CAPITULO 11

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-¿Y...

-Que ya te dije que solo dormimos, pesada.

-¡Pues no te creo! –La fulminé con la mirada mientras que ella seguía maquillándose frente al espejo. –Por cierto, ya puedes coger tus zapatos. Muchas gracias.

-¿Cómo te fue?

-Genial.

-¿Solo genial? –Pregunté esperando por más información. Adeline dejó el bote de rímel de pestañas para mirarme.

-Sí... Pensé que el chico seria más activo, pero me equivoqué.

-Más... ¿Activo?

-Sí, ya sabes... Más activo en la cama. –Rió dejándome bien claro a lo que se refería. –Pero en fin, hoy voy a quedar con otro y tú te vienes conmigo. –Abrí los ojos de par en par sorprendida. –El chico se ofreció a llevar a un amigo para ti.

-¿Qué? Estás de coña, ¿no? Si Daryl se entera...

-No se va a enterar, Alanna.

-Yo no...

-Shh... A callar. –Me agarró del brazo para levantarme de su cama y arrastrarme hacia la puerta de salida.

-¿A dónde vamos?

-A tu casa. Me gusta más tu ropa que la mía, y ni hablar de tus zapatos...

-Oye... –Dije mirándola por haberme estado arrastrando hacia el coche. –No hables así de mis zapatos. Parece que quieres hacerles algo malo...

-¡Es que tus zapatos me encantan! Bueno, todo tu armario en sí.

-Eres todo un caso, Adeline... –Ella sonrió antes de conducir hasta mi casa y bajarse rápidamente una vez que habíamos llegado.

-Vete subiendo tú. Tengo que ir a hablar con tu marido primero.

-¿Sobre qué? –Pregunté confundida.

-sobre nuestra salida, obvio. ¿Sobre qué más seria? Ya verás cómo no va a poner ningún impedimento para ello. –Me encogí de hombros antes de subir directamente a mi cuarto para irme a bañar.

Aún quedaba mucho para que anocheciera, así que esperaba que Adeline pudiera convencer a Daryl de que me dejara ir con ella. Normalmente le daba igual lo que hiciera mientras que a él no le repercutiera, pero quien sabe de qué humor se encontraba hoy.


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-¡Muy bien! Aquí estamos, y he de decir que estás preciosa.

-Igual tú. –Nos sonreímos alagándonos mutuamente antes de entrar al club que habían elegido para el encuentro. Menos mal que era uno de los que estaban muy alejados de casa.

-Creo que aún no han llegado.

-¿Pero conoces al amigo?

-No...

-¿Ni siquiera su nombre? –Insistí sin dejar de mirar como ella buscaba con la mirada a su cita.

-Ah, ah... –Dijo negando con la cabeza mientras íbamos a sentarnos en una mesa para cuatro.

-Bff... No sé para que vine, la verdad...

-Ya hablamos de esto en el coche, Aly.

-Pero no es lo mismo.

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