-¿Y bien? –Pregunté a la espera de que el doctor me leyera los resultados de las pruebas médicas que me había hecho tras mi pequeño altercado. Solo esperaba que todo estuviera bien.
-Felicidades, señores Mayer. Están esperando un bebé de un mes y medio.
-¿Cómo? –Miré a Daryl horrorizada ante esa noticia.
¿Estaba embarazada?
-¿Es que no os alegráis?
-Claro que sí. ¿No se nota en nuestra cara? –Comentó Daryl a mi lado irónicamente.
-Lo único que tienes que hacer es beberte estas vitaminas que voy a recetarte. Y no sigas con el tratamiento de la última vez, no es aconsejable para embarazadas.
-P-pero... –Ni siquiera me atreví a decir o preguntar nada más.
¿Cómo había pasado esto? ¿Cómo había dejado que fuera posible un embarazo en mi situación sentimental? Daryl y yo nunca habíamos hablado de hijos... Ni siquiera me lo había planteado porque nuestro matrimonio era más de conveniencia que de amor verdadero...
-Por lo demás puedes estar tranquila. Eso sí, nada de escándalos, nervios o estrés. Ya hemos hablado de lo que pasará si no te cuidas, Alanna.
La siguiente parte de la conversación no la había escuchado para nada, es más, ni siquiera me había percatado que ya el doctor nos había despedido hasta que Daryl me agarró del brazo para que saliéramos de la consulta hacia el parking subterráneo del hospital.
-Ya estarás contenta, ¿eh?
-¿Q-qué?... Yo no...
-¿Quién es el padre, Alanna?
-¿Qué? –Volví a decir mirándolo totalmente sorprendida mientras que él seguía con la vista fija en la carretera.
Y ahí caí.
El tiempo que había dicho el doctor había sido de aquella semana en la que había estado con Daryl...
Pero también con Zach...
-¡Increíble! Esto es simplemente increíble.
-Y-yo...
-No, no. Ni se te ocurra decir nada ahora. –Amenazó para acelerar aun más en la carretera de camino a casa. –Y encima voy a tener que hacerme cargo de un bastardo. –Me mordí el labio inferior angustiada sin saber que decir. –Si tuviste el descaro de engañarme, ¡al menos tendrías que haberte cuidado!
-P-pero, Daryl... Puede ser tuyo...
-¿Y de verdad lo crees?
-N-no lo sé, pero... No usaste protección la última vez...
-Ah, ¿y encima la culpa es mía? No simplemente estás aceptando haber estado revolcándote con tu amante, sino que tampoco sabes de quien es. ¡Increíble! –Volvió a gritar mientras esperábamos que uno de los guardines que custodiaban el portón de la entrada nos abrieran para pasar. –Ni se te ocurra decirle ni una palabra de esto a nadie. ¿Quedó claro? No voy a permitir que la gente vaya por ahí riéndose de mí. ¡Lo que me faltaba! –Asentí sin poder contradecirlo limpiándome las lágrimas que se me habían escapado.
¿En qué lio me había metido?
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Dime Lo Que Sientes
RomanceAlanna Mayer siempre había tenido una vida fácil y adinerada, por lo que no había dudado ni un segundo en sacrificarla a cambio de la de su padre en cuanto este enfermó y las deudas lo ahogaron por todas partes. Se casó, salvó la empresa familiar y...