –Ni siquiera nos conocemos...
-¿Perdón? –Pregunté sorprendida.
-¿No fue eso lo que me dijiste cuando nos conocimos? Pues es la verdad, Alanna. Me gustaría, de verdad, que entre tú y yo pasara algo, pero quiero que pase por el amor que sentimos el uno por la otra y no por simple despecho.
-¿Quién eres tú y que has hecho con mi Zachy?
-Soy el mismo de siempre, Alanna. –Dijo apartando la mirada con las mejillas coloradas.
Agarré sus mejillas con mis manos para acercar sus labios a los míos.
-Me encantas...
-¿Cuánto has bebido?
-¿Tanto se me nota? –Intenté volver a besarlo, pero él me apartó cuidadosamente.
-Un poco sí. –Sonreí quitándome los zapatos para subir los pies al sillón y acurrucarme a su lado apoyando la cabeza en su hombro. –¿Quieres algo para que se te pase pronto?
-No, gracias. Me encuentro bien. –Suspiró sin añadir nada más. –Es extraño, ¿sabes?
-¿El qué?
-Que esté aquí y así... La Alanna con dos dedos de frente se hubiera quedado en casa amargada mientras que la Alanna ebria está aquí contigo. –Zachary rio contagiándome a mí. –Me gustaría conocerte mejor.
-Y a mí también. ¿Qué quieres saber?
-Hmm... No lo sé... ¿Cómo te llamas?
-¡Pero si eso ya lo sabes! –Comencé a reír a carcajadas ante la cara que había puesto. –Eres todo un caso, Alanna...
-Bueno, bueno... –Intenté parar de reír mientras que me quitaba la chaqueta para dejarla a un lado. –Veamos... ¿Trabajas?
-No.
-¿No? –Pregunté mirándolo confundida. –Que raro...
-¿Tú?
-Tampoco.
-¿Y qué es lo que te parece raro entonces?
-No sé... –Me encogí de hombros para volver a reír. –¿Cómo te gustan las chicas?
-Pues... Rubias, esbeltas y con tatuajes... –Lo miré levantando una ceja.
¿En serio? ¿Y qué hacia conmigo entonces? ¡Porque yo no era nada de lo que él decía!
-¿Y qué...
-Alanna. –Sostuvo mi cara entre sus manos para que lo mirara a los ojos. –Seguro que estás preguntándote que hago contigo.
-Pues sí, obviamente. –Aparté sus manos de mi cara para comenzar a ponerme los zapatos. –Me voy de aquí.
-Que me gusten las chicas muy diferentes a como tú eres, no significa que no me gustes tú.
-Sí que lo significa.
-No. ¿Y cómo es tu chico ideal? Porque apuesto a que es muy distinto a mí.
-¡Pues sí! ¡Tú no te pareces ni un poquito a mi chi... –De pronto, su boca chocó con la mía sintiendo como su lengua se colaba sin previo aviso.
-Para que después digas que no soy tu tipo.
-Y no lo eres. –Me fulminó con la mirada antes de ponerse de pie.
-¿No quieres dormir? A mí ya me dio sueño...
-Eres un aburrido.
-Y tú una sosa.
-¿Sosa?
-Lo primero que se me ocurrió... –Se justificó encogiéndose de hombros a la vez que me levantaba del sillón.
-¿Significa eso que voy a dormir aquí?
-Pues claro, no voy a dejar que te vayas a casa en ese estado.
-Eh, que yo estoy bastante bien...
-Por supuesto, pero dormirás aquí. –No puse resistencia sin ganas de discutir, por lo que me dejé guiar hasta su habitación donde enseguida me metí en la cama.
-¿Abro la ventana?
-Sí, por favor. –Caminó hasta la ventana antes de venir a acostarse a mi lado. –Hasta mañana.
-Hasta mañana.
No estaba segura de lo que me depararía el amanecer. Solo esperaba no arrepentirme por ello.
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Dime Lo Que Sientes
RomansaAlanna Mayer siempre había tenido una vida fácil y adinerada, por lo que no había dudado ni un segundo en sacrificarla a cambio de la de su padre en cuanto este enfermó y las deudas lo ahogaron por todas partes. Se casó, salvó la empresa familiar y...