CAPITULO 20

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-¿Qué crees que le pueda regalar?

-No lo sé, Alanna.

-¡Yo tampoco! –Dije exasperada. –Se suponía que venías a ayudarme...

-Pero yo no me conozco para nada sus gustos. –Fulminé a Adeline con la mirada. Tener amigas para esto...

-Vamos, Addy. Comprendo que aún sigas enfadada, pero por favor. Hoy es su cumpleaños y no voy a ir con las manos vacías. –Ella simplemente se encogió de hombros antes de meterse en una joyería que nos quedaba de paso.

Como había dicho, habíamos venido en busca de un regalo de cumpleaños para Zachary. Bueno, creía que era mejor decir que yo había venido, ya que mi amiga no estaba mucho por la labor.

-¿Qué te parece esto?

-¿Un reloj?

-¿Qué tiene de malo? –Preguntó levantando una ceja.

-No, nada. Es más, me gusta la idea. –Addy sonrió antes de que la chica que había detrás del mostrador nos atendiera.

-Gracias. –Respondí tras haber pagado con tarjeta. –¿Crees que le gustará?

-Por supuesto, Alanna. Como para que no lo haga, con lo caro que costó...

-No todas las cosas caras tienen que ser bonitas.

-Pero ya verás cómo sí. No te preocupes.

-Bueno... –Sonreí sosteniendo la bolsa entre mis manos mientras que poníamos rumbo hacia el coche.

-Cambiando de tema. ¿Aún no te han dado los resultados de las pruebas médicas?

-No. El doctor dijo que al ser varias, iban a tardar un poco más.

-Hmm... Se supone que todo bien, ¿no?

-Se supone. –Me encogí de hombros teniéndome lo peor.

-No pienses ahora en eso, Alanna. Seguro que todo va a estar bien. –Apoyó su mano sobre mi hombro de manera reconfortante.

Sólo esperaba que mi enfermedad se mantuviera en la misma línea y no empeorase como la de papá.


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Tras haber estado media hora sentada en el interior del coche sin saber si habría algún familiar en la casa de Zach, me decidí en mandarle un mensaje preguntándole por ello.

Su respuesta no se hizo esperar y pronto sonreí como una tonta de camino a su portal.

-¡Felicidades! –Me lancé a sus brazos para darle un fuerte abrazo en cuanto me abrió la puerta tras haber tocado el timbre.

-Gracias, Alanna. Pasa. –Se hizo a un lado dejándome pasar para dirigirnos al salón.

-¿Y qué te han regalado?

-No mucho. Ropa y algo de dinero. Lo típico, ¿no? –Asentí antes de mirar mi regalo un tanto avergonzada. Quizás me había pasado un poco con el reloj... ¿Quieres algo para comer o beber? Mi madre trajo una tarta.

-Sí, está bien. –Entró en la cocina para salir unos instantes después con dos platos pequeños de tarta en las manos.

Recibí el mío con ganas antes de que siguiéramos hablando.

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