CAPITULO 6

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-Señora Alanna.

-¿Qué pasa, Mima?

-Hay un joven fuera que pregunta por usted. Dice que viene de parte de su padre. –Fruncí el ceño antes de recordar que podría ser el chico del que nos había hablado papá ayer.

-¿Dónde está?

-Lo dejé esperando en la entrada.

-Está bien. Ya me encargo yo. –Mima asintió con la cabeza sin rechistar antes de que ambas nos dirigiéramos a la segunda planta. –¿Hola?

-Hola, señorita. Soy Ángel.

-Alanna... –Respondí extendiéndole la mano educadamente.

-Lo sé. El señor André me ha hablado mucho de usted, señorita. –Sonrió alegremente mientras que yo me hacía a un lado para invitarlo a pasar.

-Lo siento, pasa. ¿Quieres algo para tomar?

-No, gracias.

-Bien. Acompáñame por aquí, por favor. –Asintió con la cabeza antes de guiarlo hasta el despacho de Daryl situado junto al salón.

-Bonito despacho...

-Gracias. –Le hice señas para que tomara asiento en la silla colocada frente al escritorio mientras que yo rodeaba la mesa para sentarme al frente. –¿Podrías confirmarme para que...

-Oh, sí. El señor André me recomendó a usted para trabajar en esta casa.

-Lo sé, pero ahora mismo no estamos buscando a nadie y mi marido no...

-Por favor, señorita. Necesito este trabajo. –Dijo rápidamente interrumpiéndome. –No me importa que puesto sea ni cuánto me pague, sólo necesito trabajar...

-¿Por qué? –Esquivó mi mirada un poco incómodo.

-Bueno... Hace poco me mudé y mi familia necesita el dinero...

-Entiendo... Yo...¿Qué hacía? No podía decirle que no, menos si venía de parte de mi padre, pero... A Daryl no le hacía ni una pizca de gracia contratar a alguien nuevo. Siempre había sido un hombre muy reservado con su privacidad y no cambiaría de opinión. Está bien, Ángel. Te contrataré.

-¿De verdad? –Asentí y me fue inevitable no reír al ver su gran entusiasmo. –¿Cuándo empiezo?

-Hmm... Quizás mañana. Primero tengo que arreglar tu contrato y todo el papeleo que eso conlleva. ¿Qué es lo que mejor se te da?

-¡Todo! Es decir, puedo trabajar en lo que usted quiera.

-Bien. En ese caso, ven mañana a las nueve y ya buscaremos algo que hacer.

-¡Muchas gracias, señorita!

-No las des. –Estrechamos manos nuevamente antes de acompañarlo hasta la salida.

Bueno, ahora solo tenía que buscar la mejor manera de decirle a Daryl que finalmente Ángel trabajaría con nosotros.


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-¿Qué hiciste qué?

-Pues lo que papá me había pedido. –Respondí encogiéndome de hombros bajo su mirada enfadada.

-Pero te dije que no quiero desconocidos en casa, Alanna.

-Lo sé, pero...

-¡Nada de peros! –Di un leve brinco ante su repentino grito. –Mañana mismo le dices que no.

-No...

-¿Cómo?

-Que no, Daryl. Ese muchacho tiene que darle de comer a su familia. Así que te ruego, no, te ordeno que firmes ese contrato. –Daryl parpadeó unas cuantas veces como si no creyera lo que acababa de decirle antes de coger un bolígrafo del lapicero y firmar la hoja de papel. Volvió a dejar el bolígrafo en su lugar antes de mirarme cruzado de brazos.

-¿Te has dado cuenta de lo que acabas de hacer?

-¿Q-qué?

-Acabas de ponerme cachondo, Alanna. –Abrí los ojos de par en par antes de tragar saliva. Eso solo podía significar una cosa... Y ya sabes lo que hay que hacer a cambio de este contrato, ¿verdad?

-Sí...

-¿Qué? No te he oído.

-Sí. –Dije más alto para ver su sonrisa crecer.

-Muy bien. Termino con estos papeles y subo. Espero encontrarte en nuestra habitación cuando suba. –Asentí quitándole el contrato de las manos, antes de que se arrepintiera, para subir rápidamente a la habitación.

-Joder... –Me quejé guardando muy bien el contrato antes de sentarme en la cama. 

No soportaba que me diera órdenes como si fuera un simple objeto o juguete que podía manejar a su antojo. Por cosas como estas, hacia que lo odiara en determinadas ocasiones...

El teléfono sonó de pronto asustándome por no esperarlo. Era mi padre.

-Hola, papá.

-Hola, hija. Sólo llamaba para darte las gracias. Ángel vino a contarme la noticia.

-Está bien, papá. No tienes porque darlas.

-Gracias igualmente, Ally. Por cierto, ¿estás bien?

-Sí... ¿Por qué?

-No sé, te escucho un tanto extraña...

-Para nada, papá. Es solo que estaba pensando en otras cosas y no esperaba la llamada. ¡Incluso me asustaste!

-Bueno, pues te dejo entonces. Es la hora de mi medicina... Adiós, y dale saludos a Daryl de mi parte.

-Lo haré. Adiós. –Colgué justo antes de que la puerta se abriera y por ella entrara el susodicho.

-¿Con quién hablabas?

-Con mi padre. –Me miró desconfiado dejando la chaqueta de su traje sobre la silla que había junto a la puerta.

-¿Y qué quería?

-Agradecernos por contratar a Ángel...

-¿Ángel?

-Sí, el chico que...

-Ah, sí, sí. El desconocido. –Se sentó a mi lado para quitarse los zapatos y los calcetines antes de girarse hacia mí. –¿A qué esperas para desvestirte?

-Yo...

-Ahora. –Asentí suspirando para comenzar a desvestirme a la vez que él.

Tienes que ser fuerte, Alanna. Tú puedes.

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