CAPITULO 23

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-¿Por qué no sales un rato a despejarte, cariño?

-No tengo ganas...

-Pero llevas muchas semanas aquí dentro, hija... –Miré a mi padre encogiéndome de hombros. –Esto no te hace bien tampoco.

-Me da igual...

-Alanna... –Rompí a llorar en cuanto los brazos de papá me envolvieron. –Deberíais de salir Daryl y tú de viaje, cariño. ¿Qué te parece? Pueden ir este fin de semana a alguna isla y...

-No creo, papá...

-Pero consúltalo al menos con él, ¿sí? –Asentí antes de dejar un beso en mi cabeza. –Bueno, tengo que retirarme, cariño. Marisa me espera.

-¿Marisa?

-Sí... –Rió para taparse la boca y toser. –Es una mujer que conocí hace algún tiempo...

-¿Y no me habías dicho nada? –Lo miré con fingida ofensa mientras que él volvió a reír.

-Era algo muy personal, Ally...

-Sí, claro... –Ambos reímos y luego me miró con ternura.

-Al menos me voy sabiendo que te hice reír aunque sea un poquito.

-Gracias, papá. –Asintió y después de despedirnos, salió de la habitación dejándome sola.

Suspiré para abrazar el pequeño hipopótamo y cerrar los ojos.

Ya no tenía vida. Me pasaba las horas del día encerrada en mi habitación sin ganas de hacer nada.

Físicamente ya me encontraba bien, puesto que me había recuperado de todos los golpes en unas semanas, pero mental y sentimentalmente estaba destrozada.

-¿Puedo?

-Sí... –Murmuré abriendo los ojos para ver como Daryl entraba un tanto pensativo.

-André dice que querías hablar conmigo.

-¿Yo? –Fruncí el ceño. –Yo no le dije nada.

-Pues eso fue lo que me dijo. –Se encogió de hombros mientras se sentaba a mi lado. –¿Cómo estás hoy?

-Igual que todos los días. –Daryl rió contagiándome a mí.

Después de lo que pasó en el hospital, Daryl había cambiado, de nuevo, completamente. Se volvió más cariñoso y amable que antes. Se disculpaba conmigo todo el tiempo e incluso a veces se echaba la culpa de todo así mismo.

Sólo había algo en lo que no había cambiado...

Me había hecho prometer que si queríamos reconstruir nuestro matrimonio y tener una relación normal de pareja, tenía que cortar cualquier contacto con Zachary.

-Al menos hoy ya te ríes.

-Sí... –Volví a sonreír cogiendo su mano. –Mi padre quiere que nos vayamos de viaje... Dice que quizás un fin de semana por ahí nos hará bien.

-¿Y la empresa? –Preguntó frunciendo el ceño. –No puedo desaparecer así como así.

-No tienes porqué hacerlo, Dar. Yo no te estoy pidiendo nada...

-Pero eso te haría bien, ¿no? Es decir, despejarías tu mente pensando en otras cosas.

-No sabría decirte, Daryl... Ahora mismo no tengo ganas de viajar ni de hacer nada con mi vida.

-No digas eso, Alanna. Tienes que levantarte de esta cama y salir a la calle. No puedes permanecer encerrada aquí toda tu vida.

-Sería lo mejor...

-Boberías. –Tiró de mi mano haciéndome sentar para abrazarme. –Tendremos más hijos. Díez si hace falta.

-¿Díez? –Pregunté abriendo los ojos. –Eso son muchos...

-Bueno, los que quieras tener, pero vuelve. Quiero que seas la Alanna alegre que se comportaba como una niña y no la Alanna amargada que me saca de mis casillas.

-Oye... –Murmuré golpeándolo en el pecho. –Yo no me comporto como una niña.

-Claro que lo haces. La mayoría del tiempo te comportas como tal. –Lo miré ofendida mientras que él aprovechaba para acortar las distancias y pegar su boca a la mía. –Eres mi niña, Alanna.

Negué divertida rozando mi nariz con la suya.

-Debería odiarte...

-Lo haces. En el fondo me odias con todas tus ganas. Por eso estoy intentando cambiar, pero tú también tienes que poner de tu parte si quieres que esto funcione.

-Es lo que estoy haciendo...

-No, te estás esforzando a hacerlo, y créeme que te lo agradezco. No hemos discutido durante cuatro semanas consecutivas. Eso es todo un récord, ¿no?

Cuatro semanas en las que no había vuelto a ver ni a hablar con Zach...

-Supongo...

-¿Qué pasa? ¿Por qué estás triste de repente?

-No es nada... –Volví a coger el peluche para acostarme. –Agradezco tu compañía, pero me gustaría estar sola.

-¿Por qué te cierras de nuevo? Acababas de avanzar mucho.

-Por favor... –Sentí mis lágrimas a punto de caer mientras que lo oía resopla.

-Está bien. Te traeré la cena en cuanto esté lista. –Únicamente asentí con la cabeza recibiendo un beso en la frente por su parte antes de oírlo marchar.

Lo extrañaba tanto... Extrañaba todo de él. No había un día en el que no llorase por un rato pensando en él. En Zach. Mi Zach...

Pero también estaba Daryl, y los sentimientos que sentía por él que tenía guardados en el interior de mi corazón.

¿Por qué mi vida tenía que ser tan complicada? 

Dime Lo Que SientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora