-¿Y...
-Que ya te dije que solo dormimos, pesada.
-¡Pues no te creo! –La fulminé con la mirada mientras que ella seguía maquillándose frente al espejo. –Por cierto, ya puedes coger tus zapatos. Muchas gracias.
-¿Cómo te fue?
-Genial.
-¿Solo genial? –Pregunté esperando por más información. Adeline dejó el bote de rímel de pestañas para mirarme.
-Sí... Pensé que el chico seria más activo, pero me equivoqué.
-Más... ¿Activo?
-Sí, ya sabes... Más activo en la cama. –Rió dejándome bien claro a lo que se refería. –Pero en fin, hoy voy a quedar con otro y tú te vienes conmigo. –Abrí los ojos de par en par sorprendida. –El chico se ofreció a llevar a un amigo para ti.
-¿Qué? Estás de coña, ¿no? Si Daryl se entera...
-No se va a enterar, Alanna.
-Yo no...
-Shh... A callar. –Me agarró del brazo para levantarme de su cama y arrastrarme hacia la puerta de salida.
-¿A dónde vamos?
-A tu casa. Me gusta más tu ropa que la mía, y ni hablar de tus zapatos...
-Oye... –Dije mirándola por haberme estado arrastrando hacia el coche. –No hables así de mis zapatos. Parece que quieres hacerles algo malo...
-¡Es que tus zapatos me encantan! Bueno, todo tu armario en sí.
-Eres todo un caso, Adeline... –Ella sonrió antes de conducir hasta mi casa y bajarse rápidamente una vez que habíamos llegado.
-Vete subiendo tú. Tengo que ir a hablar con tu marido primero.
-¿Sobre qué? –Pregunté confundida.
-sobre nuestra salida, obvio. ¿Sobre qué más seria? Ya verás cómo no va a poner ningún impedimento para ello. –Me encogí de hombros antes de subir directamente a mi cuarto para irme a bañar.
Aún quedaba mucho para que anocheciera, así que esperaba que Adeline pudiera convencer a Daryl de que me dejara ir con ella. Normalmente le daba igual lo que hiciera mientras que a él no le repercutiera, pero quien sabe de qué humor se encontraba hoy.
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-¡Muy bien! Aquí estamos, y he de decir que estás preciosa.
-Igual tú. –Nos sonreímos alagándonos mutuamente antes de entrar al club que habían elegido para el encuentro. Menos mal que era uno de los que estaban muy alejados de casa.
-Creo que aún no han llegado.
-¿Pero conoces al amigo?
-No...
-¿Ni siquiera su nombre? –Insistí sin dejar de mirar como ella buscaba con la mirada a su cita.
-Ah, ah... –Dijo negando con la cabeza mientras íbamos a sentarnos en una mesa para cuatro.
-Bff... No sé para que vine, la verdad...
-Ya hablamos de esto en el coche, Aly.
-Pero no es lo mismo.
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Dime Lo Que Sientes
RomanceAlanna Mayer siempre había tenido una vida fácil y adinerada, por lo que no había dudado ni un segundo en sacrificarla a cambio de la de su padre en cuanto este enfermó y las deudas lo ahogaron por todas partes. Se casó, salvó la empresa familiar y...