CAPITULO 4

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AL DÍA SIGUIENTE


Llevé la mano a la boca para bostezar. ¿Qué hora sería?

Abrí los ojos cegándome con la luz que entraba por las ventanas sin tintar del coche. Mierda, tenía la esperanza de que todo lo sucedido anoche hubiera sido un mal sueño...

-Veo que dormiste bien. –Fruncí el ceño separándome de inmediato al percatarme que prácticamente estaba sobre él.

-¡Cállate! Aún es muy temprano para empezar a discutir. –Zach rio estirando los brazos hacia el techo.

-Bueno, me hubiese gustado tenerte así mucho más tiempo, pero ya es hora de irnos.

-¿Y como se supone que vamos a regresar? –Ignoró por completo mi pregunta haciéndome señas con la cabeza para que volviera al sillón delantero mientras que él se sentaba en el del conductor. –El coche no funciona y no podemos llamar a nadie. –Insistí una vez a su lado mirando como metía las llaves y arrancaba el coche poniéndose en marcha a la primera. ¿Pero qué diablos?

-Puede que te haya engañado un poco...

-¿Pero qué... –Comencé a golpearlo con todas mis fuerzas hecha una furia. –¡Eres un acosador de mierda! ¡Imbécil!

-Tranquila, tranquila... –Agarró mis manos para que dejara de golpearlo sin ton ni son.

-¡¿Por qué lo hiciste?!

-Porque quería pasar más tiempo contigo...

-¡Estás loco! ¡¿Qué le diré a Daryl ahora?! ¡Se enfadará conmigo y será tu culpa!

-Pues entonces déjalo. Tienes derecho a hacer lo que quieras. Ni que fueras su esclava...

-¿Qué? ¡No seas idiota y no hables sin conocimiento de causa! ¡Llévame a casa inmediatamente! –Resoplé apoyándome en el sillón de mala gana. 

Esto era increíble. ¿Pero cómo diablos había sido capaz de hacer eso? ¡Este chico estaba completamente mal de la cabeza!

-Alanna...

-¡No me hables! –Grité histérica para ignorarlo todo el camino hasta mi casa. –No vuelvas a buscarme ni a meterte en mi casa porque juro que te denunciaré por allanamiento de morada y acoso. –Sentencié bajándome del coche sin esperar una propuesta por su parte. No tenía nada que decir ante lo que había hecho.

-Alanna. –Oí decir mi nombre nada más poner un pie dentro de casa. Mierda, mierda, mierda.

-Lo siento. Sé que no está bien que salga y menos de...

-¿Con quién estabas? –Preguntó Daryl de brazos cruzados apareciendo frente a mí muy serio.

-Solo salí a dar una vuelta por ahí...

-En pijama, ¿no? –Me miré la ropa dándome una bofetada mentalmente. –¿De quién diablos es esa chaqueta?

-M-mía.

-No me mientas, Alanna. –Dio un paso hacia delante haciéndome dar uno hacia atrás. 

Nunca me había pegado y tampoco creía que fuera hacerlo, pero su actitud tan dominante a veces me intimidaba mucho.

-D-digo la verdad, Daryl...

-Claro que no. Hueles a perfume de hombre. –Me agarró fuertemente de los brazos dejándome completamente paralizada. –¿Fuiste a verte con tu amante? ¿Es eso?

-N-no. No fui con nadie...

-¡No seas mentirosa! –Me soltó sobre el sofá del salón, al que me había llevado sin darme cuenta, bruscamente para ponerse sobre mí.

-D-Daryl...

-¿De verdad crees que soy tan tonto como para creerme esa excusa? A mí nadie me traiciona, Alanna. ¡Nadie!

-T-te digo la verdad... Por fa... –Su boca chocó con la mía sin dejarme acabar la frase para besarme brusca y despiadadamente. Sabía que esto iba a pasar...


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-¿Señora Alanna?

-No quiero hablar con nadie... –Respondí con la espalda apoyada en la puerta desde el suelo de la habitación donde me había encerrado.

-Es su padre. –Me levanté rápidamente del suelo para abrirle la puerta a Mima y quitarle el teléfono de las manos.

-¿Papi?

-Hola, Aly.

-¿Estás bien? ¿Te pasa algo?

-No, tranquila. Estoy bien. ¿Tú estás bien?

-Yo siempre estoy bien, papá... –Mentí sorbiendo por la nariz. –Siempre...

-¿Segura? Porque no te oigo muy convencida, cariño...

-Sí, sí que estoy bien. –Pasé la mano por mi cara para apartar todas las lágrimas que estaba intentando contener.

-Bueno, solo llamaba para agradecerte el dinero que me mandaste.

-¿Dinero? ¿Qué dinero? –Pregunté confundida. Yo no le había mandado ningún dinero, y no porque no quisiese, claro, sino porque no lo tenía.

-El dinero que me trajo vuestro chófer, dijo que venía de tu parte. Gracias por ello y por haberte casado con un buen hombre no solo bueno para los negocios. –Me mordí fuertemente el labio inferior hasta sentir el sabor de la sangre evitando soltarle cualquier patujada. Aguanta, Alanna, aguanta.¿Ally? ¿Cariño, sigues ahí?

-Sí, sí, sigo aquí, papá.

-Está bien. También quiero invitaros a cenar a casa. Me he enterado de que Daryl cerró un negocio con unos socios muy importantes para la constructora.

-¿Qué día?

-Mañana.

-Está bien. Ahí estaremos.

-¡Perfecto! Me alegra que vayan a venir. Aquí os espero. –Sonreí al oírlo tan contento.

A pesar de todo lo que tuviera que vivir para llegar hasta donde estaba ahora, esto era lo único que me importaba en la vida. Mi padre.



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